Alguna vez en algún momento de tu vida, estando solo en tu habitación, o en cualquier lugar de tu hogar, has sentido un escalofrío por todo el cuerpo que te hiela la sangre, un escalofrío que llega a tu cuerpo sin razón aparente, ¿verdad?.
Ni una brisa de aire, ni nada que pueda alterarte, piensas que realmente puede ser una reacción simple de tu cuerpo a cualquier tontería, pero... ¿y si no es así?
¿Alguna vez te has encontrado a tí mismo hablando solo en voz alta? Tal vez, en el fondo de tu ser sabes que alguien, o algo, te está escuchando y necesitas expresarte en voz alta. Cuando ves algo por el rabillo del ojo e inmediatamente te dices a ti mismo que es tu imaginación.
No tengas miedo a historias de fantasmas o a cualquier tipo de ser monstruoso que hayas visto en películas o leído en libros, teme lo que se oculta detrás de ti y no se muestra. Ese ser que nadie ha visto jamás y por lo tanto que nadie conoce, que no tiene historia porque nadie la conoce, que nadie le teme porque nadie ha percibido su presencia.
Ahora que lo sabes no podrás dejar de pensar en ello, y será ese el momento en el que lo conocerás, pero no debes hacerlo, el mal que nuestra propia mente nos oculta debe seguir escondido en nuestra inocencia, si él sabe que lo sabes, se mostrará ante ti.
Cierra los ojos, no pienses en él, no pienses que sabes de su existencia, sigue hablando en voz alta, aunque a partir de ahora nunca te salga por ti mismo, mira de vez en cuando a través del rabillo del ojo, asustate.
Pero en el momento en el que sientas un escalofrío, y sepas que es lo que te lo ha causado, él lo sabrá, y cuando eso ocurra, ya no deberás preocuparte por nada más.