CAPÍTULO 13

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La gente había dejado una mesa vacía en el momento justo en el que los dos mortales y el Dios se acercaron a una de las cafeterías del centro comercial. Álvaro no sabía con certeza si fue por suerte, fortuna o cosas de dioses.

-¿Cuál es tu nombre, caballero?-el chico de cabello azul no tenía idea de como dirigirse a él.
-Me llamo Gálpar y soy el Dios de los Caballos-habló con un tono melodioso y muy informal. Aquella forma de expresarse  evocaba en Álvaro el recurdo de los padres de Dafne, residentes  en un pueblo y dedicados plenamente a la ganadería-. Y tú, guapa, puedes llamarme Gal.

Miles de conversaciones se llevaban a cabo en medio de aquel bar repleto de reuniones. Las tapas volaban de un lado a otro conducidos por los camareros que habían conseguido  adquirir la habilidad  de esquivar todo tipo de conductas capaces de aguar su labor. Un apuesto joven, menor que Gálpar y compañía, depósito una jarra a rebosar de cerveza y refrescos bajos en azúcar (que Dafne se había  empeñado en pedir).

-¿Porqué  ella puede verte?
-Seguramente haya tenido contacto con un dios-el Dios de los Caballos bebía a una velocidad sobrehumana como si el ardiente  calor de su piel evaporara toda la cerveza a la vez que la consumía. A los cinco minutos el camarero regresaba con otra jarra  llena de aquella bebida derivada de la fermentación  de la cebada y automatizada con lúpulo.
-Quizá me haya liado con alguno a lo largo de mi vida-la rubia parecía estar a lo suyo.
-Creo que fue por el ataque  de Anu en el hospital.
-¡¿Te ha atacado el Dios de la Luna...hip?!-en su embriaguez, Gálpar, se mostró exageradamente asombrado-. Leo se ha enamorado, después de tanto tiempo. ¿Cuándo  os vais a casar?
-¿Otra vez? Nora reaccionó de una manera similar pero más sobria.
-Alvi, cariño, me alegro tanto por ti.

Álvaro no pudo evitar sonrojarse, aún en su ignorancia las palabras de sus acompañantes  conseguían  ponerle nervioso.

-Dudo que lo nuestro avance mucho. Creo que Anu ha matado a Leo.
-No seas ignorante, hijo-la tercera cerveza no tardó demasiado en llegar-. Anu puede llegar a estar un poco loco, pero nunca mataría a su hermano. Él  sabe que si el Sol muere, la Luna acabaría muy perjudicada.
-¿Porqué intenta destruirme?
-Estará celoso. Yo lo estaría si mi hermano me dejaría de hacer caso por estar con su novia-Dafne no sonaba del todo incoherente, aunque nada se podría dar por sentado, al menos hasta confirmarlo.
-Leo ha dejado vuestro mundo, pero no está muerto. Sigues con su Plegaria...-Gálpar señaló el tatuaje  del tribal con forma de sol en la mano de Álvaro. A veces tapaba su boca para evitar  que su saliva, que salía disparada por el continuo hipo no manchara a Dafne  -... por lo que estará descansando en el Mundo de los Dioses. Completar un contrato entre dioses y mortales nos agota fuertemente. Tendrás que ser paciente y calmar tu lividez, Leo necesita descansar. Has aceptado un regalo que tiene un precio que nunca podrás equiparar.
-No entiendo nada-comentó  la rubia mientras sus dedos navegaban  a través  de la pantalla táctil de su teléfono móvil.
-¿Cuándo  le volveré a ver?
-Eso es algo que no me corresponde  responder a mí.  Hazte una pregunta: ¿Cuánto  estas dispuesto a sacrificar por él? ¡hip!

Gálpar se incorporó en la silla para extender su mano hacia el chico de cabello azul. Estaba claro que tenía que irse. Álvaro  se cercionó de que los demás presentes podían verle, lo que quería decir que el Dios de los Caballos se dejaba mostrar libremente, le encantaba llamar la atención.

-Encantado de conocerte, hijo-a veces sus palabras desentonaban con la edad de su apariencia humana-. Espero que Anu no te moleste demasiado- después se giró para mirar a Dafne, la cual le dio dos besos como acostumbraba hacer con todos-. Gracias por haberme deleitado  con tu presencia, Dafne.
-Gracias a ti, Gal. Me has hecho creer en la magia.

Gálopar camino para desaparecer  entre la muchedumbre. Cuando los amigos quisieron darse cuenta el Dios de los Caballos había desaparecido sin dejar rastro. Álvaro  se encargó  de pagar la cuenta y ayudó  a cargar las bolsas hasta el coche de la rubia.

La tarde había pasado a gran velocidad y la noche se había hecho participe de los sueños. No había rastro de la luna  lo que quería decir que Anu se mantenía oculto en las sombras.

Dafne insistió  en que Álvaro cenara en su casa. Al cabo de dos horas, el chico de cabello azul, estaba sentado en la mesa junto a los padres  de su amiga comiendo pollo frito y queso fresco.  La rubia sabía que su amigo pasaría la noche con Alma, por lo que estaba haciendo todo lo posible para ayudarle.

-Gálpar el Dios de los Caballos. Madre mía, hay dioses para todo-se mofó Alma por encima del sonido del televisor.
-Sí y no se si es bueno que tes rías-Álvaro  se mostraba un poco asustado. No sabía si los dioses reales eran omnipresentes  o algo por el estilo.

La chica del cabello de colores se mostraba más animada y sana de lo que había estado. Los tratamientos que le estaban dando eran más que eficaces y el alta médico no tardaría demasiado en llegar.

-Tranquila-Álvaro se percató  de la mirada cetrina en los ojos de su amiga. Una expresión que mostraba un brillo que sólo  él podía entender-. Me encanta la idea de  que vivamos juntos. Estar sólo  está  guay pero me apetece vivir contigo y quedarnos jugando hasta el amanecer.

-Gracias, Alvi-antes de que su amiga rompiera a llorar, Álvaro  la abrazó con fuerza-. ¡Ay!, me duele un poco la costilla.
-Lo siento, lo siento.

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⏰ Última actualización: Feb 26, 2017 ⏰

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