"Nos vamos a casar."
La delgada y tranquila voz de la forense resonó en su cabeza como un grito en un cuarto vacío. Se movió mecánicamente para alzar su copa junto al resto de los invitados, pero al movimiento siguiente, en lugar de vaciar su contenido, simplemente la dejó sobre la mesa, aun aferrado firmemente al cristal del objeto. Perdió sus ojos inexpresivos en el líquido burbujeante que llenaba su copa.
A su alrededor, todo era júbilo y felicitaciones. Molly y Tom recibían besos, abrazos y buenos deseos por montones, sonriendo y respondiendo cada una de las preguntas sobre cómo, cuándo, dónde se llevaría a cabo el evento. Sin embargo, poco a poco la atención de la novia se fue desviando y con progresiva inquietud comenzó a buscar a través de sus amigos a ese "algo" que le faltaba. Y es que entre tanto afecto, faltaba racionalidad y comenzaba a echar en falta las palabras frías de alguien que bien sabía, se encontraba en la habitación. El doctor Watson, que entre bromas advertía al novio sobre lo que se venía, también notó la ausencia silenciosa de Sherlock Holmes, por lo que en paralelo, inició la búsqueda del detective, dando con él casi de inmediato. No le costó escabullirse, ya que sin ser el centro de atención, nadie notó que se alejaba con decisión a ver al hombre que,a pocos metros de distancia, parecía de piedra.
-¿No vas a saludar a Molly? - Preguntó el doctor, como si no entendiese la actitud de su amigo.
-¿Perdón? - solicitó el detective, aun perdido entre su mundo interno y la realidad.
-Molly y Tom, Sherlock. Todo el mundo los ha ido a felicitar, menos tú. -Insistió Watson
-Pues si todos los han felicitado, no veo que diferencia pueda hacer otro par de palabras ensayadas en medio de tantas otras igual de vacías - concluyó, abriendo los ojos.
En ese momento, la forense se acercaba a ellos, con una sonrisa tímida entre los labios. Miró a Sherlock, pero este esquivó sus ojos.
-¿No vienes, Sherlock? -preguntó, mientras jugueteaba nerviosa con sus dedos -Van a servir pastel.
-No. Gracias, Molly - contestó seco el consultor.
-¿Y tampoco me felicitarás? -cuestionó la chica intentando romper el hielo.
Sherlock la miró y estudió un poco sus palabras antes de decir:
-No puedo hacerlo, Molly. Ya di mis razones en el discurso que hice en la boda de John. No puedo felicitarte por la decisión que Tom y tú han tomado. -Expuso el detective, con una sombra de melancolía que se escondía entre sus palabras.
John y Molly lo miraron algo extrañados. Preocupados, casi. Sabían cuanto le gustaba ser melodramático, pero esta vez era diferente. Parecía realmente afectado por algo que ninguno de los dos se atrevía a adivinar. El silencio comenzó a hacerse incómodo, por lo que el doctor decidió hablar:
-Pues bien. A mí me encantará probar ese pastel.
-Si, vamos - dijo Molly, de forma mecánica.
Dejaron a Sherlock solo y antes de que nadie pudiese notarlo, el detective consultor abandonó el lugar, caminando tranquilo, perdido entre sus cavilaciones.
Watson, a pesar de que se quedó hasta el final de la jornada y se comportó con naturalidad, estaba preocupado por Sherlock. Eran muy pocas las veces en que lo había visto tan encerrado en sí mismo como esa noche, por lo que a la mañana siguiente, que era sábado, decidió visitar al consultor.
Fue recibido con gran cariño por la señora Hudson en Baker Street, quien le invitó una taza de té. El médico aun se sentía en deuda con ella por el tiempo en que la había dejado sola cuando Sherlock "se fue". Se sentó junto a la pequeña mesa de la cocina y luego de las preguntas triviales, pasaron inevitablemente al tema que convocaba al doctor en el apartamento. Hudson, que también había notado el comportamiento extraño de Holmes, optaba por restarle importancia:
-Debe sentirse solo John. Tú te casaste, Molly lo hará. Todos sus amigos han encontrado pareja y el sigue ahí, hablándole a su cráneo. -Reflexionó la mujer.
