12:47 tenía la esperanza de que aún llegará y saltará a mis brazos como usualmente lo hacía; pero ahí estaba yo, en la mesa de un bar hundiéndome en mi soledad y analizando las posibilidades de darle otra oportunidad. El mesero traía a la mesa una cerveza más al movimiento previamente estudiado de mis manos, - No vendrá... - suspire. Era tan obvio, pero el tiempo avanzaba a como el número de botellas que se amontonaban en esa mesa de dos, habían pasado casi dos horas desde que llegué con la esperanza de que realmente su arrepentimiento fuera cierto; mis amigos siempre tuvieron razón cuando decían que realmente no me quería, que yo sólo era una etapa más en su vida y que terminaría como un perro olfateando sus calzones y espantando a cualquiera que realmente me quisiera, aunque me cueste admitirlo el 70% de eso era cierto... por no querer admitir que era todo. Para empeorar la situación, alguien estúpido hizo sonar en la rocola nuestra canción - Mierda... - con la voz medio cortada; seguía con la mirada al tipo que hizo esa atrocidad, tenía ganas de acabar con el y gritarle miles de insultos, pero el alcohol ya me tenía clavado en esa silla y las lágrimas comenzaban a correr; al fondo iba aquel tipo, con su gran sonrisa de lado a lado, se dirigía a una chica, ella le correspondía; quizás apenas iniciaban su relación, se veían tan felices... De pronto mi subconsciente ya empezaba a actuar, les grite -¡Algún día terminarán, ella...- la señale -...o él... - me giré hacía el -...te mandará a la mierda! - para su suerte la música estaba tan alta que no se oyeron los siguientes adjetivos; sin dudar yo era un buen circo para la mesa de al lado, no se que hacía ahí, llorándole, hundiéndome en esa canción, pero ahí estaba yo, llorando por una mujer que no me quería...
Mi celular sonó, tenía varios mensajes de Gabo y Ana, eran alrededor de 18 mensajes y llamadas perdidas, el mismo número de meses que estuvimos juntos, ¿por qué todo me recordaba a ella?, aún así no quería contestarles, ya preveía la puteada de ambos. Gabo era mi mejor amigo desde el colegio, era el que me aguantaba todas mis borracheras, el que me rescataba cuando terminaba en el suelo, y ésta no sería la excepción, su casa ya tenía un cuarto apartado para mi en estas situaciones, una cubeta, pastillas y un mini refrigerador con hielo por si aparecía con moretones; en el colegio siempre pensé que era gay y que yo le atraía, era como una mujer celosa en mis relaciones, debo admitir que nunca tuve el don de elegir a la mejores novias, pero el daba algo de terror en mi vida amorosa; pero en fin, Gabo no era gay, y eso lo descubrí con mis propios ojos; en el último año de secundaria descubrí el motivo o a la persona mejor dicho de por que iba tan bien en clases de matemática... Y no, no se cogía a la profesora de matemáticas, la señora estaba a como Dios mandaba, y eso no se lo digo a cualquiera, aunque era algo irritable y su prepotencia no daban ganas de devolverle la juventud, la señora se encontraba en sus 40 años, tenía apariencia de 35 o menos; no hay que negar que todos los de su clase tuvimos alguna fantasía con ella, pero no, Gabo fue más allá de la maestra, se cogió a la hija. Una joven muy hermosa, de algo tendría que haber salido igual a su madre, era el fruto prohibido de la escuela, ¿es que quien en su sano juicio se metería con el ogro de la escuela y mucho más con sus pertenencias?, ah, si... mi querido Gabo.
¿Pero como me entere de tan gloriosa hazaña? La intocable Susana, era una joven alta, con senos pequeños, pero con un hermoso trasero, que daban ganas de metersela hasta con ropa puesta, unos ojos miel, con tez blanca y unos labios gruesos lo suficiente suaves a simple vista para mantener a tu miembro erecto sólo con verlos. Gabo estaba en el club de natación, era el favorito de casi todos los profesores, siempre era el primero en llegar y último en irse, así que tenía algunas ventajas y ciertas responsabilidades que fue asumiendo con el tiempo, al igual que Susana que también era parte del club, ellos podían ocupar la piscina cuando quisieran, ¿y como no negarse a dos niños "tan buenos"?, pero en esas coincidencias de la vida y mis tristes desilusiones de amor, necesitaba de mi amigo y que mejor lugar para encontrarlo que en su "santuario", a como el le llamaba. Entré a la piscina buscando señales de él, pero no había pistas si el aún se encontraba ahí, -Gabo, ¿estás aquí? - me dirigí a las duchas, oí como si estuvieran torturando a alguien, me asuste y me oculte detrás de la pared frente a un espejo, buscaba mi teléfono en mis pantalones, me costó sacármelo, intente marcar al 911, cuando estuve a punto de marcar, levanté la mirada hacia el espejo que tenía en frente, se podía ver a Gabo como penetraba a una mujer mientras la regadera se unía al ritmo de cada movimiento, no podía creer lo que veía, pero se miraba tan excitante que parecía todo un profesional, algo me decía que no era la primera vez que lo hacía; terminó el anal, la mujer cerró la llave, yo tenía ganas de saber quien era, se giró y quede más que sorprendido de lo que miraba, Gabo el más sinvergüenza del año, era todo un suertudo, y lo digo por que ¿quién nunca se quiso coger a la hija de la ogro?; comenzaron a acariciarse, luego de un beso tras otro, él bajo su mano y la situó en su vientre, comenzó a juguetear con su clítoris, ella lo detuvo y le dijo con una voz suave al oído -esta vez te toca a ti... - con esas palabras afirme lo que tenía en mi mente, en ella se cruzaban muchas cosas, ¿cómo nunca lo supe?, ...eres tan suertudo campeón.; Susana se puso de rodillas, ya suponía lo que ocurriría, se acomodo el cabello, dispuso su mano en el pene, y comenzó a chuparle la punta... ¡Demonios! parecía una película porno y una de las buenas, y yo era el espectador; lo metía y sacaba de su boca, no había ninguna molestia con su rostro, Gabo la tomó del cabello anunciando que ya pronto acabaría la escena, ella se detuvo, y exclamó -¡dámelo!- en sus caras se lograba ver el placer; el romance pronto llegaría a su final y todo se iba apagando al son de las gotas, y yo dispuesto a escabullirme luego de quedar anonadado... La idea de buscar a mi amigo ya había quedado en el olvido.
¿Por qué me dejaste Ximena? ¿Qué hice mal? ¿Fui poco hombre para ti? ¿Y el amor que nos jurábamos?, preguntas como esa inundaban mi cabeza, pero era más que obvio que me había dejado por un tipejo con dinero y buen auto, el mismo tipo que conoció en su "viaje de trabajo", era más que obvio que ya habían tenido algo, pero yo aun la amaba y tenía la voluntad de perdonarla. Apareció sentada junto a mí, arrepentida, lamentaba todo lo que había sucedido la noche anterior y todo lo que me había gritado, esas cosas que golpeaban mi hombría, ahí estaba mirándome a los ojos cómo siempre me había gustado, rozando con sus dedos mi rostro y diciéndome lo mucho que me amaba, me tomó de la mano, estaba de nuevo completo, el amor de mi vida había vuelto a mí, me sentía dispuesto a todo lo que me pidiera, a hacer todo lo necesario para que fuera mejor que antes, era feliz de nuevo... solo basto una cachetada de Ana para que mi felicidad se esfumara junto con mis fantasías, ese fue el momento que supe que ella no volvería jamás. Ana no paraba de reír, y ya veía venir a Gabo entrando por la puerta de ese bar, sentándose y diciéndome entre risas "te lo dije". -Estaba alucinando con Ximena ¿verdad?- le preguntó a Ana con una risa de lado a lado. -Si, y creó que aún sigue creyendo que yo soy esa puta. - tapándose con las manos carcajadas que se le escapaban. -Sebastián ya hablamos de esto, sabías que ella no valía la pena, te está jodiendo la vida y eso que ya no está contigo...- su voz tornó sería, -...Ya es suficiente, así que toma tus cosas - dirigiéndose a Gabo- ...y larguémonos de aquí-. Gabo acatando las peticiones, no dijo nada y me tomó de los brazos e intentó levantarme, pero mi estómago era una bomba de tiempo, así que con señas les exigía que me llevarán al baño -No, Sebastián, ¿por que hoy?- Gabo repetía una y otra vez. Ana exclamó -¡Qué asco! Pero esta vez te toca a ti querido. -Le guiño un ojo, soltando su responsabilidad. -¡iré sólo- hablé con una voz pausada, iba escoltado de la mano de Gabriel, nos detuvimos en la puerta y le dije que me esperará a fuera, -voy a estar bien- con una sonrisa de ebrio tonto, me introduje al baño de 3 cubículos, comencé a bailar como si fuera un baile de salón, mientras soltaba mi cinturón, me detuve frente al lavamanos para no caer, solté una carcajada y levanté la mirada al espejo y comencé a señalarle y gritar lo estúpido que era el sujeto que veía a través de el; alguien sonrió, calle, giré y recorrí el lugar, no veía a nadie, abrí el primer cubículo y no había nadie, igual el segundo, me dirigí al último, abrí la puerta medio cerrada y ahí estaba la causante de mi extensa búsqueda, acomodada con un pañuelo en las manos y con los ojos llorosos, pero con una sonrisa, tratando de ocultar su pena. -¿Qué hace una señorita como tu en el baño de hombres?- pregunté -Nada...-con una dulce voz entre cortada, -Yo creo que estás ocupando mi lugar, algo va a salir de mi boca en este momento y no se verá nada bien... - volvió a sonreír dudosa, creyendo que coqueteaba con ella. -¿Por que lloras..? -volví a preguntar- ¿y tú por que sufres? -respondió , -te contestaré esa pregunta luego que vuelva... -Le guiñe el ojo, y me dirigí al cubículo de al lado, comencé a vomitar como nunca antes lo había hecho, la chica desconocida saltó de golpe y dejó el cubículo dónde estaba oculta, tomó mi cabeza, me sostuvo en su regazo y susurró a mi oído - Calma, desde ahora todo estará bien... - Cerré los ojos y me desvanecí.
