No puedo gustarte

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-¡¿Qué?!- Pregunto con los ojos como platos, seguramente espanté a las personas al rededor, ahora ya no se ve ninguna alma viviente, donde antes pasaban decenas de estudiantes.

Espera, esto no puede estar pasando, ni siquiera mis padres me han dicho 'te quiero, te amo o te adoro'. Claro, cuando los veía. Oh, por Dios, no sé como actuar, como decirle... Oh. Me he acostumbrado tanto a sonreír, que ahora, cuando hay algo fuera de lo común no logro hacer nada que quedarme estético.

-Digo que tú, me gustas- replicó con una pequeña sonrisa impresa en la cara.

Oh, claro. Debe ser una broma, una de sus tantas bromas por humillarme, quizás esos abusivos deben estar escondidos entre las ramas de los árboles ahora para ver qué es lo que hago. Al mismo tiempo que pienso esto, se me sale una risa burlona, empieza despacio, luego flúe por el silencio incómodo que Emily había creado. 

-¿D-De qué te ríes?- Tiene sus ojos claros vueltos en mí.

Nunca la había visto de esta perspectiva, tiene los ojos cafés, con destellos verdes por el centro, ahora los tiene grandes, envueltos con mi reflejo, con el chico que se acaba de declarar. Su piel es tersa y suave, sus labios... Esos labios me gustan, tienen un color especial, es un rosa fuerte, me gustaría por una ves en la vida besarlos y sentir su mágico sabor. Ella es mucho mas pequeña que yo.

-¿De qué te reías?- Volvió a preguntarme y sacarme de mis pensamientos.

- Me río de que yo no puedo gustarte- La miro fijamente, esta se sonroja y saca la mirada -¿O sí?- pensé.

-¿Por qué no puedes... gustarme?- Insistió, claramente con la mirada desviada de mí.

-Porque está claro que todos me molestan, me dan golpizas... - Pauso- No te puede gustar alguien como yo. Alguien que no hace nada por detenerlos... Alguien que ni él se puede salvar.- esto último lo digo casi en susurro, para no quebrar la voz.

Se dió vuelta, me escaneó de arriba a abajo, entrecerrando los ojos, viendo todo mi cuerpo. No sé como, pero esto hace que me sonroje, fijo la mirada en el piso. Veo unos pies acercándome, cuando están más cerca de mí acaricia mi mejilla.

-No importa, solo me gustas Williams- en ese momento me hace hacía arriba el mentón, y planta un beso, uno despacio. Ni tiempo para disfrutarlo.

Emily sale corriendo de aquella escena, si no fuera por que se dió vuelta demasiado rápido, en ella percibo un sonrojo, un rojo intenso invadían sus mejillas.

***

Llegué a mi casa, he hice ha rutina diaria, solo que hoy, hoy algo cambió. No sé, pero me inunda esa sensación de cada ves que pienso en ese beso, se me sonrojan las mejillas. Por primera ves me gusta estar solo, para que así nadie vea mi estúpida sonrisa en el rostro, además de este sonrojo inhumano que aparece en el momento exacto que pienso en aquello, sonreír es magnífico cuando se hace de verdad, es una sensación armoniosa, placentera. Oh, con que esta es la tan llamada felicidad, creo que nunca en mi vida lo había sentido.

Voy a la cocina, veo que no hay nada, nada para comer. 

-Oh magnífico- Digo con sarcasmo.

Tendré que ir al supermercado. 

***

Luego de comprar las cosas en el supermercado -con dinero de mis padres- salgo de ese infierno, no guardé dinero para el bus, tal vez se me quedó en la mesa, pero hoy tendré que caminar, con estas pesadísimas bolsas colgando de cada uno de mis brazos. Al ser hombre dirán "Es fuerte, no  necesita ayuda", la verdad, no es así, pesan, demasiado. Veo un banco en un parque donde hay pequeños niños jugando. Voy donde el banco, este está solitario, junto a una farola que lo alumbra. Me siento y empiezo a observar a estos pequeños revoloteando en el pasto. Uno de esos pequeños se me acerca.

-Mire hacía allá- dijo apuntando a una zona, no veía nada, quizás no debí dejar mis gafas en casa, no logro distinguir nada. 

Poco a poco veo acercarse a una mujer, una silueta de una chica. Ahora el niño ya no estaba, había desaparecido, no entiendo quién es ella. Malditas gafas, siempre se me quedan en los momentos mas importantes. Cada vez se acerca mas y mas. 

¿Emily?- Le pregunto a la chica. Sí, es ella.

¿Qué hago ahora?, todavía no sé que responderle. ¿Qué hace aquí?, a estas horas. No es muy tarde, pero creo que no es una de esas chicas que sale a fiestas, se ve demasiado tranquila, aunque es muy preguntona.

suicida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora