Prisionera

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Cansada de hacer siempre lo que otros decían,  la prisionera cortó las cadenas que le encarcelaban a la triste prisión con un golpe de rabia y huyó a un bosque oscuro en el que era imposible saber dónde ponía los pies.
Corrió y corrió toda la noche, más de una vez se cayó, pero no le importó, antes de lo que un aleteo de mariposa acaba, ya se había levantado. Avanzó sin rumbo alguno a tientas tanto tiempo que ya no era capaz de distinguir cuando un día acababa y cuando otro empezaba, ya que el bosque actuaba de escudo contra los rayos solares.
Tiempo después, avistó una débil luz al final del camino, y sin siquiera pensarlo una vez fue hacia ella. Cuando llegó descubrió que la luz era un pequeño globo flotante, sin pensarlo lo tocó y al hacerlo cayó en un profundo sueño.

HipocresíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora