Prólogo

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No me acordaba de nada, tenía un dolor de cabeza espantoso y lo único que deseaba era abrir los ojos, pero no lo lograba, lo intentaba una y otra vez. Y así hasta que me agoté y decidí perderme en la oscuridad de mis párpados cerrados.

Sentía el cuerpo pesado, la boca reseca, los pies y piernas adoloridas. En verdad empezaba a desesperarme, lo único que quería era abrir los ojos, no pedía más hasta el momento.

- Calma mi niña. -Escuché la voz alarmada de mi madre, la cual solía ser suave y calmada.

¿Cómo es que me podía pedir algo así? ¿Acaso no se daba cuenta que mi cuerpo se encontraba inerte? Me alteré, quise moverme acomodé lugar pero no me salía el más mínimo movimiento.

Quería gritar, bufar e incluso sentía que los ojos comenzaban a picarme, seguro en unos instantes lloraría. Pero pasados un par de minutos, continuaba en la misma pose, acostada y sintiéndome totalmente débil.

- Nena, sólo necesitas descansar. -De nuevo era mi madre, pero ahora se le escuchaba la voz entrecortada.

- Si Ana, tú madre tiene razón, te amamos hija. -Sentí la mano de mi madre peinarme delicadamente el cabello, esparcido por toda la almohada. E instantes más tarde, mi padre depósito un casto beso en mi frente.

Su presencia desapareció poco después y sentí como alguien agarraba delicadamente mi brazo para susurrarme:

- Esto no te dolerá nada. -De repente, sentí una aguja perforar mi piel y como un líquido recorría mi torrente sanguíneo de pies a cabeza. Dolía, en verdad dolía. Sintiendo él dolor de cabeza cada vez más intenso y el agarre aún más fuerte de la persona que me aplicaba la inyección; me deje caer a un oscuro y profundo sueño. En donde mi yo pequeña se divertía en el patio de la casa en la que me crié, veía a mis padres también y a mí entonces mejor amigo Daniel, ese fue el día que me torcí el pie y me hice un esguince de segundo grado, llevando como consecuencia faltar una semana a clases.

Esos días los aproveché para dibujar, que era lo que en realidad me apasionaba. Pero a comparación de cualquier niño de seis años, mis padres no se podían permitir pagarme clases de dibujo, solían decirme que era por la llegada de mi hermanita. Esa bebé tan esperada por todos y tan odiada por mi, no paraban de hablar de ella ni una sola vez y ya no me miraban como lo hacían antes, cuando era su única princesa.

Si me hubiesen dicho que Barbara iba a cambiar mi vida para bien, no se los hubiera creído e incluso me hubiese dado un ataque de risa, como suele pasarle a una niña pequeña cuando le cuentan un chiste verdaderamente gracioso.

A partir de ese nacimiento mi vida cambió y no mentiré creo que en realidad por algo tuvo lugar ese maravilloso suceso.

Hola! Me llamo Daniela, pero prefiero Dany.
Esta es mi primera historia.
Y espero muchos comentarios y likes de su parte.
Que les vaya bien, bonitas lecturas y hasta pronto! 👋🏼

Corregido ✔️

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