capítulo 6

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La mañana siguiente Kagome se había despertado con un molesto y agudo dolor de cabeza, los ojos le ardían por las pocas horas de sueño, pero no deseaba seguir acostada. La mañana intentó parecer lo más normal posible, apenas le podía sostener a su madre la mirada luego de lo que había hecho… era una sinvergüenza. Lo que la hacía sentir un poco, sólo un poco menos mal, era que Kagome sabía que su madre sospechaba ya del inicio de su vida sexual, por comentarios –aparentemente- soltados al aire, pero que ambas sabían la intención que llevaban. Su madre no pretendía prohibirle nada, pero ocasionalmente trataba de recordarle que fuese sensata al tomar decisiones.

Algo que la noche anterior no había hecho.

—Maldición, y todavía debo contarle a Sango— se dijo en voz baja mientras regresaba a su alcoba luego de haber tomado el almuerzo.

Seguro la tonta de Sango no se cansaría de burlarse de ella, ¿cuántas veces se había llenado la boca diciendo que Bankotsu era un idiota y un tipo insufrible con el que nunca, jamás, tendría nada que ver?... sería claramente menos de las que Sango juraría recordar. Joder, pero debía decirle, necesitaba contarle a alguien… o moriría sin entenderse.

Esa tarde la azabache la pasó pendiente de sus libros y su computador, tenía exámenes cercanos y tenía suficiente tarea como para no pensar en nada más; esto, por suerte, no le molestó, ya que Sango o estaría con Miroku o estaría haciéndose bolas con sus propias tareas. Optó por decírselo personalmente.

O.O.O.O.O

Sango sonrió tontamente ese mediodía, al permanecer sentada frente a Kagome, en la enorme cafetería de la universidad.

—Debes de estar bromeando —se aseguró la chica—, ¿verdad?

Kagome guardó silencio y no dejó de verla a los ojos.

La castaña extendió su sonrisa incrédula —Seguro te estás vengando por dejarte sola —dedujo—, ¡pero te juro que no fue intencional! Lo que ocurrió fue que…

—¡Que no, joder!— interrumpió Kagome con voz muy segura pero sin elevar su tono.

Sango se quedó quieta sólo mirándola y Kagome, con los ojos muy abiertos, volvió a asentir. No le mentía cuando le dijo que la noche de esa fiesta ella y Bankotsu tuvieron sexo.

—No— volvió a mencionar la castaña en su último intento por no caer en la broma.

Kagome suspiró derrotada y bajó la mirada… Sango dudaba en creerle, ¿qué pensaría si también le hubiese contado que le hizo un oral en medio de esa multitud? Se ruborizó y tapó su rostro con sus manos al recordarlo.

—No me jodas, ¡es cierto!— aseguró ahora al alzar la voz y casi se levantó con ánimos de pasar sobre la mesa para estar a su lado.

—¿Quieres callarte? Te van a escuchar— reprochó la azabache.

Sango negó en silencio —Pe-pero con un demonio… ¿cómo pasó?— preguntó al sentarse en su lugar y verla sin entender.

Kagome rodó los ojos incómoda —Pues así…

—¿Así cómo?

Los ojos chocolates en dos tonalidades diferentes se encontraron, y ante la insistencia de la castaña, Kagome terminó por desviar la mirada.

—… supongo que… me embriagué.

—¡Te violó!

—¡Shhh! ¡Cállate, tonta!— ahora quien se puso de pie fue Kagome para taparle la boca a su amiga, la misma que había atraído las miradas de la mitad de los presentes.

¿Y por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora