Skype, tu y yo.

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                      Aly.

Me ha respondido, ¡Y con un emoticono! Bueno... Vamos que tampoco es para tanto...

¿Por qué me emociono?

«Que raro…»

Respiro hondo, quizá deba esperar a contestar, o sino se pensará que estoy desesperada.

Cosa que es cierto, pero que ella no necesita saberlo.

Aly: Muy bien. ;) ¿Cómo te va por Milán?

Aprieto enviar y espero unos segundos, los cuales parecen eternos hasta que ella responde.

Abby: De hecho estoy en un avión de camino a Madrid.

Frunzo los labios durante un momento, ¿De camino a Madrid? Vaya, menuda coincidencia.

Aly: Vaya. ¿Y qué te trae hasta aquí?

Vale, quizá haya sido muy imprudente preguntar eso, pero ya lo envíe.

"Arg!"

Me doy con la palma de la mano en la frente, que desastre soy.

Mierda, mierda, mierda.

Abby: Por trabajo de mi madre, estaremos una temporada, incluso puede que pase mi año escolar por ahí, aunque nunca se sabe, la suerte puede cambiar y yo puedo coger el primer avión con destino a Nueva York o de vuelta a Milán...

Arqueo una ceja, interesante.

No habla como una chica de clase media, quizá sea una pija estirada como mi hermana...

No, no nos precipitemos.

Aly: Ahhhh, y a que instituto irás?

Abby: No sé, mi madre lo está mirando:)

¿Mirando? ¿Pero que clase de persona viene a Madrid un día antes de empezar las clases y no ha reservado plaza? Guau.

                         Abby.

El jet aterrizó en Barajas a las diez y media. Nada más salir ya tenemos un coche cuatro por cuatro negro esperándonos.

Mi madre ha conseguido que unos hombres la lleven el equipaje y lo metan en el todoterreno, y yo lo único que he echo es hablar con Aly. Es muy maja y divertida, y hemos estado hablando un montón de tiempo. Ella estudia bachillerato, está en su último año, cómo yo. Tiene diecisiete, al igual que yo.

Y tiene una hermana, que se llevan fatal entre las dos.

A veces me gustaría tener algún hermano o hermana, y a veces no.

El todoterreno nos llevó a una zona en la cual había unos apartamentos que parecían pequeños, estaban separados por unos jardines inmensos y ostentosos. Rodeados de flores de todos los colores.

«Qué bonito» pienso boquiabierta.

Nada más salir del coche me dirijo al bloque A y busco el ascensor.

—¿Cuál era el piso, mamá? —Pregunto eufórica para ver el piso.

—Es el ático.

Nos metemos en un ascensor de tamaño mediano, en la parte de atrás hay un espejo donde puedo divisar todo mi cuerpo.

¡Ay! Madrid me gusta cada vez más.

Las puertas se abren y salimos.

El dúplex resulta ser inmenso, al parecer tenemos toda la planta ocho para nosotras.

Me gustan las vistas desde la azotea, es impresionante, puedo ver toda la ciudad desde aquí.

Me siento exhausta así que busco mi habitación. Mi habitación resulta ser más pequeña que la de Milán, pero al menos tengo Closet.

Me dejo caer en la cama dimensional que hay en el centro y poco después caigo rendida en los brazos de morfeo.

Falling in love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora