Capítulo 2: Su rechazo a los espejos.

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abía pasado una semana desde mi llegada a este lugar, y  no puedo negar que me he sentido muy atemorizada por lo que pueda sucederme durante mi estancia aquí.

Dos días después de escuchar la conversación del señor Arlond con el chófer, encontraron muertos a los dueños del hostal en el que estuve esperando la limusina. Fueron hallados en la carretera de las afueras del pueblo con una extraña mordida en el cuello, las autoridades declararon que habían sido atacados por animales.

Demasiada coincidencia ¿no?
<<¿Con qué clase de sádico matón me casó el abuelo?>> es el interrogante que más ha frecuentado mis pensamientos.

Me enteré de los asesinatos gracias al periódico local, y no fue tan fácil obtenerlo. Tuve que convencer a una de las jóvenes empleadas: Louisa, quién extrañamente se ha vuelto cercana a mí, ella me compró el periódico en el pueblo y me lo entregó con la única condición de que lo escondiera muy bien en un lugar donde el señor Arlond no pudiera encontrarlo.

Señorita, si el señor Arlond lo encuentra puede considerarnos muertas —me dijo en esa ocasión. ¿Por qué aseguraría tal cosa?

Estoy segura que Lucian Arlond es el único responsable de tan horrorosas muertes, hay algo en mi corazón que me lo dice, y lo voy a descubrir. No quiero continuar a su lado si en verdad es un asesino.

Ahora en este preciso momento estoy escribiendo en mi diario lo que he notado de este lugar durante días pasados.

#1 Costumbre rara: Todas las ventanas se mantienen cerradas, no hay ni un rastro de luz por toda la casa.

#2 Acontecimiento extraño: La muerte de la pareja del hostal después de escuchar al señor Arlond diciéndole al chófer "ya sabes lo que tienes que hacer".

#3 Comportamientos extraños: La actitud extraña de la gran mayoría de las empleadas, a mí parecen detestarme. Sin embargo, con el señor Lucian son tan distintas, tan zalameras, tan sumisas, es como si algo más las uniera a él.

#4 Hábitos extraños del señor: Las extrañas siestas que toma el señor Lucian suelen extenderse hasta las horas de la tarde, justamente cuando ya  ha empezado a oscurecer.

—¡Señora Arlond! —escuché la voz de Louisa a mis espaldas.

Cerré rápidamente mi diario improvisado y lo guardé en uno de los cajones bajo llave, la cual escondí en mi escote justamente en el brasier.

—¿Qué pasa? —pregunté mirándome en el espejo, peinando mi cabello con las manos.

—El señor la está esperando en el comedor para que cenen juntos —anunció.

—Voy enseguida.

—¿Le doy un consejo? —se acercó a mí.

—Sí  —la miré curiosa.

—Será mejor que se deshaga de ese espejo —advirtió señalándolo.

—¿Por qué? —pregunté extrañada.

—El señor Arlond los detesta y si se entera que usted tiene uno, se pondrá furioso —susurró, no sin antes mirar a todos lados.

—No entiendo —suspiré.

—Hace dos días entró a la cocina y vio un espejito de mano en el mesón, se puso tan furioso que emitió un extraño gruñido y lanzó el espejo por una de las ventanas diciendo que ese tipo de vanidades no estaban permitidas en su hogar —explicó, susurrando de nuevo.

La esposa del vampiro (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora