2. A mi lado

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- ¡Albert! -chilló Pedro en mitad del pasillo del congreso.

Los dos estaban saliendo del hemiciclo junto con los otros diputados, era tarde y la mayoría de ellos tenía prisa por llegar a casa, así que al del PSOE le costó un poco poder llegar al lado del catalán.

- Pedro, ¿qué tal?

- Bien, cansado, como tú supongo.

- Sí, la verdad es que las sesiones de por la tarde se hacen un poco pesadas, solo tengo ganas de llegar a casa.

- Oh... vale, pues nada.

- ¿Pasa algo?

- Nada, no te preocupes...

- ¿Seguro?

- Bueno... es que verás, hoy Begoña no está en casa y había pensado que podrías venir a cenar conmigo y con las niñas, pero si estás cansado no pasa nada, podemos quedar otro día.

- No creo que este sea el mejor sitio para hablar de esto... -dijo mirando a su alrededor y dándose cuenta que ya habían varios diputados observándoles- Ven, vamos al baño.

Pedro le hizo caso y le siguió, después de algunos saludos con los otros diputados llegaron al baño.

- Estás loco -dijo Albert entre risas.

- ¿Por qué?

- Primero por invitarme a cenar contigo con tus hijas delante y segundo por hacerlo en frente de un montón de gente.

- Lo siento... Es que tengo ganas de estar contigo otra vez a solas, tenía tantas ganas de proponértelo que ni se me ha pasado por la cabeza mirar si había gente observándonos.

- Así que tienes ganas de volver a estar conmigo a solas, ¿eh? -y se acercó a él de forma provocativa.

- ¿Ahora quién es el loco? -preguntó Pedro mientras dejaba que Albert recorriera su cuello a placer.

Después de eso Albert se separó de su cuello y sin quitarse la sonrisa de la boca empezó a besarle, Pedro lo recibió con ganas, los besos de Albert eran lo único que conseguían que se olvidara de sus problemas por un momento y se dejara llevar.

- ¿Eso es un sí a mi propuesta de esta noche?

- ¿A ti qué te parece?

- Perfecto.

- Pero espera, ¿y las niñas? ¿No se van a extrañar si voy a cenar?

- Les diré que es por trabajo y no sospecharán nada. Además, en cuanto cenen se acostarán y podremos tener intimidad -respondió volviéndole a besar.

- ¿Y si se despiertan? -interrumpió el catalán.

- La puerta de su cuarto hace mucho ruido al abrirse y nos daría tiempo a reaccionar.

- Lo tienes todo pensado Pedrito -dijo antes de darle un último beso y dirigirse a la puerta- Voy a casa para que la prensa no sospeche y en media hora salgo para la tuya.

- Vale, allí te espero -contestó dedicándole una de sus sonrisas deslumbradoras y viendo como desaparecía por la puerta.

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- Papá, ¿por qué estás tan nervioso? -preguntó su hija pequeña que estaba observando como su padre ponía la mesa con torpeza.

- No te había visto pequeñaja -contestó él revolviéndole el pelo- Es que hoy viene Albert Rivera a comer y vamos a hablar de unos negocios muy importantes.

TirednessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora