La guinda del pastel [Pt1]

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2. Si la vida te da limones, fóllatelos.


Esa mañana del viernes había comenzado mal, luego mutó a una mierda y acabó siendo un puto desastre.

Para comenzar, la alarma del teléfono no sonó y se despertó quince minutos tarde, sus tostadas acabaron carbonizadas en el fondo del basurero, y después de conformarse con un mísero tazón de cereal con leche, tuvo que limpiar el desastre que sus hermanastras dejaron la noche anterior; restos de dokbokkie, tazas de café y ropa sucia; como si fuera el jodido sirviente de la casa, y todo gracias a su manía compulsiva por ver todo limpio y reluciente. Después, y por si fuera poco, el estúpido perro de los Park lo persiguió tres cuadras ladrándole como si no lo conociera hace años y quisiera arrancarle una pierna.

Todo esto conllevó a llegar media hora tarde a clase, jadeando por aire como un cerdo con asma y el sudor cayendo de su frente como las jodidas Cataratas del Niagara porque, no, en su mísera vida había hecho tanto ejercicio físico, era el maldito recoge pelotas, por dios, y gracias a Junmyeon podía certificar que padecía de asma (certificado falso obviamente; su regalo de cumpleaños número dieciséis que lo libró de vueltas a la cancha bajo el sol y los infernales test de resistencia).

Sin embargo no se libró de una charla de diez minutos sobre la responsabilidad, la puntualidad y la influencia de estos en su nota final directamente desde el profesor Kim, el peor de toda la plantilla escolar, obseso del control y fan del café amargo y sin azúcar, como su corazón.

Su humor no mejoró el resto del día y en ese momento, con pasos rápidos, puños apretados y acompañado de un humor de mierda debido a Jongdae, Minseok y el mundo entero, se dirigía la que sería la última clase de la semana, teniendo que cruzar a la otra punta del lugar desde su ya finalizada clase de Biología.

Ansiaba desquitar su mal humor con quien sea que se atreviese a tocarlo o siquiera le rozara el hombro, pero nadie se atrevió a acercarse o a rozar su espacio vital viendo el humor de perros que llevaba encima.

Cuando llegó al pabellón de la piscina techada con la mochila casi arrastrando por el suelo y una chocolatina entre los dedos, quitó los auriculares de su oreja sólo para encontrarse con voces y risas amortiguadas desde el interior del lugar, cuando se suponía que los de natación debían haberse ido hace diez minutos dejándole un desorden de toallas para divertirse; en teoría, pero cuando empujó la puerta con ambas manos su ceño se frunció con mas profundidad si era posible.

 Dentro estaba el equipo de natación con sus diminutos trajes de baño (bendita sea la licra), gorros de plástico y las mismas toallas que él ordenaba pulcramente, tiradas por el suelo, preparados para zambullirse en el agua. Lo miraron como si fuese una especie de cucaracha mutante y Kyungsoo, sin pensárselo dos veces ni queriendo darse la vuelta, cruzó el lugar saliendo por la puerta contraria sin importarle las miradas molestas de los nadadores.  

Tardó medio minuto en procesar la información en el papel pegado sobre la puerta del pabellón, con letra casi ilegible que parecía escrita en chino en vez de coreano, seguramente por Yixing que parecía siempre estar fumado a pesar de ser el representante del club de deporte.

«Nuevo horario del club»

Todo había sido reorganizado debido a las olimpiadas que estaban a sólo un par de meses. Los clubes doblaban los entrenamientos dándole el doble de trabajo, más balones que recoger y mas toallas que doblar, y en vez de dormirse en la orilla de la piscina como cada viernes, ahora tendría que hacer de recoge pelotas para el equipo de fútbol.

Estaba jodidamente furioso porque nadie le había avisado de ningún cambio, pero lo que más le jodía era que tenía que volver al mismo lugar de donde vino y había caminado para nada. Dio media vuelta maldiciendo el suelo bajo sus pies hasta la otra punta de la escuela, tardando otros diez minutos en llegar donde se encontraba la dichosa cancha de fútbol.

¡Atrápame si puedes, idiota! [KAISOO] [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora