El partido

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Ya estábamos a miércoles y teníamos que competir con los otros dos grupos ahora si en campeonato y el que ganara tenía que luchar el viernes con el equipo ganador de otro instituto.

Este día empezó bien, cada uno haciendo sus talleres, como todas mis amigas se metieron a varios talleres me di cuenta de que Jacobo estaba en el taller de manualidades; en el que estaba una de mis amigas más fresca, Araceli; ella cada semana aparecía con un "novio" nuevo y todos los chicos le parecían guapos solo esperaba que no fuera a por Jacobo.

Jacobo*
Ara: —hola guapo como te llamas.

—Emm....¿Hola?, soy Jacobo, el nuevo.

Ara:—aaaaaa si,eres el mejor amigo de Rayan.

—si así es. Le respondí con una sonrisa.

—yo soy Ara; Araceli, una amiga de Ana. ¿La conoces?.

—Si, claro; Rayan me la presentó un día. Pero...... ¿Ellos son novios o algo?. Le pregunté un poco nervioso.

Ara: —no, bueno, eso dice Ana, pero yo no le creo porque cada vez que hablamos de él, empieza a sonreír y se sonroja y además ya los han visto salir varias veces juntos.
¿Por qué?.

—no sólo tenía curiosidad, le respondí un poco asustado de que descubriera que estaba tratando de investigar en la vida de su amiga.

Ara: —y bueno, ¿tú tienes novia?. Porque un chico tan guapo no debería estar solo por ahí.

—no, no tengo novia, y conforme le decía esto ella se me empezó a acercar hasta acariciar mi brazo, por lo que me aleje de ella.

Ara:—¿por qué te alejas si no estamos haciendo nada malo?

—no me alejo sólo que tenía que coger esta herramienta.
Cosa que era mentira; esta chica era muy guapa y estaba claro que estaba tratando de coquetear conmigo pero por ahora yo sólo tenía ojos para Ana.

Me sonrió y me dijo:
—tengo que irme a otro taller; pero no creas que te vas a deshacer tan fácilmente de mi.

Le sonreí con un poco de miedo y me centré en tratar de terminar de hacer la escultura en madera que había empezado a hacer antes de que esta chica me interrumpiera.

Ana*
Estaba repasando la jugada del entrenador para el campeonato que empezaría en cinco minutos cuando de repente alguien abrió la puerta del vestuario y me di cuenta de que era Rayan, entró y sentó al lado mío y me dijo:
—pastelito, espero que ganemos este partido, sé que es solo un juego pero yo siempre trato de dar lo mejor de mí y ganar en todo lo que puedo y quiero que tu también hagas lo mismo.

Me abrazó y sentía como si se hubiera encendido dentro de mi una pequeña cerilla, y de repente empezó a bajar sus manos por mi espalda, y cuando menos pensó ya lo había alejado de mí de un empujón y salí del vestuario diciéndole:
—no soy una de tus "amiguitas", es más ni siquiera soy tu amiga.
Y con esas palabras vi como su cara pasaba de divertida a triste.

Estábamos en el partido y cuando escuché el pitido del arbitro empecé a correr y a pedir el balón pero todo mi equipo estaba distraído y fuera del campo mentalmente y literalmente porque en apenas tres minutos de partido ya habían echo un córner, con este tiro el equipo del chico que no conocía ya había metido un gol; todos seguían desganados y todo porque Rayan estaba así; parecían que estuvieran conectados; si uno estaba feliz todos estaban felices y si uno estaba triste todos estaban tristes, por eso es que siempre los hombres trabajan mejor en equipo que las chicas; porque empatizan entre ellos y son como uno solo.
El partido solo duraba una hora y ya llevamos 23 minutos y el marcador iba 0-4 ganando el equipo contrario, estaba pensando en cómo ganar cuando recordé lo que me había dicho Rayan en el vestuario sobre que siempre hay que dar lo mejor de uno, sea para lo que sea; así que decidí esperar hasta el descanso para aplicar una nueva táctica.

Estábamos en el vestuario y todos estaban bebiendo agua y secándose el sudor, entonces me pare encima de un banco y empecé a llamar la atención de todos y les grite como si fuera uno de ellos:
—Sé que estáis cansados aunque no estéis haciendo nada, pero ahora eso va ha cambiar, como me dijo un gran amigo, que aunque lo haya lastimado es mi amigo, siempre hay que dar lo mejor de uno mismo así que eso haremos y el que no lo haga lo echaré del equipo.
—Entendido. Grité.

—entendido. Dijeron todos con un tono de miedo.

Todos ya estaban listos y con fuerzas para salir otra vez a " luchar" cuando me encontré a Rayan mirando por una ventana y sin decirle nada lo abrace por la espalda y le dije:
—lo siento mucho, sabes que eres un amigo para mí, un poco pesado, pero lo eres. Y le di un beso en la mejilla.

A lo que él me respondió:
—si lo sé, y tú sabes que siempre serás mi pastelito pase lo que pase.

—que no me llames pastelito.

Me miró sonriendo y me dijo:
—lo que tú digas pastelito.
Lanzándome un gesto de mordida.

Empezamos el segundo tiempo del partido y como Rayan estaba bien todos estaban bien y dando el 100% de ellos; estaban dando tanto que al final del partido el marcador había quedado 7-5 ganando nosotros.
Ese día me fui feliz a casa sabiendo que habíamos jugado dándolo todo como una sola persona y ahora creo que entiendo mejor a los hombres.

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