Grandes enseñanzas en pequeños momentos

164 4 0
                                    

Cuando tratas de relatar una historia que ha impactado mucho tu vida, es difícil saber por dónde empezar porque uno no se puede dar cuenta cuál fue el momento exacto donde inició todo para desatar aquellos acontecimientos impactantes que marcaron tu vida.

Recuerdo un día que estaba sentada en el patio del colegio cuando tenía 13 años y veía en silencio a todos mientras mis amigas charlaban espontáneamente. Me había perdido en mis pensamientos mientras observaba como las chicas y chicos de mi colegio cambiaron de golpe su personalidad con la llegada de la pubertad o la influencia y presión social que existía desde tan corta edad. Lo que me pareció peculiar fue que había ciertos aspectos que no cambiaban, como por ejemplo Laura. 

Ella estaba en mi grado pero en otro paralelo; había cambiado mucho desde que entramos a secundaria. Antes era de las niñas alegres que defendía a cualquiera que era bulleado pero cuando le llegó la pubertad y empezó a desarrollarse físicamente, cambió completamente. Tenía a casi todos los chicos detrás suyo porque obviamente todos estaban hipnotizados con sus cambios físicos pero eso influyó en su personalidad. Claramente, se creyó superior por toda la atención que recibía y comenzó a tratar mal a las otras niñas que eran más "feas" que ella; pero al verle ese día en el patio hablar con un chico, seguía haciendo las mismas muecas cuando contaba un chiste o le causaba gracia ciertas cosas que lo hacían cuando estábamos en primaria.

Esto me comenzó a causar intriga respecto a muchas cosas. ¿Por qué hay ciertas cosas, gestos, hábitos o lo que sea que nunca cambian? ¿En qué momento se definió que sería así? ¿Qué cosas son las que realmente cambian? Pero solo tenía 13 años y mi pequeño momento filosófico se fue el instante que mis amigas me dijeron "vayamos a jugar basketball".  Lo que no sabía en ese momento es que volverían estas preguntas a mí después de que me rompieran el corazón algunos años después.

Esa es la razón por la que empecé con este embrollo. Luego de que me rompieran el corazón, llegué a casa y comencé a cuestionarme cuál fue el primer momento donde dejé entrar a mi vida a este chico. ¿En qué momento permití que sea parte de mí y ahora de mis recuerdos?

Eventualmente de una reflexión profunda y muchas lágrimas derramadas, me di cuenta que fue cuando tenía 8 años. Que edad más bonita e inocente para dejar entrar a alguien a tu corazón, sin saber que esa persona te destrozaría hasta el alma.

Recuerdo que estaba sentada en el aula y no sabía qué poner en mi hoja, estaba completamente en blanco. El profesor nos había entregado unas hojas a cada uno y teníamos que escribir qué es lo que deseábamos o queríamos hacer en el futuro. 

Ya estaba terminando la clase y mi hoja aún no tenía nada escrito, no se me ocurría nada interesante. La verdad, más que interesante, tenía tantos sueños que no sabía cuál escoger. Quería ser doctora, veterinaria, profesora, cocinera e incluso uno de mis sueños era tener mi supermercado. Sin embargo, ninguno me parecía impactante o no sentía esa emoción por ser lo que soñaba. 

Ya estaba por tocar el timbre de salida y la mayoría del curso ya tenía sus cosas listas para irse. Cuando todos se fueron, solo nos quedamos sentados en nuestros lugares Fabrizio y yo. Él era un chico muy tierno y divertido. Más que todo divertido, siempre hacía reír a la clase de una u otra manera. Yo muy pocas veces había hablado con él. Nunca me animé y tampoco me llamó la atención ir a jugar con él porque a él le gustaba jugar fútbol, a mí basketball. Aunque a veces estábamos en el mismo equipo de juego cuando salíamos a jugar en el recreo con nuestros amigos de curso. 

Esta vez, como éramos los únicos en quedarnos en el aula, me sentí diferente y decidí ir a hablarle; con diferente me refiero a que ya estaba aburrida y ya no quería darle vueltas a la pregunta sobre qué quería hacer en un futuro. Así que me levante de mi lugar y fui a sentarme a su lado. Él me miró pero volvió la vista a su hoja. Al acercarme hacia él para ver lo que había escrito, me di cuenta que de igual manera estaba en blanco o al menos lo que alcance a ver.

AliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora