Capitulo 1: El nacimiento

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Mi hermana nació justo un mes antes de mi séptimo cumpleaños. Una tarde de febrero, donde el cielo estaba despejado y por la hora resaltaban en él tonos rojizos, como los de una manzana recién madura; jamás lo había visto así.

Mi padre siempre fue amante de la música desde muy joven, a pesar de haber vivido en épocas donde el rock estaba en su apogeo, él prefirió la música clásica e instrumental antes que cualquier otro género. Estuvo en clases de piano desde que tenía unos cinco años, muy gracioso una vez contó que sus pies colgaban de la silla en donde su maestra le enseñaba piezas de la altura de Beethoven.

Como buen pianista, el día del nacimiento de mi hermana tocó una melodía, no muy conocida en ese entonces, de un artista coreano que si tenias la dicha de escucharlo inmediatamente te imaginabas una orquesta de ángeles bajando del cielo.

Yiruma fue mi perdición desde el primer instante en que escuche sus piezas tocadas por mi padre. Exactamente un 12 de febrero, mientras mi madre se encontraba recuperándose del parto en el hospital con Barbara recién nacida, mi padre en cambio se encontraba empotrado en el banquillo frente al piano dedicándole a mi hermana la majestuosa canción de "May be". Deslizaba sus dedos ágilmente sobre las teclas, creando una atmósfera cargada de notas suaves y a la vez altas.

Alguna vez le escuche hablar de este maravilloso compositor, pero nunca me hubiese imaginado la magnitud de las cosas hasta que por fin pude escucharlo.

Veía a mi padre como si fuese el ser humano más estupendo del planeta, sentada a su lado, sintiéndome inferior a él por su gran altura, intenté recargar mi cabeza en su hombro lo más que pude. Al terminar, se giró hacia mí y me sentó en su regazo.

- Ya tienes una hermana hija. -Pronunció abrazándome fuertemente, apegándome más a su pecho.

- Si, papi. -Dije, sintiéndome melancólica pero a la vez feliz. -Papi, quiero hacerte una pregunta. -Terminé por decir, avergonzada, agachando la cabeza.

- Dime pequeña. -Susurró pasivamente.

- ¿La vas a querer más a ella? ¿Me vas a olvidar? ¿Ya no seré tu princesa? -Pregunté imaginándome una vida en donde mi padre la cargaba, en donde bailaba con ella, en donde le hacia los mimos que me hacía a mi. Traté de sacarlo de mi cabeza, pero se me hizo un nudo en la garganta y los ojos se me llenaron de lágrimas, para segundos más tarde estarlas liberando poco a poco. Mi padre lo único que atinó a hacer fue mecerme levemente de atrás a delante, hasta que logré estar más tranquila. Me dijó:

- Mi princesa, tengo que compartir mi cariño con ambas. Las amo a las dos por igual. -Suspiró cansado. -Pero te diré un secreto. -Hizo una pausa para tomar aire profundamente. - Tú mi pequeña, por ser mi primera hija siento algo especial por ti. -Hizo una pausa. - Cariño, como muestra de que siempre estaré ahí contigo y a tu lado, quiero darte esto. -Dijo llevándose las manos a la parte posterior del cuello, desabrochando su cadena, la cual desde que tenía memoria, traía colgada.

En ella, pendía un pequeño dije, con la forma de una nota musical. Me acomodo de lado mi largo cabello castaño y la abrocho a mi largo cuello, haciéndola reposar en mi pecho.

- Hija, tú eres la viva imagen de tu madre. Tienes sus ojos, su cabello y su hermosa nariz. -Opinó dándome un pequeño apretón al puente de esta. - Pero tú y yo somos más parecidos de lo que crees cariño. -Observó mirándome con sus profundos ojos azules, mientras yo me bajaba de su regazo y me sentaba en donde al principio me encontraba. - Ana, tú heredaste mis dotes de talento musical, tienes el carácter fuerte y aguerrido de una Coleman, como mi madre. Simplemente tú y yo nos entendemos bien por ser tan parecidos, hija. Por favor, deja esos pensamientos de lado, eres mi pequeña y eso nadie lo va a cambiar. Te amo princesa. -Musitó esto último en voz baja, pero yo lo alcance a percibir.

Me abrazo por última vez y se encerró en su cuarto todo el día. Saliendo una que otra vez para ver qué tal me encontraba.

Lo único que logre hacer fue ver una película animada en televisión, en compañía de mi tía, que se encontraba cuidándome por la ausencia de mi madre.

Me sentía algo nerviosa por la llegada de mi hermana a casa, pero algo más tranquila por haber platicado un poco con mi padre. Aunque a decir verdad, lo que me ánimo más fue cuando me hizo sentir especial, como si por siempre fuese a ser su hija favorita.

Al día siguiente, fuimos por las dos al hospital en donde se encontraban ya esperándonos. Mi madre me cargo cual nena recién nacida y me dio un sinfín de besos por toda la cara.

En ese momento regrese al presente, a la realidad. Me encontraba de nuevo postrada en la cama, con los mismos dolores de el día anterior. Con las mismas ganas de abrir los ojos, aunque con el mismo resultado.

Alcancé a escuchar las voces de mis padres susurrándose/gritándose ciertas cosas, que poniendo atención, me rompieron por dentro.

- ¿Cómo vamos a conseguir el dinero? -Preguntó mi madre muy preocupada.

- Yo puedo trabajar turnos extras en la oficina y...en tiempos libres podría tocar la guitarra en la calle.

- ¿Cómo puedes decir eso? ¿Y quién se queda con Ana a esperar que despierte?

En cuanto escuche mi nombre, me quise girar en la cama en dirección a dónde provenían las voces.

- Dijeron que tal vez tarde mucho en despertar, creo que tenemos tiempo. -Mencionó mi padre con voz aún más baja si eso se pudiese.-¿Y si le pedimos a Barbara que cuide de ella? No creo que pase algo si falta un tiempo a la escuela ¿no crees?

- ¿Y cómo le diremos que Ana está en coma? Se va a alarmar mucho, ellas se quieren demasiado. -Dijo tu madre.

En ese momento me sentí aún peor, con la creencia de que me iba a desmayar en cualquier instante.
Aunque sí así fuese, no me caería por suerte.

Hola! ¿Qué tal? ¿Les está gustando?
Espero de todo corazón que si
Dejen sus votos y comentarios ❤️
(Barbara en multimedia junto con la canción de May be)
Nos vemos! 👋🏼

Corregido ✔️

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