Tres

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Pasé una semana en casa de Harry, él me preparaba el desayuno, la comida y la cena, se preocupó por mi más de lo que James había hecho en meses. Harry iba a trabajar por las mañanas a la comisaría, me contaba historias de delitos y de lo que hacía cada día, la verdad es que siempre quise ser policía, es algo que me llamaba la atención, quería salvar vidas. 

Cas vino a verme dos días, era una preciosidad de hombre, era amable y divertido, y además muy buen médico, me contó que tenía treinta y cinco años y que vivía cerca del paseo de la fama de Los Ángeles. En esa semana lo conocí mejor, y también a Harry ya que hacía tiempo que no hablaba con él. 

Dean venía todos los días a verme, su trabajo ocupaba más horas que el de Harry, él era uno de los mejores agentes de la comisaría, le necesitaban. Aún así siempre me traía unos bombones de los que solo sobraban muy pocos ya que a Dean le encantan. 

Cuando llegó Louis el novio de Harry a su casa se quedó un poco boquiabierto por la historia, y a partir de ese día tenía dos mayordomos a mi servicio. Pero yo ya me cansaba de ser un estorbo. 

La mañana del lunes siguiente yo llamé a mi hermano sobre a las once de la mañana, y quedamos a desayunar a uno de los cafés favoritos de Dean, yo decidía la hora, y él el sitio, ese era el trato. 

Llegué algo más pronto de lo normal, cinco minutos antes, y entré en el café. La camarera, muy amable me ofreció asiento, pedí mi orden y esperé a Dean. Cuando la señorita me sirvió la bebida Dean entró por la puerta del lugar, iba vestido de traje, como siempre iba a trabajar, sonrió a la camarera y se sentó frente a mi. —Buenos días Danny, ¿Preparada para el mejor desayuno de tu vida? —Me dijo sonriendo a lo que yo asentí. —¿Cómo te encuentras hoy?—Me preguntó algo preocupado. 

—Bien, ya no me duele nada gracias a la medicación de Cas. —Contesté, Dean me sonrió y pidió su desayuno con ganas. —Dean, te he pedido venir porque quiero que me ayudes.— Dean se quedó observándome y asintió dispuesto a escuchar mi petición. —Quiero servir para algo, agradezco mucho de verdad lo que estas haciendo por mi, eres un ángel Dean... Pero quiero que me ayudes a conseguir un trabajo. —Sentencié. 

—Claro que te ayudaré Danny, Cas puede contratarte para ayudarle en su consulta.— Me dijo mientras agradecía a la camarera, su desayuno eran tortitas, huevos revueltos y bacon, yo solo pedí una tostada. 

—No me refiero a eso, quiero trabajar contigo en la comisaría, quiero ayudar a gente. —Sentencié mientras bebía un sorbo de mi café. 

Dean solo alzó la cabeza y se quedó observándome, aturdido y negando con la cabeza. —Ni de puta broma.—Siguió negando con la cabeza mientras comía un trozo de bacon. —Casi te pierdo por un imbécil no voy a dejar que arriesgues tu vida otra vez. —Sentenció.

—Dean, soy ya adulta, hazlo por mi, me haría muy feliz servir para algo.— Dije mirándole con compasión a los ojos. —Así tu podrías tenerme vigilada todo el día si trabajamos juntos, ¡Sería divertido!—Sonreí. 

Dean me devolvió la sonrisa. —Has aprendido bien a hacer chantaje.—Rió. —Que sepas bien, que sería tu jefe, si te pasa algo o si veo que hay un caso de mucho peligro, no volverás a la comisaría, ¿Me oyes? —Me dijo con una ceja arqueada haciéndose el interesante. 

  —¡Dean!,¡Mil gracias!,¡Gracias,gracias, gracias!— Repetí mientras me sentaba a su lado y le abrazaba.— Eres el mejor hermano del mundo, que lo sepas.— Sonreí.

Dean rió ante lo que acababa de escuchar, tragó parte de la tortita y se giró hacia mi. —Pareces una niña de cinco años—Sonrió. 

  — Para ti siempre tendré esa edad, hermano mayor protector.— Sonreí mientras volvía a mi asiento y terminaba mi tostada, él volvió a reir. 

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