Capítulo 2

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Hugo

El peor día de la semana para mí, es el lunes, por cierto, hoy es lunes. Sé que la mayoría también los odia, pero yo los aborrezco, hoy inicio el tercer semestre en esta facultad. Odio mi horario, son demasiadas clases por día, y por si fuera poco, dos de las ocho materias sera impartida por Antonio, el peor maestro que pude haber conocido; gruñón, irritante y parece que tuviera un imán que lo atrae a mi, desde el primer día que llegue supe que me odiaría. Pero en fin, todo tiene su lado bueno y en mi vida existe un día que me hace olvidar el lunes como un trago amargo, el sábado, sé que la mayoría también considera los sábados como el mejor día, porque significa fiesta, excesos y diversión, pero para mí, los sábados significan una mañana tranquila, escuchando Panda, tomando alguna bebida y arreglando motocicletas en el taller de mi tío, también significa un día libre de Antonio.

No se porqué termine en la carrera de diseño web, pero me atrae mucho la idea de que las motocicletas funcionen mediante computadoras.

Son las cinco treinta aproximadamente y voy en camino al estacionamiento, es curioso pero solo hay dos cosas que me quitan el fastidio de un lunes, una de ellas es viajar en mi motocicleta sin contar el tiempo, lo único que importa es escuchar el motor de mi Harley y sentir el aire azotando en mi ser, por lo general hasta que termina la hora azul. La segunda cosa que me gusta hacer y me relaja, es visitar a mi chica, Mónica Vázquez. Una de las cosas que más me gustan de ella es su paciencia, y es algo que le sale muy bien, nuestros gustos son totalmente diferentes pero ella es el estabilizador que hace que esto funcione. Supongo que este día iré a visitarla ya que me he distanciado un poco de ella, en parte es culpa mía, he pasado más tiempo en el taller de lo que debería, pero mi pasión hacia las motocicletas es casi tan grande como lo que siento por Mónica.

Subo a mi motocicleta y me dirijo a una floreria que quede lo más cerca posible de la casa de Mónica, a ella le gustan este tipo de cosas, el problema es que yo odio esos detalles. A punto de abrir la puerta de la floreria me arrepiento y regreso a mi motocicleta.

Me encuentro en la puerta y toco el timbre, se escuchan el sonido de unos tacones y se abre la puerta, quien abre la puerta es Alicia, la madre de Mónica. Sinceramente puedo decir que Alicia es una persona muy agradable, o al menos eso pienso, realmente no hablo mucho tiempo o de muchas cosas con la gente, con los que tengo más contacto casi siempre son los clientes del taller, mi tío y Mónica.

-¡Hugo! -dice Alicia

-Buenas tardes señora Alicia -respondo

-Ya casi noches Hugo, por cierto, ya sabes que puedes decirme solo Alicia.

-Está bien, intentaré mejorar eso, ¿Se encuentra su hija?- pregunto.

-¡Claro mi vida!, pásate y ponte cómodo, iré a hablarle, quizá se este duchando- dice ella mientras sube las escaleras

La casa de Mónica es una mansión a comparación del departamento que rento, su sala es de cuatro piezas, cada una tapizada con vinipiel color chocolate, al centro una mesa de cristal donde hay arreglos que también son de cristal, muy finos por lo que parece, todo esto arriba de una alfombra color café con líneas blancas, si bien lo pienso esta sala es más fina y costosa que todo mi apartamento, yo solo tengo un sillón puff de color rojo y una pequeña mesa de madera donde coloco las revistas y las botellas de cerveza o bebidas.

Han pasado quince minutos desde que Alicia subió las escaleras a buscar a Mónica, se escuchan pasos en el corredor de arriba y volteo a las escaleras, mi corazón comienza a latir más rápido y siento que el tiempo corre más lento mientras ella baja escalón por escalón, usa una blusa rosa y unos jeans ajustados, su cabello es color castaño rojizo largo y ondulado, desde que la conozco siempre ha tenido su cabello de esa manera, aunque Alicia en cierta ocasión me mostró fotos de ella donde tiene el cabello de color castaño claro, al preguntarle la razón, ella me respondió que ese era el color natural de ella, lo que hizo que Mónica se sonrojara y se disgustara un poco.

Mónica se encuentra ahora frente a mí y me apresuro a sacar las flores de su caja pero sin mostrárselas

-Hola Mónica -digo.

-Hola -responde.

-Te noto molesta, ¿Te pasa algo? -pregunto. Aunque es claro que está molesta, y también se la razón -¿Acaso es porque no te he puesto suficiente atención?

-No, sé que tienes que atender el taller de tu tío y no debo interponerme, además solo han pasado dos semanas de la última salida que tuvimos -responde.

-Disculpa, no sé qué decir -digo. Realmente no tenía excusa alguna, Mónica  es una chica que necesita atenciones y un chico que siempre este cuando ella lo necesita.

-Bien, si quieres que te perdone tendrás que llevarme al cine, a comer y quizá ir de compras -dice con un pequeño puchero.

-Me parece razonable, pero con una condición -digo

-¿Cuál? -pregunta

-Yo escojo la película, el sábado se estrena "Cementerio siniestro" -respondo.

- No, seguro es una película de terror y comedia -gruñe.

- Por supuesto que sí, -respondo. Parece que ya no está disgustada, es lo bueno de tener a Mónica Vázquez de novia, siempre se puede solucionar hasta el más grande problema cediendo al chantaje y recompensándola por los errores que suelo cometer, o al menos hasta ahora, es lo que más me ha funcionado con ella.

Después de solucionar las cosas con Mónica, dimos un paseo por la ciudad y paramos en un restaurante, cenamos y la lleve a su casa, planeamos todo lo que haríamos el sábado de principio a fin y me despedí de ella. Ahora voy camino a mi casa, quizá intente hacer la tarea que encargo Antonio, tendré que hacer todo lo posible para evitar la detención el sábado y así cumplir con mi promesa.

OpenWorld [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora