Capítulo 1

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Ricky:

Me dejé caer en el ya muy recurrido sofá. Me desplomé sintiéndome sucio, mis principios estaban manchados por algo llamado alcohol, pero era mas que eso. No pude haberme puesto borracho sin mas y mas que eso haberle hecho tal brutalidad a Denisse.
Con Thalia... Ni siquiera la conocía, pero ella al parecer si y no parecía gustarle porque tocaba el bajo en una banda famosa, ni siquiera tocó el tema, solo me dio un trago, me conversó...
Y hasta ahí solo tengo recuerdos borrosos, Denisse tenia el rostro muy rojo, no podía ser mas que enfado. La decepción se le podía ver en los ojos, ella veía los mios y algo en mi pareció romperse. Vi como desaparecía en medio de la multitud abriéndose paso como podía. Hubiera ido tras ella pero mi vista no ayudaba mucho, el piso se movía como si jugara con mi mente.
Antes de que ella apareciera y me tirará esa cachetada que en ese momento no me dejó mas que paralizado, había estado bailando, tomando cierta distancia, no pude negarme hacia su invitación, Thalia me tomó por sorpresa del cuello e hizo que sus labios y los mios se unieran, no había pasión, ni cariño, mucho menos amor, no había nada. Aún estando borracho o dios quien sabe que... Estaba consiente de que no era lo correcto, los segundos se hacían eternos y mis movimientos lentos, la tomé por los hombros y la miré perplejo, fruncí el ceño tratando de asimilar lo que hacía segundos acababa de pasar. Ella me miraba con una sonrisa divertida y coqueta, solo recuerdo lo que dijo antes de que la dejara parada.

"—No deberías querer a una niña... ¿se te hace difícil fijarte en una mujer? Es decir, Denisse no sabe lo que quiere, en cambio yo..."

No quise oír mas, solo necesitaba su voz, aquella que me devolvía el alma al cuerpo. Fui directo al baño de mujeres con evidente dificultas al caminar, sentí mis ojos demasiado pesados, esperé afuera no mas de dos minutos y vi su rostro, una expresión que no había visto antes. Amargura y desagrado.

Arturo:

—¡Ya calmate!—dije sujetándolo de la sudada camisa que llevaba, no supe diferenciar si era por el ambiente muy cerrado o por la rabia que lo estaba consumiendo.

—Ahora entiendo porque me decías siempre que me alejara de ella, siempre anduviste detrás de ella, eres un maldito envidioso y puñalero—dijo José con agitada respiración, su pecho subía y bajaba al compás de la música, era un ritmo movido, me hacia pensar en los galopes de los caballos llevando carruajes de una ciudad a otra.

—¿He? Eso no es cierto, eso no tiene sentido, deja lo hablamos después, este no es el momento—coloqué mas fuerza a mi brazo cuando sentí mas presión de parte suya.

—¡Eres un maldito traidor!—quitó mi brazo, seguido de eso se acercó muy rápido a mi, estuvimos pegados frente a frente, como una usual pelea de adolescentes y me miró como si fuese a matarme, no había duda de que si sus ojos hubieran sido espadas... Me habría dado la estocada final.

—Ya para—le susurré con una pequeña sonrisa, señal de ya estaba apunto de perder la poca paciencia que me dio Dios.

—Si no te golpeo es porque no quiero llamar la atención, si no fuera así hace rato te hubiera partido la cara —se separó de mi dudando un momento, ¿En serio iba a golpearme? ¿En serio dudaba de mi?.

Empujó a todas las personas que se le cruzaron hasta que desapareció de mi vista, me quedé parado y no me quedó mas que apretar los puños de impotencia, respiré y me dispuse a caminar, Mónica se habia ido hecha furia, Pepe también. Kross se habría metido en problemas o algo así, era raro que no estuviera con nosotros o al menos conmigo.
«Esperaré a que se le pase el berrinche de niño, si de verdad valora nuestra amistad y me conoce sabrá que no soy capaz de hacerle eso y si esta tan cegado como aparenta tendré que abrirle los ojos así sea a golpes—pensé»

Quizá hubiera pedido algo, una bebida que me hiciera olvidar el mal rato que esa mujer había causado pero no, tenía que estar sobrio para poder aclarar mi mente en lugar de ahogarla mas, con litros y litros de alcohol.
Caminé hasta el baño para mojarme la cara, urgentemente necesitaba algo frío que me recordara que el calor que estaba sintiendo no era mas que el momento.
Antes de de llegar a mi destino vi a un muchacho paralizado, con una mano sobre la mejilla.

Ricardo.

Buscando La Felicidad En Lugares Erróneos/ Temporada 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora