Cap. 9

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-"Siéntate aquí"-, ledije, señalando el sillón de la sala. -"Voy al baño, vuelvo en un abrir ycerrar de ojos"-. Hice lo que debía hacer, y cuando volví, Ailen había tomadouna pose extraña. Su camisa estaba en el suelo, y ella estaba en ésa posición,esa extraña posición. Sus piernas estaban abiertas, y sus manos, sus manosestaban en sus partes. –"¡Ailen!"- le dije- "¡¿Pero qué carajos haces?!". –"¿Qué no era esto lo que querías?". Estabamuy confundido, mi mente decía que sí, pero mis labios decían no. –"No Ailen,no hagamos esto, está mal."-. Su cara se tornó roja y su cuerpo comenzó atemblar. –"Lo sabía, sabía que nunca debí haber salido con un chico tanapuesto"-, repetía una o otra vez mientras juntaba su ropa. Me sorprendíbastante, ya que nunca antes se me había presentado una oportunidad así, por lotanto decidí tomar el riesgo e intentarlo. –"Espera, no me refería a que tefueras, quería decir que deberíamos empezar con un juego"-. Su cara volvió aser la de antes, y de un momento a otro, estábamos en mi cama jugando al "Besobeso", el juego del que mi amigo Renzo me había comentado antes. El juegoconsistía en que uno de los individuos debía pensar en un número, y el otrotratar de adivinarlo, ya que si lo hacía, le debía dar ese número de besos encualquier parte del cuerpo a la otra persona. Le expliqué el juego a Ailen lomás detalladamente posible, y luego de negarse un par de veces, aceptó jugar.Mi casa dejó de ser un ambiente familiar y cálido con todos los juguetes de mihermanito pequeño tirados en el suelo, y se convirtió en un ambiente bastanteturbio y sexual.

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