Capítulo 1

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-¡Corre! -Una voz en mi interior gritaba. Era la voz de Zatlos, diciéndome que escapara sin mirar atrás. Él y todos los demás estaban muertos, el campamento había sido destruido y yo nuevamente estaba sola en este mundo. En la distancia pude ver como tres hombres, uno de los cuales había asesinado a Martin, corrían detrás de mí, mientras llamaban mi nombre.

Mis pies, no podían dar un paso más, mis pulmones se quedaban sin aliento y aunque tenía mi espada conmigo, sabía que enfrentarme a tres hombres, que me doblaban en tamaño y peso era el fin de mi vida. La única solución era seguir. Sabía que a menos de un kilómetro estaba la entrada a la ciudad de Ameros; la conocía muy bien y tal vez, allí podría escabullirme entre las multitudes y esperar que los hombres desaparecieran. Tenía que emprender mi viaje al sur, cumplir con la última misión de Zatlos; tenía que hacerlo. Pero sabía que irme así, con tres hombres siguiendo el paso, no era la mejor idea.

Giré la cabeza y allí estaban, a tan solo unos pasos de mí. ¿Dónde estaban sus otros dos secuaces? -Apresúrate -me dije a mí misma, tratando de acelerar el paso con la poca energía que me quedaba.

Por fin estaba en la ciudad, podía escuchar el bullicio que venía de una de las calles principales y cuando pensé que estaba a salvo, sentí a alguien tirar de mi brazo, tan fuerte que me detuvo por completo. Era uno de los hombres que me perseguían, no podía verle su rostro, pero lo conocí por la capa y la máscara que llevaba.

-No te vas a escapar, Alena Zisis -dijo el encapuchado- se te acabó la suerte.

En ese momento apareció otro de sus compañeros. Como lo supuse, seguían persiguiéndome pero yo no podía verlos. Este me tomo por el torso, acercándome a él.

-Te crees más inteligente que nosotros -susurró en mi oído- princesita.

-¿Qué es lo que quieren de mí?, -grité mientras el dolor y el cansancio me consumían, mi voz estaba a punto de quebrarse, quería llorar pero no podía permitírmelo. Lo último que quería era demostrarles mi debilidad, darles el gusto de verme desfallecer. Era uno de los peores días de mi vida, si es que mi existencia ya no había sido lo suficientemente trágica. Huérfana, sin familia, viviendo de orfanato en orfanato y cuando por fin encuentro un lugar donde soy feliz, con personas a las que puedo llamar familia, todo eso vuelve a desaparecer. Mi vida se había desmoronado. No hubo una respuesta a mi interrogante, ni siquiera estoy segura que pudieran haberme escuchado pero ya no importaba.

Habían logrado amarrar mis brazos y cubrir mi boca con retazos de tela. Intenté forcejear, zafarme, pero no sirvió de nada. Había perdido, una batalla injusta, una batalla que no pude pelear.

Pensé de repente en mi collar y cómo Zatlos me prometió que siempre que lo tuviera puesto iba a estar a salvo. Pero, ¿de qué me iba a servir? ¿Cómo iba a mantenerme a salvo? Nunca lo pude entender y él nunca me dio una explicación pero por alguna razón siempre me aferré a él. Era el único recuerdo que tenía de mis padres, el collar había pertenecido a mi madre y eso era para mí razón suficiente para llevarlo siempre conmigo, día y noche. Quizás no era el más lindo, ni el más lujoso. Tal vez habría podido conseguir algo mejor en el mercado central pero para mí era invaluable, era perfecto. Mis últimas esperanzas estaban en esos momentos, puestas en él.

Caminábamos hacia la salida de la ciudad, podía ver cómo de nuevo nos acercábamos al bosque.

-¿Cuánto crees que nos darán por esta? -Le preguntó el hombre regordete a su compañero -No lo sé, yo no daría ni medio peso por ella, pero creo que si ya llevamos viva la recompensa será muy jugosa- respondió el hombre que me llevaba aprisionada, entre risas.

