II

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–Gold... Gold, despierta por favor.– Retomando consciencia, Gold escuchó una voz femenina muy familiar.

–Mm...– Murmuró Gold abriendo lentamente los ojos.

–¡Gold!– Exclamó la dueña de la voz, Crystal bastante alegre por ver bien a su amigo.

–¿Dónde estamos?– Preguntó Gold viendo rocas, rocas y más rocas a su alrededor.

–En una cueva del monte Plateado, una fuerte corriente de viento nos arrastró hasta aquí.– Respondió Crystal mientras Gold se sentaba.

–¿Tu me salvaste?– Preguntó Gold recordando que estaba cayendo hace unos instantes.

–Em, se podría decir que sí.– Respondió Crystal preparada para los reclamos de Gold.

–Muchas gracias.– Agradeció Gold con una sonrisa sincera.

–¿Estás hablando en serio?– Preguntó Crystal muy sorprendida.– Espera un "me pude haber salvado solo" o algo por el estilo.

–¿Eh?– Gold no entendió la referencia de Crystal.– Te lo agradezco de verdad.

–No hay de qué, supongo.– Respondió Crystal pensativa y algo confundida.

–Pichu.– Mencionó Pitaro acercándose con Pichu de la mano.

–Me alegro de qué estés bien.– Sonrió Gold acariciando las cabezas de ambos Pokémon.– Gracias por cuidarlo Pichu.

–Pichu.– Respondió Pichu con una sonrisa coqueta, pues estaba enamorada de Pitaro.

–¿Gold, estás bien?– Preguntó Crystal bastante sorprendida por la tranquilidad del joven de ojos dorados.

–Claro, después de todo tu estás conmi...– Respondió Gold poniéndose nervioso al final.– Digo... si, todo está bien.

Crystal solo abrió bien los ojos, eso era extraño y confuso. ¿Por qué Gold estaba tan tranquilo y educado? Seguramente era por la caída, sí, eso debía ser.

Gold procedió a levantarse y se dirigió a la salida de la cueva, pero notó que estaba lloviendo muy fuerte y corría un viento bastante brusco, que no les permitiría volar ni salir de dicho lugar. Resignado volvió donde su amiga, quien acariciaba a los Pichu mientras pensaba. Su estómago rugió, por lo que, avergonzado se rascó la nuca.

–Lo siento.– Se disculpó Gold por el sonido de su estómago.

–N-No hay problema.– Negó Crystal saliendo de trance.– Traje algo de comer.

–Siempre estás preparada Chris, eres genial.– Comentó Gold sonriente recibiendo una bola de arroz.

–Por algo me dices chica seria.– Remarcó Crystal comiendo.

–Ahora que lo mencionas...– Mencionó Gold.– ¿Te molesta ese apodo?

–Claro que sí, por algo lo usas, para molestarme.– Respondió Crystal.

–Entonces ya no te llamaré así nunca más.– Indicó Gold apenado.– Solo serás Chris.

–Gold, me estás asustando.– Señaló Crystal mirando con los ojos bien abiertos a su amigo.

–Lo siento Chris, no era mi intención.– Se disculpó Gold incluso sin saber la razón.

–No importa.– Sonrió falsamente Crystal.– ¿Quieres la última bola de arroz?

–No gracias, cómela tú.– Respondió Gold cortésmente.

¿Qué estaba pasando? Crystal estaba muy confundida, y con cada palabra se convencía más de su hipótesis. Producto del ataque, Gold se golpeó la cabeza, sumándole la caída, estaba pasando por un pequeño trastorno que pronto volvería a la normalidad.

Cayó la noche junto a un gran tormenta eléctrica. Truenos y relámpagos asustaron a Crystal quien estaba sentada abrazando su Pichu junto a unas rocas. Gold estaba en la salida de la cueva admirando la lluvia, con Pitaro a su lado durmiendo. Al notar que Crystal la estaba pasando mal, se le acercó.

–¿Tienes frío?– Preguntó Gold tocando la piel de la chica.

–Un poco.– Respondió Crystal.

–Ten, no es mucho pero servirá algo.– Gold le entregó su poleron.

–Pero tu tendrás frío.– Indicó Crystal preocupada.

–No te preocupes.– Respondió Gold con una sonrisa.

–¿Vas a dormir?– Preguntó Crystal con algo de miedo.

–Si.– Asintió Gold sentándose apoyado en la pared.– ¿Pasa algo?

–No te rías pero... me asustan los truenos.– Respondió la chica mirando al suelo por vergüenza.

–¿Reírme?– Preguntó Gold sorprendido.– Pero si todos tenemos miedos.

–Se supone que tu no tienes.– Remarcó Crystal al presumido de Gold.

–Claro que si. Ahora ven para que no tengas miedo.– Contestó Gold.

Quedaron de tal manera que Crystal estuviera apoyada en el pecho de Gold. Ambos Pichu al lado de su correspondiente entrenador ya durmiendo.

Crystal cerró los ojos mientras el color rojo se apoderaba de sus mejillas. Las mejillas de Gold ganaban la competencia. ¿Gold sonrojado? Sin duda algo estaba pasando. El joven criador estaba pensativo mientras acariciaba a Pitaro con una mano, y con la otra el cabello de Crystal para tranquilizarla.

Tu Esencia [Mangaquestshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora