Capítulo 3. Un error muy caro

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Capitulo3. Un error muy caro

Tras varios días intentando olvidarme de Iván, pensé que lo mejor sería hablar con el y dar por zanjado el tema, si soy así de tonta. Después de todos sus reproches yo aún tenía la esperanza de poder hablar con el y arreglar las cosas, por lo menos ser amigos, aun que iba a ser difícil, tendríamos que intentarlo, no por nosotros, sino por lo que tuvimos en el pasado, por que aun que no quisiera reconocerlo me dolía estar así con el, acabar de esta manera todo lo bueno que pasamos. Habían pasado seis años, pero volver a verlo removió algo en mi interior que hacía mucho que estaba ahí, latente, esperando para salir en cualquier momento. Decidí ir a verlo a la discoteca, necesitaba saber por qué había sido tan cruel conmigo.

Aquella noche la discoteca estaba llena, actuaba un Dj muy famoso y no cabía ni un alma. La música estaba tan alta que apenas oía mis pensamientos, la gente se apelotonaba en la puerta para poder entrar en la discoteca de moda, las luces de colores me cegaban y no me dejaban ver hacia donde me dirigía, así que pregunté por el a un hombre de seguridad, pero me dijo que estaba reunido y no podía molestarle nadie. No le hice caso y me dirigí a las escaleras por donde se subía a su despacho. Pensaba que no quería verme, que tan solo quería evitarme, al entrar comprendí que estaba reunido de verdad y apuntaban a un hombre con una pistola, parecía que nadie se dio cuenta de mi presencia. Aterrorizada por la imagen intenté salir de allí, pero como no, mi naturaleza patosa hizo que me tropezara con una mesa tirando los vasos que habían en ella. Ahora si sabían que estaba allí. Un hombre me cogió del brazo y acercándome arrastras a Iván dijo:

-Pero que tenemos acá, una linda gatita. ¿Es tu chica?

-No, no lo es, pero quítale las manos de encima. Ella no tiene nada que ver con esto -respondió Iván enfadado.

-Mejor para mí entonces -dijo mientras intentaba que le diera un beso.

-Te he dicho que la sueltes Mendoza -dijo Iván acercándose lentamente a nosotros.

Yo estaba muerta de miedo, no sabía que pasaba, solo que esos hombres estaban armados y tenía a un hombre cogiéndome del brazo que llevaba una pistola en el cinturón. Todos los hombres de allí nos miraban.

-Tranquilo no voy a hacerle nada. Sólo quiero que pase un buen rato conmigo -respondió el argentino metiéndome mano.

Empezó a pasar las manos por mi culo y mi pecho, yo intentaba quitármelo de encima, pero no tenía la suficiente fuerza y las lagrimas me impedían pensar con claridad.

-¡Suéltala de una puta vez! -dijo Iván mas que enfadado.

Yo le miraba suplicando su ayuda, ese hombre me daba escalofríos y no paraba de tocar mi cuerpo. De repente todo sucedió muy deprisa, Iván se acercó a nosotros y le estampó una silla en la cabeza. Los hombres de Mendoza empezaron a disparar e Iván me cogió de la mano y salimos corriendo de allí. Los hombres del argentino nos perseguían, salimos de la discoteca con ellos en los talones. Al llegar a la parte de atrás de la discoteca subimos a su Audi blanco y fuimos por toda la ciudad intentando darles esquinazo. Después de bastante tiempo dando vueltas por la ciudad, al fin conseguimos que nos perdieran y fuimos a su vieja casa, donde sabíamos que no nos encontrarían.

-¿Estás bien? -preguntó cogiéndome la cara cuando llegamos a su casa.

Yo me dirigí a la mesa de la cocina. Tenía ganas de pegarle,abofetearlo y de besarlo, lamerlo. Antes de que pudiera condensar todas aquellas sensaciones en un beso sus manos me cogieron al vuelo y me subieron a la mesa mientras me levantaba el vestido. El Iván que me enervaba se fue dando un portazo y me dejó con alguien a quien no conocía. Olía igual que él, pero sabía más de mi cuerpo que yo misma. El beso que vino fue brutal. Su lengua caliente me acarició los labios y luego se abrió paso dentro de mi boca. Dio un paso hacia atrás. Por poco no se me paró el corazón. Fueron segundos, pero me dio tiempo a pensar casi de todo, excepto en Héctor. Sentada sobre la mesa en las que tantas veces habíamos desayunado de jóvenes con las piernas colgando, con los labios hinchados por la brutalidad del beso que acabábamos de darnos y por el esfuerzo de todos los que vendrían de allí en adelante. Me agarró la cara, jadeó en mi boca y volvió a invadirla con su lengua. Le atraje con mis piernas y después las enredé en sus caderas. Subió la falda todo cuanto pudo y se frotó, alternando la mirada entre el bulto de sus pantalones y mi cara. Asentí. Quería más. Se frotó más fuerte, me mordió el cuello y gimió. Necesitaba tocarle, saber a que sabía, a que olía, como era tenerlo otra vez pugnando por entrar dentro de mi cuerpo y follarme como un animal. Metí la mano entre los dos y la bajé hasta intentar colarla por debajo de la cinturilla de su vaquero.

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⏰ Última actualización: Aug 16, 2016 ⏰

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