-Si, señora Hudson -dijo el doctor, dejando escapar una pequeña sonrisa - Pero es Sherlock. A él no... el está ajeno a este tipo de cosas.
-La vida cambia, John. Y a medida de que nos vamos haciendo mayores, las prioridades cambian. Cuando yo tenía su edad, por ejemplo...
-¿Creo que oí a Sherlock? -Interrumpió repentinamente el doctor. No era el mejor momento para las historias de juventud de la señora Hudson. -Si, definitivamente es él -continuó - mejor subo. Gracias por el té -dijo y se marchó.
Subió las escaleras y se encontró con Holmes, recostado en el sofá, mirando al techo.
-No tengo nada. Estoy limpio - Dijo Sherlock, sin prestar atención al doctor.
-¿Qué? ¿De qué hablas? - Cuestionó el doctor, frunciendo el ceño.
-Anoche te quedaste preocupado por mi comportamiento, al parecer has olvidado lo tediosas que son las reuniones sociales para mí; y te apareces esta mañana, recién terminado el desayuno, preocupado con que pueda caer en ciertas conductas del pasado que desapruebas. La respuesta es no. No tengo nada. Mycroft se encarga de limpiar el apartamento cada martes, cuando voy a St. Bart's por los suministros que Molly me entrega para mis experimentos. - concluyó el detective.
-¿Viene él? ¿Mycroft en persona a revisar que estés limpio? -Inquirió curioso el doctor, olvidando las razones que lo habían llevado al lugar.
-No - dijo Sherlock, levantándose repentinamente - envía un grupo de tres a cuatro becarios. Los hace rotar cada dos semanas, este martes vinieron tres, dos hombres y una chica. Ella rompió con su novio el fin de semana. Uno de ellos se siente atraído por ella - expuso, mientras cruzaba a la cocina por una taza de café.
John lo miró sorprendido, mientras el detective buscaba con desinterés algo para leer en el periódico.
-¿Cómo demonios sabes eso? - le preguntó, sentándose frente a él.
-Ah, el martes los invité a tomar el té - respondió con simpleza, luego movió los ojos por un segundo y reconoció su error: -Quizás no debí contarte eso. Pero aun no me dices que haces aquí - solicitó, cambiando a un tono más agresivo.
-Vengo... quería... - Comenzó titubeante - Ufff... -miró al techo por un segundo y tomó aire: -¿Qué pasó anoche, Sherlock?
-Tú deberías saberlo, te quedaste hasta el final.
-No me refiero a eso - Refutó el doctor, buscando el modo de afrontar esa conversación: -¿Qué te pasó a ti anoche? Y no, no me digas que es normal, porque ambos sabemos que no lo es.
-¡Por el amor de dios, John! - Protestó el detective, rodando los ojos -Nada. No hay absolutamente nada en la velada de ayer que me haya afectado.
-Bien, bien -Se resignó el doctor, jugando un poco con sus manos - Ayer no. Entonces, antes. Sherlock, estoy aquí como tu amigo. Sabes que puedes decirme o pedirme lo que quieras. Pero necesito que confíes en mí.
-Por dios, John. -alegó Sherlock, mientras se puso de pie y arrojó el periódico al piso- Deberías dejar de ver la telenovela de Mary, te estás convirtiendo en la versión rubia de la señora Hudson - Y sin más cruzó la sala y se encerró con un portazo en su habitación.
John, resignado, se levantó y estiró sus brazos. Recogió el periódico y lo dejó sobre la mesita. Sherlock salió apresurado, ignorando por completo la presencia de su amigo. Desconcertado por su actitud, Watson bajó las escaleras tras oír el portazo de la entrada.
-¿Se pelearon? - Preguntó la señora Hudson preocupada, al verlo salir de mal semblante.
-Creo que él se peleó conmigo- contestó el doctor, para luego despedirse.
Hey! espero disfruten esta historia. Seguiremos cada sábado. Dejen sus votos y comentarios, de verdad es super importante saber qué les parece.
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Tú Mereces Ser Feliz
Fanfiction"La persona que más importaba" y "Tú mereces ser feliz, Molly Hooper" son las dos frases que parecen enmarcar la relación entre Sherlock Holmes y la forense de St. Bart's. Todo parece sentenciado cuando ella anuncia su compromiso...