Era una tarde de Junio algo fría, estaba empacando mis cosas para mudarme al otro lado de la ciudad, ya que mi madre insistía en que necesitabamos cambiar de rutina.
Me sentía molesta, no quería irme de ahí, mis amigos estaban ahí, mi novio, mi vida, TODO...
Cuando terminé de empacar mamá me llamó a cenar, pero no tenía apetito, sólo me quedaba una noche en mi lugar favorito, así que fui a casa de mi novio para pasar lo que me quedaba con él, ya que ahora sólo lo vería un par de veces al mes.
Así que salí y fui a su casa.
Cuando llegué iba saliendo.
-Bryan!- lo llamé.
Él volteo a ver no muy contento de verme.-Iba para tu casa -Me dijo- Necesito que hablemos.
-De qué quieres que hablemos cariño ? - le pregunté.
Se quedó viendome fijamente por un momento y me dijo:
-No creo que esto vaya a funcionar si te tengo tan lejos.-Me dijo de una manera fría.
-Por qué? -Le pregunté mientras sentía un nudo en mi garganta y mis ojos se llenaban de lágrimas.
-Só...Sólo no va a funcinar- Tartamudeo y se fue.
Me quedé congelada y destrozada por un momento. Lo único que pude hacer fue correr lejos de ahí, a un parque que había a unas calles.
Me senté en una banca a llorar un rato y luego volví a casa.