- ¡Albert! -chilló Pedro en mitad del pasillo del congreso.
Los dos estaban saliendo del hemiciclo junto con los otros diputados, era tarde y la mayoría de ellos tenía prisa por llegar a casa, así que al del PSOE le costó un poco poder llegar al lado del catalán.
- Pedro, ¿qué tal?
- Bien, cansado, como tú supongo.
- Sí, la verdad es que las sesiones de por la tarde se hacen un poco pesadas, solo tengo ganas de llegar a casa.
- Oh... vale, pues nada.
- ¿Pasa algo?
- Nada, no te preocupes...
- ¿Seguro?
- Bueno... es que verás, hoy Begoña no está en casa y había pensado que podrías venir a cenar conmigo y con las niñas, pero si estás cansado no pasa nada, podemos quedar otro día.
- No creo que este sea el mejor sitio para hablar de esto... -dijo mirando a su alrededor y dándose cuenta que ya habían varios diputados observándoles- Ven, vamos al baño.
Pedro le hizo caso y le siguió, después de algunos saludos con los otros diputados llegaron al baño.
- Estás loco -dijo Albert entre risas.
- ¿Por qué?
- Primero por invitarme a cenar contigo con tus hijas delante y segundo por hacerlo en frente de un montón de gente.
- Lo siento... Es que tengo ganas de estar contigo otra vez a solas, tenía tantas ganas de proponértelo que ni se me ha pasado por la cabeza mirar si había gente observándonos.
- Así que tienes ganas de volver a estar conmigo a solas, ¿eh? -y se acercó a él de forma provocativa.
- ¿Ahora quién es el loco? -preguntó Pedro mientras dejaba que Albert recorriera su cuello a placer.
Después de eso Albert se separó de su cuello y sin quitarse la sonrisa de la boca empezó a besarle, Pedro lo recibió con ganas, los besos de Albert eran lo único que conseguían que se olvidara de sus problemas por un momento y se dejara llevar.
- ¿Eso es un sí a mi propuesta de esta noche?
- ¿A ti qué te parece?
- Perfecto.
- Pero espera, ¿y las niñas? ¿No se van a extrañar si voy a cenar?
- Les diré que es por trabajo y no sospecharán nada. Además, en cuanto cenen se acostarán y podremos tener intimidad -respondió volviéndole a besar.
- ¿Y si se despiertan? -interrumpió el catalán.
- La puerta de su cuarto hace mucho ruido al abrirse y nos daría tiempo a reaccionar.
- Lo tienes todo pensado Pedrito -dijo antes de darle un último beso y dirigirse a la puerta- Voy a casa para que la prensa no sospeche y en media hora salgo para la tuya.
- Vale, allí te espero -contestó dedicándole una de sus sonrisas deslumbradoras y viendo como desaparecía por la puerta.
---------------------------------------------------------------------
- Papá, ¿por qué estás tan nervioso? -preguntó su hija pequeña que estaba observando como su padre ponía la mesa con torpeza.
- No te había visto pequeñaja -contestó él revolviéndole el pelo- Es que hoy viene Albert Rivera a comer y vamos a hablar de unos negocios muy importantes.
