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Al llegar a casa la vivienda principal está a oscuras. Cómo mi padre y Olivia han ido a cenar fuera deben de haber dado la noche libre a Dan y Karen. Aprovecho la escasa iluminación para coger la mano de John mientras atravesamos el jardín. Voy descalza, llevo los zapatos en la otra mano.

Nada más entrar en mi residencia me acerco a la nevera y me hago con una botella de champán muy frío. Cojo un par de copas del armario e intercepto a John antes de qué pueda adentrarse en su habitación. Tiro de él y le incito a que me siga al exterior. Él lo hace sin rechistar.

Tras rodear la casa llegamos a la piscina y dejo caer mi vestido al suelo. Acto seguido me deshago de mi ropa interior. John me imita. Los dos permanecemos completamente desnudos con la complicidad de un cielo plagado de estrellas. Además, hoy hay luna llena.

Dejo el champán y las dos copas en el borde de la piscina y me sumerjo en el agua. John me sigue. Después de emerger de nuevo a la superficie John apoya su espalda en la pared del borde. Yo me acerco a él muy despacio y, cuando está preparado para acogerme entre sus brazos, me desvío con la intención de servir el champán en las copas. Acto seguido brindamos por nuestro compromiso.

Una brisa cálida acaricia nuestros cuerpos desnudos mientras el agua parece aumentar un grado de temperatura a cada minuto que pasa. El cuerpo de John me atrae cómo un imán. Mi piel reclama la suya. Su piel acoge a la mía.

Beso el cuello de John para acabar llevándome el lóbulo de su oreja a la boca. Lo muerdo, tiro de él y lo succiono. Su piel se estremece. Noto cómo su respiración se acelera en mi oído. Su erección crece entre mis piernas. En un acto reflejo me alza por la cintura y yo le rodeo con mis piernas. Busco ansiosa que me penetre y él no me hace esperar. Me pierdo en esa primera sensación tan intensa. La de su plenitud abriéndose paso en mi interior.

John me mantiene atrapada reteniéndome entre sus fuertes brazos. Con una de sus manos sujeta mi nuca, con la otra impide que mis caderas se distancien en exceso de su pubis. Me hace gemir de placer deleitándome con movimientos lentos y profundos, seguidos por brutales embestidas. Mi cuerpo no tiene secretos para él.

Apoyo mi boca abierta en el hombro de John para silenciar mis gemidos. John jadea rítmicamente en mi oído.  Me agarro al borde de la piscina mientras me empotra contra la pared. Arqueo mi espalda buscándole y, a nuestro encuentro, John clava sus dedos en mi espalda y mis glúteos. Adoro sentirle dentro de mí. Que me posea sin darme tregua.

Ebria de placer hecho mi cabeza hacia atrás y John aprovecha para introducirse uno de mis pezones en la boca. Éste se pone erecto al sentir le brusco cambio de temperatura. La boca de John está tan caliente...

John me devora con avaricia. Lame y muerde uno de mis pechos para luego continuar su festín con el otro. Yo siento que me derrito entre sus labios. Jadeo disfrutando de las atenciones de su boca mientras su duro miembro explora mi interior. Él está sediento de mí y me lo demuestra penetrándome salvajemente mientras su boca recorre mi cuello. Gimo y me elevo para desplomarme entre sus brazos poseída por un exquisito orgasmo. Tiemblo a la vez que John se libera en mi interior después de una brutal envestida. John se vacía entre mis piernas abrazándome con posesión. Soy tan suya que ya no me pertenezco.

John no me permite apartarme de él. Nuestros cuerpos no consienten distanciarse ni tan sólo  un centímetro. A cada minuto que pasa su piel es más mi piel. Parece que nuestros corazones se acompasan latiendo al unísono. Los labios de John recorren mi piel de una manera tan delicada que ni una lluvia de pétalos sobre mi piel desnuda podría ser más dulce. Imagino que así es cómo debe sentirse alguien en el cielo. John es mi cielo en la tierra.

-¡APARTA TUS SUCIAS MANOS DE MÍ HIJA!- grita mi padre saliendo de entre las sombras.

¡Oh, dios mío!¿Que hace él aquí?

-¡Te he dicho que la sueltes!- repite furioso.

John me deposita lentamente a su lado sin dejar de mirarme a los ojos. Su cara está descompuesta. Las lágrimas ya empapan la mía.

-¡Tienes quince minutos para abandonar mi propiedad! ¡Recoge tus cosas y lárgate!- le ordena mi padre cogiendo los pantalones de John para acabar tirándoselos a la cara.

-¡Espera papá!- le suplico desesperada- ¡Yo le amo! ¡No quiero que se vaya!

-¿Que le amas? Soy muy tolerante contigo, Mia...pero ¿Acostarte con el servicio? ¿Cómo has caído tan bajo?- me rebate con desprecio.

-John es mi novio. ¡Le quiero! ¡Y él me quiere!- aseguro sollozando.

-¡Él no te quiere, Mia! ¡Sólo quiere tú dinero! ¿Cómo puedes ser tan ingenua?- me cuestiona enfadado.

John sale de la piscina y se pone los pantalones junto a la escalerilla. La oscuridad le ofrece algo de intimidad. Antes de marcharse a hacer las maletas contempla en silencio mi rostro. Nuestras miradas se cruzan y puedo leer en sus labios un "te quiero" que me parte el alma. Intento seguirle pero mi padre me lo impide reteniéndome por el brazo. Al intentar liberarme sólo consigo que me agarre con más fuerza.

Bob, le chofer de mi padre, escolta a John hasta que le pierdo de vista.

-¡Suéltame! ¡Suéltame!- le exijo a mi padre.

-¡Tranquilízate! ¡Creí que podía confiar en ti pero sólo eres una cría irresponsable!- asegura reprendiéndome.

-¡Tú no sabes nada! ¡No lo entiendes!- le replico.

Mi padre alarga la mano para recoger mi vestido y me lo entrega para que pueda vestirme. Lo cojo a regañadientes. En otras circunstancias estar totalmente desnuda frente a mi padre me hubiera hecho sentir violenta pero ahora estoy tan enfadada y tan dolida que no me importa en absoluto. Mi corazón se resquebraja a cada paso que John se aleja de mí y el dolor que me causa es más fuerte que la vergüenza que pudiera sentir.

Mi padre me sujeta hasta que se asegura de qué John se ha subido al coche conducido por Bob y que han salido del recinto de la finca.

-¡Me has decepcionado!- me dice envolviendo cada palabra en el desprecio más absoluto.

-¡Si me quitas lo que más quiero estás muerto para mí!- le escupo con furia. Y sin mediar palabra mí padre me abofetea por primera vez en la vida. Me deja tan sorprendida que no sé cómo reaccionar.

En mi interior hay una mezcla explosiva de ira y tristeza a punto de estallar. El vacío que John me ha dejado y la reacción de mi padre hacen que el alma se me escape por la boca.

-¡No vuelvas a hablarme en toda tú vida!- sentencio señalándole acusadoramente con el dedo.

A continuación me deshago de la mano con la que me retenía y hecho a correr hacia mi vivienda. Al llegar cierro todas las puertas con llave, bajo las persianas y apago todas las luces. Busco aislarme de todo, protegerme del mundo. Necesito que mi casa se convierta en mi refugio.  

EL GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora