Éxodo

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Hay muchas cuestiones y hechos que me causan lucidez y melancolía: deplorarse; aún así las cometería de nuevo. El éxtasis de dichos problemas esta en la razón que no poseo destinatario al cual darle mi pesar y arrepentimiento. Con mi posición de escéptico rebelde y renegado —casi ateo—, es sumamente perjudicial ya que no existe ente —omnipresente; omnipotente, también— a quien cederle las gracias de todo. Pues todo abarca tu familia, tus escasos amigos, tu cansada y patética vida, tu canción favorita (aquella que mueve tu mundo), tu persona preferida.

Sócrates me enseño que la humanidad rompe los ¿estereotipos? -esquemas de su malévola ética- para formar y anticipadamente manipular y moldar sus mandatos.

Los caballeros de la noche ascienden por el malecón de Miraflores, que intercepta paralelamente con la Bajada Balta y su próximo jardín de los enamorado. Aquél sábado de espesa neblina que bordaba del mar infinito anunciando la llegada del frío julio en la intranquila Lima capital. 

Caminando en medio de diversos alumnos de la escuela kinder La Casita de Sorpresas, ubicada en ese entonces en San Isidro antes de su futura demolición. Mis compañeros y yo nos encontrábamos en el último año lo que significaba que nuestro parentesco de hermandad estaba más unido que nunca dado que los siguientes años seríamos compañeros y/o tal vez amigos de otros chiquillos y la etapa de primaria sería tan dura como el trasero de tu muñeca Barbie. Sebastían Huacoto, era, y será mi rival benévolo de mi grandísima infancia—maldito seas—, y no le odiaba por ser el más apuesto de la clase, sino que existía una disputa de amor, un triángulo amoroso entre él; la hermosísima y espectacular Sandra; y yo, el bastardo. Pero eso fue hace doce años. Sebas siempre fue un galán, pero después del reencuentro llegué a la notoria conclusión de que la adolescencia le había cobrado factura por todo los malos ratos que me hizo pasar: acné extremo, como los cráteres de nuestro gris satélite. 

Sandra. Hoy, permanecer en el mismo lugar después de tantos años, recordar lo suficiente no me hace bien. Es paupérrimo recordar el principio de un vago y sempiterno sentimiento. Miraflores. Hoy haces más frío que nunca. Miraflores, ¿qué te hice yo para que me recibas de esta manera? Ohhhhh,te quiero con el alma como nadie te ha querido. Te quiero cada vez que me hablas, aunque sea sólo en mis sueños. Tengo miedo y anhelo hacerlo. Dormir. Dormir un poco más. Soñarte me da terror; al no encontrarte. Sigo durmiendo. ¿Es la vida real? "No, es un sueño" responde mamá. "Mamá aléjate de la luz, acércate; abrázame mamá. No, no te vallas. ¡Mamá!" Esta tan oscuro todo. Escucho tu voz, Sandra y me pierdo. Ojalá todo acabe pronto, por favor. No quiero despertar. En lo absoluto.

— Dos de cinco—anunciaba la voz carnal de Sandra.

— ¿Tres?—respondí.

— No, ni pensarlo—me dijo, lanzando la moneda al aire como si su mano fuera un trampolín de decisiones—. Dos de cinco, o nada. 

 — Esta bien —vacile sobre mis casillas—.Vale, ¿y almuerzas conmigo?— encogiéndome de hombros.

 — Eres un amor, ¿te lo he dicho? —y me lanzó una mirada de lujuria.

Y todo se hizo oscuro.

Mi móvil empezó a vibrar anunciando un lunes cansado por la mañana. A minutos de ir a la escuela. A perder el tiempo, como lo hacía en todos lados. 

 

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2016 ⏰

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