Capítulo 18.

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Día 191.

— Vamos Luna, tú puedes— me decía a mí misma.— Solo entra y habla con él.

Me encontraba frente a la puerta de la oficina de Erick. 

Daba vueltas de un lado al otro, indecisa si tocar la puerta o no. Sabía que lo tenía que hacer, pero creía que no estaba lista o que no sería capaz.

Me acomodé el ajustado crop top negro y traté de bajar la falda blanca y cubrir un poco mis muslos, mis esfuerzos eran inútiles.

¿A quién iba a engañar? No iba a hacer eso. Simplemente no podía, era algo tan sucio.

Estaba dispuesta a irme, pero una voz me detuvo. 

¿Por qué nada salía bien?

— ¿Se le ofrece algo?— su voz era gruesa y varonil.

Erick vestía una camisola azul marino y unos pantalones caqui.

Debía admitir que él era guapo. Sus ojos eran verdes y su cabello corto y claro.

Lástima.

— Bueno, es que, yo —  no sabía que decir, como era lo usual, tenía que inventar una excusa. Después de pensarlo unos segundos, lo decidí.— Quiero saber si tiene alguna píldora para la migraña, últimamente no me he sentido bien y se lo iba a pedir a Johanna pero no la he visto, así que vine aquí y ... 

— Sí, pasa mientras busco una — me interrumpió.

Su oficina era mucho más grande que la de Johanna, estaba bien decorada y tenía muchos detalles para admirar. 

Las paredes llevaban un color verde pistache de una manera muy clara, todos los muebles eran de madera, incluso las sillas. Tenía un enorme librero, aunque lo llenaban más marcos para fotos que libros, logré ver unas de Erick con Johanna en su boda, con Sarah, en una incluso estaba Yasmin.

Mi corazón se estrujó.

Abrió uno de los cajones de su escritorio y me entregó una lámina plateada que contenía ocho pastillas.

— Puedes llevarte todas, por si te llega a pasar de nuevo. — Dijo con indiferencia.

No me había visto a la cara desde que entramos. No era que me molestar, pero con lo poco que conocía de Erick, sabía que él no era así.

— Gracias — le sonreí.

No me vio.

— ¿Se te ofrece algo más?

Sí, entrar a los especiales para ayudar a la hermana de Adrián o simplemente salir de aquí, eso sería perfecto. Pensé. 

— No, yo, hmm — tartamudeé. — Es todo.

Di la media vuelta para dirigirme a la puerta e irme, pero ya estaba ahí, tenía que hacer algo.

Regresé decidida hacia él, hasta que quedamos frente a frente. 

Por fin me miró.

— En serio, muchas gracias. — Dije y lo hice.

Me acerqué a su cara dispuesta a besarle, pero cambié de opinión en el último momento y solo deposité un pequeño beso cerca de la comisura de sus labios. 

Eso debería servir.

Estaba dispuesta a irme de una vez, pero Erick tenía otros planes.

Me tomó por la cintura y me dio un beso en los labios.

297 Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora