IV. Apuntando sugerencias.

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Siete en punto. La primera sombra humana que cruzaba la entrada de la puerta era la de Ayano Aishi. "Yandere-chan". Un apodo extraño que Info-chan le había bautizado y que la jovencita de sádicos gustos no se había negado ni un sólo momento a ser llamada de esa manera. Sus pasos, en esta ocasión, eran lentos. Fatiga que todo humano sufría cuando sólo dormías dos horas y media. Yandere había ido a la cama a la hora correcta y sin embargo no fue hasta altas horas de la madrugada cuando pudo finalmente dormir.

Se cambió los zapatos, ignoró el mundo entero, ignoró su al rededor. No le importaba si a su espalda los alumnos temblaban de miedo por los asesinatos que llevaban presentes desde hacía meses. No, Ayano no se preocupaba en lo más mínimo.

Lo único que le preocupaba era perderlo a él.

Se ocultó tras un árbol para sacar su celular y tomarle una foto. Le tomó otra foto más para la coleccion de cientas y hasta miles de fotos de su "Senpai". Fotos que no tenían significado alguno, pero le llenaban el alma  a Ayano y le hacía volar su imaginación.

Suspiraba temblando, mientras sonreía de manera enfermiza y caminaba con delicadeza con la mirada fija en la pantalla y en la imágen congelada de su álbum de fotos actual. Y sí, caminaba sin rumbo alguno hasta que su pantalla cambió radicalmente con la notoria llamada un número desconocido. Ayano sabía que el único número desconocido que le llamaba era Info-Chan. Suspiró y se aseguró de ir a un lugar solitario, mejor conocida como la azotea.

—¿Sí?— Contestaba Ayano en voz alta.

—Es un gusto escuchar que estás tranquila hoy— Le comentaba del otro lado de la línea la pelirroja de gafas

—¿Tienes algo que decirme o me llamas para saludar?

—No tienes porqué enojarte, Ayano Aishi. Simplemente quiero darte una propuesta...— La voz de Info-chan se volvía cada vez más leve, causando en la jovencita de coleta negra que se acercara más el celular a la cara.

—¿El qué?—

—Hagas lo que hagas, no te distraigas. Debo de contarte un rumor, pero en cambio, tu deberás concentrarte aún más. Verás, quizás Midori Gurin esté enamorada de una persona que viene de lejos, de América. —

—¿Y eso a mi en qué me beneficia?—

—¿Que no son tus padres los que están en América ahora?—

Ayano se quedó callada unos momentos, entrando en razón y dando un suspiro.

—No entiendo cual es el punto de que me digas esto, Info-chan.—

—No es nada. Quédate debajo de la ventana, te enviaré un regalo.

Ayano no contenía nada el estar sin entender, así que cortó de golpe el teléfono y se dio bruscamente la vuelta, golpeándose la cara con el pecho de algún varón que detectó con el perfume. Se acarició dulcemente la nariz y levantó minúsculamente la mirada. Sí, se había golpeado con el pecho de Budo Masuta. Frunció el ceño.

—Lo siento, Ayano— Se disculpaba inclinándose, tomándole la mano y besando el dorso de su mismo. Ayano retiró la mano bruscamente asqueada. De eso en más, se fue corriendo, como siempre, hacia donde Info-chan le había pedido se hubieran reunido.

La pálida muchacha se quedó en la ventana, siendo un par minutos necesarios para que lentamente, hacia ella, dos boletos de cine. Boletos para un cine al aire libre, junto con una lista.

Mientras miraba curiosamente los papeles en sus manos, escuchó llegaron corriendo al mismísimo lider del club de Karate, quien esta vez se disculpaba de la forma tradicional, inclinándose cordialmente

—¡Discúlpame, Ayano! Estaba practicando un saludo traidicional antiguo y Europeo...—

—No es como si no lo supiera ya, Budo.—

Budo sintió en su espalda recorrer un escalofrío cuando le llamó por su nombre. Ayano miró curiosamente la lista a como podía.

1.Salir.

2.Besarse.

3.Ser pareja, despistar.

4. Matar.

Ayano abrió los ojos con fuerza, y a la perfección entendió el plan. Tiró la bola de papel que había convertido en circunferencia en unos cuantos segundos, cayendo pegado a la pared. Daba un suspiro y miraba fijamente a Budo Masuta, antes de pasarle un boleto para el cine.

—¿Quieres ir conmigo a ver una película, Budo?—

Budo sintió la sangre caerse a sus pies, sus ojos rozarse y una alegría en su pecho que no pudo describir. Tomó el boleto gustoso y aceptó con una sonrisa.

—Pasaré por ti a las siete, Ayano.—

Quizás lo curioso de la situación fue que arriba de la ventana Info-chan estaba satisfecha, mientras Yandere, en su cabeza, se hacía de otros planes.

Mátame {Ayano x Budo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora