Capítulo 23

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POV FREYA

Recuerdo que cuando iba al colegio, la directora me mandaba con la psicóloga para que evaluaran mi estado mental, a mi padre por supuesto no le hizo mucha gracia, no quería que me metieran ideas y principios diferentes a los suyos, pero no tuvo más remedio que acatarlo cuando directora lo amenazó con denunciarlo por crearme traumas infantiles, nunca entendí porque dijo aquello, y para ser honestas aún no lo entiendo.

Los psicólogos son personas que se encargan de entrar en tu mente, comprender el porqué de tu actitud tímida o agresiva, depende el problema de cada persona, te ponen a prueba constantemente, haciéndote preguntas con trampas y enseñándote manchas, tu mente relaciona esas manchas con algún suceso que haya marcado tu vida, un animal, una persona o una acción que le da una pista de lo que pasa con tu cabeza, la psicóloga en sí, era buena en lo que hacía, veía entrar niños con varios trastornos, a mi parecer tontos, con las semanas sus comportamientos cambiaba, ella los "ayudaba" y quería hacer lo mismo conmigo, la diferencia entre esos niños manipulables y yo, era que ella no podía ver nada en mi, ella terminaba frustrándose, había oído que ella escribía cosas en su libreta, conmigo no había tenido oportunidad de utilizarla, todas las hojas con mi nombre escrito con una bonita caligrafía, estaba en blanco.

Al final terminó hablándome sobre el arrepentimiento, el sentir culpa cuando terminas de hacer algo que estaba mal, el arrepentimiento es un cambio en la forma de pensar, yo nunca me he arrepentido de nada en mi vida, no siento remordimiento alguno, ni cuando maté a mi madre y hermana, ni mucho menos cuando le quité la vida a la novia de mi hermano, no creo en el arrepentimiento, creo en los hechos y las consecuencias, es decir, si no hubiera hecho lo que hice, mis hijas e incluso Darío estarían en la situación que yo estoy, esforzándome por respirar, aguantando el ardor en mis pulmones, creo en las causas, en los daños colaterales, no creo en la culpa, ni siquiera creo en el bien o el mal, porque al fin y al cabo, lo que crees que está bien, están mal para otros, en una guerra, ninguno de los bandos dirán que ellos son los malos, para su pueblo, ellos son los héroes y lo enemigos los villanos, pero tal vez, solo tal vez, yo siempre seré la villana, es la única explicación que encuentro para estar en este estado, en la oscuridad, mi infierno, por una vez en paz, pero por mucho que me gustaría quedarme así, sencillamente no puedo hacerlo.

Piiii, piiii, piiii.

Llevaba horas escuchando ese molesto sonido que no me dejaba pensar con tranquilidad, siento una molestia en mi nariz porque al parecer alguien metió dos cosas que expulsan aire, reteniendo el estornudo que mi cuerpo quiere expulsar pero no puede, una especie de pinza o algo por el estilo apretaba ligeramente (sin llegara hacerme daño) mi dedo índice, intenté abrir los ojos cuando sentí algo frío en el pecho y por fin retiraron esa molesta cosa del interior de mis fosas nasales, intenté mover mis manos para abrir yo misma mis párpados, pero no conseguí nada salvo que ese molesto pitido aumentara la velocidad que lo hacía mi cabreo, esto es frustrante.

Escucho unos pasos alejarse a la vez que otros se acercan, de pronto ese pitido deja de sonar, escucho la voz de una mujer murmurar cosas que no alcanzo a entender, me gustaría decirle que hable más alto para que pueda escucharlo mejor pero de mis labios solo salen pequeños gemidos roncos, mi garganta se siente como si tuviera cuchillas clavadas, el dolor incrementar por cada sonido que de ella sale.

– ella ha despertado!

Esa voz se escucha tan lejana y distorsionada que no logro reconocerla, de pronto un fuerte olor a medicamento llega a mi, revolviendo mi estómago vacío. Estoy en un hospital. Lo cual es comprensible, dado que hace unas horas me desmayé en la sala de mi casa, lo que sigo sin entender es....¿porque no me duele nada? Intento hacer el intento de abrir los ojos y gracias a Dios responden con normalidad, lo malo es que me veo obligada a cerrarlo pues una luz blanca acaba de cegarme completamente, solo soy capaz de ver unas manchas blancas que se mueven de un lado a otro aún con los ojos cerrado, así que no me queda más remedio que tantear mi pierna en busca de la herida, tal vez si la toco, sienta esa punzada que al parecer soy incapaz de sentir, pero no logró dar con la herida, tanteo mis piernas con ambas manos solo para sentir mi piel caliente y lisa, ninguna venda ni agujero en mi piel, ni siquiera siento los puntos que deberían estar ahí.

DANGEROUS: RESURGIR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora