Capitulo I: Río

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¿Se suponía que era invierno en ese país, no es así? ¿Entonces por qué el sol quemaba con tanta intensidad?

Haruka cubrió con el dorso de su mano su rostro. Acababa de descender del avión y el clima cálido de Brasil lo había recibido en todo su potencial. Golpeando su pálida piel con los rayos que parecían ajenos a la estación en la cual se encontraban. De la misma forma que todas aquellas personas que frenéticas llegaban al país carioca y parecían no ser incomodadas por el vapor.

Nanase Haruka no se sentía nervioso por la competición pero si lo estaba al no saber exactamente a dónde dirigirse. A pesar que en el último tiempo había mejorado mucho en el manejo de su inglés, aún estaba inseguro y no había manera en que entendiera el portugués que los nativos hablaban con tanto entusiasmo. Sin embargo, no llegó a alarmarse por mucho tiempo, ya que una mano se apoyó sobre su hombro y en un gentil japonés lo saludó.

Nao Serizawa, su entrenador lo había encontrado.

-¡Te estábamos esperando, Haruka! ¡Bienvenido a Río de Janeiro!-

Nao formaba parte de los recuerdos de Nanase desde una tierna edad. Él había sido su capitán en el equipo de natación en Iwatobi, y unos meses después de haberse estabilizado en Tokio se había convertido en su entrenador personal. Por eso, él se había emprendido a América con antelación para preparar todo lo necesario para la llegada del nadador. El hombre conocía a Haru y no esperaba un gesto efusivo de su parte, así que apenas estuvieron cerca esperó cargará su maleta y le indicó que lo siguiera. Saliendo de los alborotados pasillos a la zona del estacionamiento, donde estaba su vehículo.

-¿Te gusta? Se ve diferente a Japón, ¿No es así?- le preguntó una vez ya hubieran arrancado y el automóvil se deslizará por una autopista en dirección a la ciudad.

El nadador no le contestó, pero su mirada se encontraba prendida en la estructura de Río de Janeiro. Los colores que resaltaban las casas bajas y como estas contrastaban con las increíbles edificaciones que se levantaba en el corazón de la urbanización.

No escuchó nada de las palabras que le había dicho su entrenador. Tan sólo despertó cuando habían ingresado a una zona menos poblada y privada. El automóvil recorrió algunas cuadras antes de estacionarse en el ingreso de un lujoso hotel.

Haru acopló a su espalda el bolso que traía y Nao lo acompañó ingresando al hall. Sin embargo, no lograron llegar a la mitad de la sala cuando un cuerpo alargado y ligeramente bronceado se había prendido al cuello del nadador estrella, casi tirándolo por el impulso.

-¡Haru! ¡Ya te habías tardado!-

Haru dejó caer su equipaje y sentía sus mejillas algo enrojecidas por el efusivo encuentro, aún así se permitió sonreír casi en forma imperceptible al saber que ese era el carácter cariñoso de Rin Matsuoka. A pesar que eso significara ser el centro de atención en aquel sitio repleto de deportistas.

-Chicos, chicos, cualquiera pensaría que no se han visto en años.- bromeó Nao con una sonrisa divertida, consiguiendo que el pelirrojo se alejara de su alumno con el rostro tan carmesí como sus hebras de cabello.

-¡Exageras, Serizawa-san!- dijo ofendido Rin y sin reparo alguno siguió bromeando con el mayor.

Haruka notó como su enérgico amigo y su entrenador se establecía en una charla amena llena de juegos. Mientras que cerca de ellos se encontraba un grupo que portaba la misma chaqueta con el emblema de la bandera japonesa y los miraba en forma divertida. Algo avergonzado el ex estudiante de Iwatobi los reconoció y saludó con un pequeño gesto que fue recibido por sus compañeros con naturalidad. Todos estaban acostumbrados a aquel particular par.

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