Vacaciones 2

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Para.. Como no, para ayudarla a hacer las labores de la finca,pero no podían ser cosas como: barrer, fregar el suelo o cosas por el estilo, NO, tenía que ,coger y ordeñar.
Primero me levanté y pensaba hacerlo y volverme a dormir pero mi abuela captó mi intención y no pude hacerlo; por lo que tuve que ir a ducharme y arreglarme, como no sabía que tendría que hacer exactamente me puse un mono blanco y unas botas marrones claras,cuando mi abuela me vio así vestida se rió un poco y me llevó a una pequeña casita en la que habían nada más y nada menos VACAS, mi abuela se puso un gran delantal y unas botas de pantano.

Lo primero que teníamos que hacer era ordeñar una vaca, a primera vista parecía bastante fácil y más cuando mi abuelita lo hizo para enseñarme pero lo gracioso fue cuando me tocó a mí. Ay dios, quien hubiera sido el afortunado de haber visto esta escena. Empecé sentándome en un pequeño blanquito que estaba casi debajo de la vaca que parecía buena gente, pero jaaaaaaaaaaaaaaaaa, solo lo parecía. Empecé acariciándola suavemente para que me cogiera confianza pero solo con medio tocarla ya estaba empezando a mugir y a quererse escapar. Cuando empecé a ordeñarla la leche caía a un cubito pero entre más la ordeñaba más se movía y cuando menos pensé dio un salto y me tiró encima de una montaña de caca de vaca, ( ya os podéis imaginar cómo me quedo la ropa) y encima;el cubo de leche me cayó encima de la cabeza. Mi abuela no paraba de reírse al verme ahí tirada toda sucia,
se compadeció de mí y lo siguió haciendo ella, pero la vaca asquerosa de ella si se dejaba tocar, será asquerosa la vaca. Me fui a duchar (otra vez) y cuando salí, mi abuela ya tenía dos cubos llenos de leche, pero no se había reído lo suficiente de mí que me mando a coger los huevos de las gallinas, en esta labor no me pudo ayudar, porque tenía un problema con las cañerías de la casa, así que me tocó a mí aprender solita a hacerlo.
Empecé cantándoles a las gallinas porque un día leí que eso las relajaba, pero quien habrá sido la persona que escribió esta mentira. Cuando entre al granero las gallinas empezaron a revolotear por todas partes pero no fue eso lo más malo si no que, me olvide y no cerré la puerta, así que ya podéis imaginar lo que pasó . Sí, se salieron todas las gallinas. Cuando ya estaban afuera, aproveche y cogí algunos huevitos, después salí a cogerlas pero no fue tarea fácil, al salir las gallinas ya estaban monte arriba y no me dio tiempo de pensar que hacer por lo que salí corriendo tras ella pero eso solo lo empeoró, y corrían cada vez más, al ver que todo lo que hacía estaba mal me senté en un banco que había bajo un árbol agitada de correr tanto y no coger a una gallina. Cuando de la nada escuche:
—¿Necesitas otra vez de mi ayuda ?
No sabía de dónde venía la voz cuando me di cuenta de que era el capataz que estaba trepado en el árbol donde me había refugiado del sol, me dijo que había visto mi espectáculo con " mis amigas las gallinas" y que le daba lastima por lo que me ayudó a cogerlas y a meterlas de nuevo al corral cuando las metimos todas, me acordé de la canastilla con los huevos pero cuando llegué no habían huevos sino pollitos, el capataz se reía de mí porque todo lo hacía me salía mal, cogí los pollitos y los metí al corral pero cuando salí todos salieron detrás de mí, el capataz me explicó que eso lo hacían porque fui yo la primera presencia que vieron así que creían que yo era su madre. Me parecieron muy tiernos pero los encerré en el corral con las demás gallinas.
Mi abuela llegó donde mí y me preguntó por los huevos, le conté lo ocurrido pero solo se reía junto con el capataz, me enfadé tanto que me fui para mi habitación.
Ya eran las cinco de la tarde y me estaba echando una siesta, tan tranquilamente cuando empecé a sentir algo que me trepaba por la pierna y era de una textura muy suave, siguió subiendo hasta llegar a mi brazo; me desperté a mirar qué era cuando me di cuenta de era una tarántula, estaba tan asustada que no sabía qué hacer, entonces empecé a gritar como loca cuando llegó mi abuela y me dijo que era manolita; su mascota.( ¿A quién se le ocurre tener una tarántula de mascota?) sí, solo a mi abuela, no podía tener un gato o un perro o incluso una gallina.
Me levanté de cama y me fui a dar un paseo, cuando me encontré con el capataz que ya lo conocía hace dos días y no sabía su nombre. Él,creo ,que pensó lo mismo porque me dijo:
—por cierto mi nombre es Jacobo. Sonriendo.

Le dije que me llamaba Ana y le devolví la sonrisa, ya se había hecho de noche por lo que nos despedimos y me fui a dormir.

Hola, pobre Ana todo lo que le pasa, pero por suerte ya se acabo ese día.
En este capítulo me centré en Ana pero en el próximo aparecerá más Jacobo.
Y Ya saben ,comenten.

Gracias por leer🐣🐣

Nuestro amor es imposible Donde viven las historias. Descúbrelo ahora