Recuerdo que ese día me levanté tarde, cerca de la 1:00 P.M. porque no pude dormir bien la noche anterior. Normal, había dormido toda la tarde.
Cuando me levanté el día parecía normal, otro día aburrido como ya era costumbre. Mis padres me veían extraño ya que no era normal esa actitud de un niño de 6 años, todos los demás niños corrían y jugaban, pero yo... Yo era distinto, disfrutaba simplemente mirar lo que pasaba a mí al rededor, por eso no tenía demasiados amigos, solo unos pocos.
Ya más tarde iban a dar las 5, cuando mi madre me dijo que me bañase y cambiase porque iban a venir unos vecinos a cenar. Cuando escuché eso me emocioné un poco ¿Y si eran ellos? Pero intentaba convencerme a mí mismo de que no.
Subí, me metí a bañar y me cambié para ir a esperar a nuestros vecinos a la sala. Pasó un rato pero al final llegaron, mis padres abrieron la puerta, yo me quedé paralizado al verla, era ella, estaba en mi casa. En ese momento solo intercambiamos un par de palabras. Comenzamos a comer, yo no podía levantar la mirada, me ponía nervioso. De reojo alcanzaba a notar que me miraba, realmente estaba incomodo. Estuvimos en silencio un buen rato, hasta que ella decidió romperlo.
-¿Quieres ir a jugar afuera?
Dijo ella sin expresión alguna en su rostro.
-Claro.
Respondí con una sonrisa.
Ya estando fuera me tomó de la mano, fue lo más cálido que pude haber sentido jamás, prácticamente me arrastró a un lugar el cual yo no conocía. Jugamos por horas, hasta que sus padres decidieron irse
Con una sonrisa de oreja a oreja dijo -Me caíste bien, Daniel-
Yo no pude responder nada, me había quedado paralizado. Así que solo sonreí.Esa noche no pude dormir del todo bien, no podía dejar de pensar en aquella dulce niña de cabello negro y linda sonrisa.