Capítulo 3 - La Revelación

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Soy de las personas que creen que los problemas del trabajo deben quedar en el trabajo, cuando salgo del sanatorio, los problemas allí quedan y prefiero no llevarlos a casa.


Así que decidí despejar un poco mi cabeza y fuí a visitar a mis viejo. Entro en la casa de mis viejos paso por el living, atravieso el pasillo que te lleva hacia la cocina y no encontré a nadie, salgo al patio y veo a mi Papá conversando con mi tío Héctor, me acerco, los saludo y pregunto por mi Mamá, "Esta allá, colgando la ropa". Mientras me alejo para ir a saludar a mi vieja escucho a mi tío decirle a mi Papá "la verdad que de pibes, a pesar de todo, la pasamos bien en La Victoria".


Mi viejo fue un gran Padre, nunca nos hizo faltar nada, pero no era de esas personas muy comunicativas, de hecho yo sabía poco y nada de su vida, de su infancia.Sabía que de niño había vivido en Chacabuco, en el campo, que a los 16 años vino a Buenos Aires, puntualmente a Flores Capital, a la casa de su hermana, mi tía Nelly, que estuvo viviendo allí poco tiempo, y que finalmente junto a su madre, mi tío Héctor y mi tío Miguel se mudaron a una casa en Morón, en el barrio San José.

A mi abuela, de parte de mi Papá, prácticamente no la conocí ya que ella murió cuando yo era muy chico.

Me dí vuelta, lo miré a mi tío Héctor y le dije "¿La Victoria?"Si... la estancia donde nos criamos con tu Papá. – dijo mi tío¿Tienen fotos de esa época? Pregunté."No! Las fotos eran para los ricos, nosotros éramos muy humildes, cuidábamos la estancia, criábamos los animales y vivíamos todos en el casco de la estancia, en un viejo rancho."

Estancia la VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora