Hugo
Normalmente no hago lo de ayer, y ya recordé porque. Después de apiadarme del chico de OpenWorld se ha ido sin más, en fin, no pienso volver a entrar, ya tengo la estúpida tarea de Antonio, hoy le digo adiós a esa estúpida red.
—Aquí está, la última conversación que me faltaba. —le enseño el celular a Antonio.
—Perfecto. —sonríe. —¿Te divertiste?
¡Dios, dame paciencia! Si vuelvo a decir lo que pienso este idiota me pondrá a hablar con otros mil usuarios.
—Sí, muy divertido. —gruño.
Hoy es de esos días en los que siento que el salón se encoge conforme va avanzando el tiempo, es de los pocos días en los cuales me arrepiento de no tener ningún amigo, no siempre he sido así, recuerdo cuando estaba en primaria, tenía amigos a montones, después vino lo de mis padres y todo mi mundo se derrumbó. En la preparatoria tenía un profesor que siempre me decía que un día explotaría por todo lo que me guardo adentro, supongo que tiene razón, pero tengo algo para vaciar mi cuerpo.
—¿Hugo? —Mónica contesta al segundo timbre.
—Hola guapa. —saco mi mejor lado. —¿Qué harás en la tarde?
—Salgo de la oficina y me voy a casa, como todos los días. —se queja. —¿Por qué?
—¿Te recojo para ir a mi casa cuando salgas? —pregunto. —Necesito un poco de cariño nena, tú sabes a lo que me refiero.
—Claro, aquí te espero, Hugo. —murmura. Antes de que pueda volver a decir algo, ella cuelga.
No puedo estar en mi cuarto, camino de un lado a otro en el taller tratando de despegar mi mente. Mi tío Andrés lleva dos días de viaje, fue a México a visitar a nuestros abuelos, tuve suerte de utilizar a la escuela de pretexto para no ir, ahora me arrepiento un poco. Mis manos sudan, las froto en mis pantalones tratando de calmar mis ansias. —No pienses en ellos, no pienses en ellos. —Me repito varias veces, pero no funciona. Monto mi motocicleta y comienzo a conducir rumbo al trabajo de Mónica.
Mónica tarda alrededor de quince minutos en salir de la oficina, sonríe de oreja a oreja cuando me ve montado sobre la motocicleta.
—Me extraña que seas tan puntual. —dice.
—Te necesito nena. —la tomo por la cintura y la beso con rapidez.
—Lo olvidaba. —se separa de mí. —Por eso viniste hoy. Bueno, será mejor irnos, no quiero desvelarme esta noche. —sube a la motocicleta.
Mónica se aferra a mi espalda, conduzco lo más rápido que puedo, normalmente hago diez minutos de camino, pero esta vez en menos de cinco ya estamos en mi casa.
—¿Quieres algo de comer? —pregunto en cuanto entramos a la casa.
—No gracias. —contesta. —¿Dónde está tu tío?
—Se fue a México esta semana.
—Entiendo... ¿Quieres hacerlo ya? —se quita el suéter.
—¿Estas molesta? —odio que este molesta antes de tener sexo, después no rinde igual.
—A veces me siento utilizada. —admite. —Quisiera poder sentir que en verdad me amas, que soy más que unas bonitas piernas que se abren cada vez que necesitas desahogarte.
—Eres mucho más que eso. —contesto.
Paso mi mano por su mejilla y la acerco hacia mis labios, ella pasa sus brazos por detrás de mi espalda, mi respiración comienza a volverse más rápida, mi lengua busca la suya, sus labios son suaves y dulces, le doy unas pequeñas mordidas y ella se estremece entre mis brazos, la tomo por la coleta de caballo y la jalo hacia atrás, saboreo su cuello con mis labios, ella me saca la playera de golpe y se aferra a mi espalda desnuda, le voy desabrochando los botones de su camiseta sin dejas de besar su cuello, poco a poco me voy agachando y dejo besos por todo su pecho y abdomen, me pongo de rodillas y desabrocho su pantalón, lo deslizo por sus muslos dejándola solo en bragas, ella se quita la blusa.
—Yo también te deseo. —gime.
Vuelvo a ponerme de pie y saboreo sus labios, ella lleva sus manos hasta mi pantalón, acaricia suavemente mi miembro por encima de este, suelto una risita, me lo desabrocho y me lo saco por las piernas. Ella se arrodilla frente a mí y suavemente va deslizando mi bóxer hasta el piso, toma mi miembro con ambas manos, la corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo en cuanto siento su boca en él, me concentro en no terminar tan deprisa. La tomo por los hombros y la pongo de pie, en sus besos puedo sentir mi propio sabor. Desabrocho su sostén dejándola completamente al desnudo, me siento sobre el sofá y comienzo a buscar en las bolsas de mi pantalón el preservativo, me lo pongo lo más deprisa que puedo y la ayudo a sentarse sobre mí. Doy un respingo de placer al sentir como va entrando mi miembro en ella, pongo mis manos sobre mi nuca dejando que Mónica haga su parte, ella se menea como una diosa, me hace gemir de placer unas cuantas veces, pongo mis manos sobre su cadera y comienzo a moverla más rápido, es entonces cuando mi cuerpo se vacía.
—Ya no puedo seguir haciendo esto, Hugo. —dice Mónica después de terminar de vestirse.
—¿De qué hablas? —paso mi playera por el cuello.
—Estoy harta de ser tu pañuelo, es lo único que he sido durante estos dos años. —se sienta en la esquina del sofá. —No te estoy reclamando nada, yo soy la única culpable.
—Mónica...
—¡No! —grita. —déjalo así Hugo.
Quiero pedir perdón, en verdad quiero hacerlo, pero simplemente no me salen las palabras, es extraño, porque ayer lo hice con el chico de OpenWorld.
—Es mejor terminar. —busca su bolso y camina hacia la puerta.
—¿Estas segura?
—Si. —murmura y sale de la casa.
Me siento una mierda, talvez tenga razón, solo la use durante este tiempo. Si se quiere ir igual que todos que se valla a la mierda, total quien necesita una novia.
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OpenWorld [Pausada]
Teen FictionOpenWorld es la red social creada por el campus universitario más prestigioso de la ciudad. Su principal función es que los alumnos de nuevo ingreso socialicen y conozcan a sus compañeros de las diferentes carreras sin necesidad de pasar un momento...