Justo cuando estaba perdiendo toda esperanza escuché como algo caía sobre las piedras que recubrían el camino. Fue un estruendo tan fuerte que asustó a uno de los hombres que me llevaba aprisionada. Volteé y estaba un chico, no mucho mayor que yo el cual había atravesado con su espada la espalda de uno de los hombres que me mantenían prisionera. Antes de que pudiera emprender mi huída, uno de los hombres me tomó por le brazo y posó su cuchillo justo debajo de mi mentón.

El otro hombre luchaba contra el chico desconocido pero este parecía estar muy bien entrenado, sus movimientos eran tan precisos y finos que lo miré fijamente a ver si era alguno de los que pertenecían a mi campamento, pero no. El chico, con un movimiento fuerte acercó su espada al cuello del hombre, cortándole la vena haciendo que este cayera de inmediato en el suelo.

Fue en ese momento que mi captor me soltó, dejándome caer al suelo y huyó corriendo hacia el pueblo. Me había golpeado tan fuerte que no era capaz de levantarme. Además, mi suerte cada vez empeoraba más. Si bien me había librado de los tres hombres que me perseguían ahora estaba con un chico el cual podía utilizar muy bien su espada y podría matarme en cualquier momento.

-¿Estás bien?- me preguntó, ofreciéndome su mano para levantarme. Lo miré con recelo, no le respondí y el silencio invadió todo el espacio que había entre él y yo, el cual no era mucho. Me miraba fijamente como rogando por una respuesta pero se puso de pie y recogió su espada. Era una de doble filo, con empuñadura tallada en plata, relucía a la distancia y reflejaba la luz solar. Era una de esas que Zatlos nos dijo que algún día, cuando nos hiciéramos maestros como él podríamos llegar a cargar, pero hoy esa ilusión era algo del pasado. ¿Era este hombre acaso un maestro? Su apariencia no me daba muchas pistas, podría ser un mercader o un artesano del pueblo.

-Si no quieres responder no importa. Tenemos que irnos, no tengo tiempo que perder- dijo envainando su espada mientras me miraba.

-¿Quién eres?,- le pregunté. No sé si esperaba una respuesta o no, pero las palabras salieron de mi boca casi que automáticamente. La idea de irme con un desconocido no era la más inteligente en estos momentos, yo tenía que llegar al sur, a la aldea de la que Zatlos me había contado. Fue una promesa y tenía que cumplirla pero irme sola, desarmada y golpeada no me serviría de mucho para llegar muy lejos así que por ahora quedarme con este chico era mi mejor chance para sobrevivir. Si es que él no quería asesinarme en cualquier momento.

-Soy Arsen. Soy el hombre que salvó tu vida y ahora voy a sacarte de aquí, a menos que quieras esperar a que vengan y te intenten secuestrar nuevamente- dijo, sin ni siquiera mirarme a los ojos.

Sabía que no estaba en lugar para refutar pero no pude evitarlo. -¿Qué me asegura a mí que tu no intentarás hacerme daño?

-No hay nada que pueda asegurarlo creo que tendrás que confiar en mí. Además, si quisiera hacerlo ya lo habría hecho. Con tu pinta, sería más fácil que quitarle un caramelo a un niño,- dijo, sonriendo un poco. Tenía razón. No había nada que me garantizara que este no era también un maleante pero era mi única opción para salir de aquí.

"Mi nombre es Alena, soy la mujer a la que le salvaste la vida."



*Me encanta jugar con palabras, me encanta escribir.

¡Hola a todos! Es la primera historia que escribo en Wattpad y estoy súper emocionada. Esta es una historia en la que he trabajado desde principios de este año y me encanta poder compartirla con todos ustedes. Es un libro que está en proceso de construcción, presto a modificaciones, el título y la portada posiblemente cambiarán en los próximos días.

Espero también muchos comentarios y feedback, todas las opiniones y comentarios son bien recibidos, estoy en proceso de escritura y sé que hay muchas cosas por mejorar. Esperen en los próximos días el segundo capítulo. No se olviden de votar, así podremos compartir la historia con muchos más lectores!

¡Quisiera leer también muchas de sus historias, no olviden compartirlas abajo!

¡Espero que les guste mucho!

-C



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