Situaba mi cabeza en algún sitio del bar, agachada, triste y desdichada, de nuevo una mujer había hecho su magia, su jugada, que había destrozado de nuevo mi estúpida bomba de sangre, si, esa que algunos llaman corazón, a veces dicho órgano puede ser marcado a fierro, y lo volvía a hacer, de nuevo empezaba a caer.
El lugar era obscuro, un olor extraño, acimo y nauseabundo se espacía por el lugar, no sabía que hacer o hacia donde mirar, me sentía ajeno, animal, en fin, estaba fuera de lugar. Por mi mente pasó la idea de abandonar el recinto de vicio y perversión, hacerlo pronto, pues el lugar no encajaba conmigo, parecíamos estar en polaridades totalmente diferentes, algo así como un ácido y una base, no sé si me entiendas.Mis piernas se comenzaron a estirar e hize el gesto de salir por la puerta e irme a mi casa, a mis penas ahí con alcohol ahogar, pues nunca he amado tomar fuera de ella, miedo quizá, a perderme y nunca más poder volver a encontrarme.
Salí por la parte de atrás hacia un callejón obscuro, lleno de felinos que parecían devorarme con la mirada, sus ojos se posaban en mi tales lobos a punto de acabar con su presa, y volví a replantearme la idea de regresar al bar, pero decidí al final avanzar. Me había perdido de nuevo, pero justo al llegar al sitio sin salida, vislumbré una chica que no parecía estar perdida, avancé hacia ella y decidí preguntar:
-Hola, disculpa, estoy perdido ¿Conoces la salida? - Pregunté con voz seca, con un dejo de timidez e inherte.
- Podría ayudarte a encontrar la salida- Dijo ella -Pero probablemente deberías hallarla tú mismo.-
Parecía estar ahí desde hace poco, pero también detonaba confianza en lo que hacía y lo que decía, tenía un rostro angelical, cabello rojo cenizo que parecía estar ardiendo, ojos de un color azul que brillaban aún sobre la obscuridad de una noche nublada, parecía incluso tener alas... no se vislumbraban bien, pero sí, eran alas negras que parecían absorber la obscuridad de la misma noche.
-No hay salida... Nunca la hubo, soy un idiota- Le dije con un dejo de fastidio, pues entendí el contexto de su respuesta.-¿Estás seguro?- Me contestó en tono retador -¿Por qué no tratas de bajar por aquí?
Supuse que el alcohol que corría por mis venas había hecho que esto sucediera, no era real, imaginario, un sueño, del que he de despertar. Envalentonado por las copas decidí al abismo bajar, lo último que escuché fue la risa macabra de aquella chica.-Corrumpunt animam, este es el infierno, ahora nunca jamás llegarás al cielo, disfruta del viaje-