✧ s ᴇ ɪ s

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Estuvo un largo tiempo sentado a los pies de la puerta principal sin creerse lo que tenía que hacer.

Sus lágrimas gruesas ocupaban toda su nublada vista, aquellos labios vivos ahora no eran nada más que pieles agrietadas por tantas mordidas lamentables, sus manos temblaban hasta en el más mínimo músculo, todo por el miedo que tenía. Siempre tuve miedo a perderla, irónico que ahora tenga que dejarla ir, dejarla partir así como si nada. Pero era para mejor... o al menos intentaba convencerse de ello. Porque sabía con exactitud que, sin ella no era nada.

Los mejores momentos los pasé junto a ti, las sonrisas más bonitas me las has dado . Las razones para seguir con la cabeza en alto cada día ha sido porque estaba a tu lado.

¿En qué nos hemos convertido? ¿Este era nuestro destino? ¿Hacernos pedazos con cada griterío? Hay que terminar, o acabarás por matarme y yo a ti.

Pero, ¿podría pedirte un último favor? Para que, en un futuro cuando te recuerde, pueda decir que al menos algo bueno salió de esto. Para recordarte con una sonrisa a pesar de lo malo.

Dos días, dame dos días...

Escuchó un ruido a sus espaldas, la puerta había sido abierta. En un par de segundos se incorporó del suelo sorbando por la nariz y limpiando de manera abrupta las gotas saladas que habían recorrido sus mejillas.

Sus miradas se conectaron en una triste noche nublada.

—¿Sabes que hora es? —habló bajito ella, sin querer acabar ese silencio.

—Ah... No.

—Tonto.

—Lo sé.

Ella rió levemente, Jungkook también.

—Sigo enfadada —anunció Hayeon apretando sus labios un momento. —Pero me preocupe al ver que no estabas. Sabía de sobra que irías con tu amiga Yojin pero no creí que salieras a éstas horas de la noche, ¿sabes cómo estaba cuando no te vi en la cama durmi-...?

Las palabras de Hayeon se vieron interrumpidas dejándolas sin terminar por el aire.

Jungkook había sido rápido plantando un dulce beso en los labios de ella, acallándola. Tomaba entre sus entumecidas manos las suaves mejillas de su amada, con temor de que al soltarlas ella fuera a desaparecer de su lado. Sentían sus labios juguetear de manera inocente entre débiles roces que les quemaba a ambos en lo profundo de sus corazones.

Todo un amor fugaz en un pequeño beso.

—Hannie, voy a necesitar callarte si hablas cosas innecesarias otra vez —murmuró sobre los labios de ella.

—Cállame todo lo que quieras, Jungkook.

Otro beso siguió, y muchos más después de ese.

La cabeza de Hayeon descansaba en el regazo de Jungkook mientras él jugaba con los sedosos cabellos de ella, sintiendo la suavidad en sus dedos. Ninguno de los dos emitía alguna palabra, simplemente querían seguir así eternamente.

—Hayeon, esto no puede continuar así, estamos cayendo cada vez más bajo. Debemos parar, poner un fin a esto —mencionó Kook, con voz angustiada.

—Lo sé —confesó ella. —Pero, ¿estás seguro de querer hacerlo?

Jungkook no supo qué contestar. Si terminaban estarían libre del pequeño encierro que ellos mismos habían creado, pero no estaba seguro. Por supuesto que no lo estaba, ¿qué se supone que debía responder? Todo su ser era un lío de emociones, de insegurades, inestabilidades.

—Dame dos días.

—¿Qué?

—Sabes que es difícil, sólo te pido un tiempo para irme acostumbrando a la idea de que ya no estarás conmigo —suplicó él.

Hayeon pareció meditar por un largo rato las palabras del chico. Al igual que él tenía miedo, y mucho. ¿Qué pasaría después de esto? ¿Dejarían de hablarse, de verse, de si quiera dirigirse la mirada? No quería que acabaran siendo sólo dos simples conocidos luego de haber vivido tanto juntos.

Tampoco podía asimilarlo, también necesitaba tiempo.

—Por supuesto —contestó por fin. —Si llegas a requerir más tiempo sólo dime.

—Con dos días será suficiente, Hannie —sonrió gentil, honesto. Una sonrisa tan sincera que le rompía el corazón a Hayeon.

Siguieron ahí, con sus manos entrelazas, esperando el amanecer de aquel día. Estuvieron toda la noche despiertos hablando del tema, y por supuesto que lloraron cada palabra.

Jungkook elevó sus manos juntas y dejó un cálido beso en los delicados y casi blanquecinos dedos de ella.

—Deberías dormir un poco —dijo él, haciendo sonreír a la chica.

Hayeon se acomodó en el sofá descansando mejor su cabeza en el regazo de él, cerró sus ojos y esperó que el sueño viniera a ella. No tardo mucho, en unos minutos Hayeon ya estaba dormida, tapada con la pequeña manta del sofá.

—Dos días para hacerte feliz nuevamente, osita.

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¿Qué pasaría si les digo que los próximos dos caps son los últimos?👀
No vayan a matarme, ahr.

Gracias por leer💕🙈

-channia.✨

collapsing again » j.jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora