Quién sabe... Tal vez si ese día no le hubiera besado no estaría ahora en mi cama deseando morir. Tal vez, si solo hubiera reprimido las ganas y no le hubiera besado, Oikawa ahora mismo estaría aquí conmigo, viendo, como casi cada día hacíamos, un partido de voleibol de cuando estábamos en preparatoria. Tal vez, sólo tal vez seguiría observando su sonrisa de idiota y escuchando sus palabras llenas de burlas, que por mucho que intentara ocultarlo delante de la gente frunciendo el ceño, tanto me enamoraban. Cualquier cosa que Tooru hiciera me gustaba. ¿Es esto a lo que se le dice estar enamorado? Oikawa es un idiota, un completo idiota, un idiota tan idiota que no se había dado cuenta que hacía demasiado tiempo que se había adueñado de mis sentimientos y se había llevado mi corazón sin que yo pudiera remediarlo. Idiotakawa, ¿Por qué no puedo sacarte de mi mente? ¿Por qué simplemente no puedo hacer caso omiso a mi corazón y darle la razón a mi cabeza para así poder olvidarte? ¿Por qué no puedo verte como a los demás? ¿Por qué no puedo dejar de golpearme la cabeza cada vez que me vienen recuerdos de cuando íbamos a preparatoria? Maldito Oikawa, siempre me haces sufrir. ¿Te gusta verme así, verdad? ¿Verme mal, viendo como mi corazón se va rompiendo a pedazos cada vez que recuerdo momentos compartidos junto a ti?
Eres tan idiota que ni te das cuenta que tú eras el principal motivo por el cual realmente iba a las prácticas cuando jugábamos en Aoba Johsai. Siempre me mostraba serio y me burlaba de ti, pero realmente lo hacía porque esa carita que pones cuando lo hago me enamora. Intenté reprimir mis sentimientos muchas veces, pero ese día los deseos de mi corazón ganaron a mi racionalidad. Mierda, soy patético y un cursi. Oikawa, perdóname... Perdóname por ser un idiota y enamorarme de ti aún sabiendo que jamás seré correspondido, perdóname por ser un completo capullo y besarte para luego huir lejos y desconectarme del mundo. El móvil lo mantenía apagado, no lo pensaba encender, no salía a la calle y a penas comía por la rabia contenida durante esta semana, estaba realmente mal, nunca había estado tan mal en toda mi vida. Incluso cada día lloraba, lágrimas que en mis 20 años jamás había visto aparecer por mis ojos y recorrer por mis mejillas hasta llegar a mis labios, justo como estaban haciendo en estos momentos. Estaba llorando como si de un niño pequeño se tratase, a la vez que notaba como mi corazón se rompía en pedazos al no sentirte cerca. Realmente me matabas. Sin darme cuenta me estabas matando. Hacía mucho tiempo que mi vida había dejado de pertenecerme y había pasado a ser tuya, hace tiempo que yo había cambiado, aún más tiempo ha pasado desde que mis labios serios dejaron ver una sonrisa perfecta que solo tú con tus idioteces de siempre consigues sacarme, solo tú eres el culpable de mis lamentos, de mis tormentos, solo tú eres el hombre que cada día me hace sufrir. Realmente te odio, no me gusta que me hagan daño y menos alguien como tú, el niño bonito que siempre trae locas todas las miradas de chicas e inclusive de algunos chicos. Oikawa, te odio por robarme el orgullo, te odio por no aceptarme en tu corazón, te odio porque no me ves como yo a ti te veo, te odio porque solo me ves como a un amigo de la infancia, te odio y a la vez ese odio me hace amarte, incluso con los pedazos de mi corazón que destruyes a diario, haciéndolos más pequeños. Siete días desde eso, siete días sin hablar, sin venir a verme ni comunicarte conmigo. Sé que lo hice mal, pero al menos podrías dignarte a aparecer por aquí...
Oh mierda, soy un maldito idiota, huí, fui yo el que huí, ¿y aún así pretendo que venga él a mí? Realmente eres un imbécil, Hajime. Así es, soy imbécil.
Lo siento, siento haberte besado y aún más, siento echarte a ti la culpa de que no vengas a verme cuando el verdadero culpable soy yo.
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Y tras una hora de darle vueltas a la cabeza, el ex-rematador se vistió decidido a disculparse con su amigo de la infancia.
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