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Abro los ojos. No recuerdo bien lo que ha pasado, tan solo que huía de unas extrañas criaturas felinas. Seguramente haya sido un mal sueño. pienso.

Bostezo y me desperezo, aún un poco aturdida. Miro a mi alrededor. Estoy en un viejo camastro, cuyas sábanas están medio deshilachadas y pequeñas bolitas de tela se amontonan sobre ellas. La estancia es una pequeña habitación, bastante llena de polvo. Los muebles son antiguos y están muy desgastados. Parece que me encuentro en una casa abandonada o algo por el estilo. Me incorporo y busco mis zapatos. Estos están perfectamente colocados a mi lado. Me calzo e intento recordar cómo he llegado hasta esta habitación. Ahg... Sólo consigo ver a una silueta negra salvándome de una horrible muerte. El resto está muy borroso. Creo que me desmayé. Me levanto y camino hasta el hueco en la pared donde tendría que haber una puerta. Como me imaginaba, estoy en una casa abandonada. Al salir del cuarto se halla un largo pasillo hasta las escaleras de bajada al piso inferior. Escucho un ruido que proviene de él. Es como un cuchillo afilando a otro. Oh, no. ¿Y si la persona o el ser que me trajo es un asesino en serie? ¿Y si primero me drogó y por eso pienso que unas bestias intentaron matarme? Las dudas y el miedo me vuelven a paralizar. No puedo seguir avanzando. Doy un paso hacia atrás y hago crujir la madera. El sonido deja de escucharse y me temo lo peor. Me ha oído. Retrocedo lo más rápido que puedo hasta el cuarto más cercano que sí tiene puerta. Me meto dentro e intento no hiperventilar. Escucho los pasos de mi supuesto asesino subir por los dañados escalones. Tiemblo. Intento contener la respiración por si logra escucharla. Me rodeo con los brazos desde detrás de la puerta. Me va a dar un infarto. Los pasos se detienen en la habitación de al lado y oigo como abre la entrada de esta. Oh Dios mío, me va a encontrar. Empiezo a respirar aceleradamente antes de que entre en el cuarto. Entonces, cuando oigo las bisagras de la puerta, grito.

-Ei, ei, ei... ¡Tranquila! -me dice el "asesino".

No tiene cara de "asesino" precisamente. La verdad es que me atrevería a decir que es bastante atractivo. Es decir, no es que sea el más guapo del mundo pero tiene su encanto. Su pelo es rizo y de color chocolate con leche, con algunos reflejos color miel. Tiene unos ojos almendrados y verdes y unos labios finos y largos. Su cuerpo es delgado pero fibroso, por lo que deja entrever la ropa que lleva puesta. Una camiseta negra sencilla de manga corta, y unos pantalones y botas del mismo color.

-¿Quién eres tú? -pregunto, aún asustada. Del susto me he caído de culo.

-Soy Elliot Collins. Déjame ayudarte. -me dice amablemente tendiéndome su mano huesuda.

Le doy mi mano y me impulsa hacia arriba quedándome al momento en pie.

-Avril Cooper.

-Encantado. Debes de tener hambre. Baja, he preparado el pan que llevabas con un poco de queso que he conseguido. -me ofrece dulcemente.

Lo miro con desconfianza. ¿Y si la comida que me ofrece está envenenada?

-No te preocupes. No voy a envenenarte ni nada por el estilo. -añade, respondiendo así a mi pregunta.

Asiento aún no muy convencida y lo sigo hasta la planta inferior. Las ventanas están tapadas por plásticos translúcidos y encima de una mesa -limpia-se encuentran cuatro trozos del pan que compré ayer con cuatro triángulos de queso al lado. Al otro lado de la superficie, se encuentran los cuchillos que escuché escasos minutos antes. Los miro con miedo durante unos segundos y desvío la mirada hacia Elliot.

-Si vas a estar sola en este apocalipsis, vas a necesitar algún que otro arma. -me dice.

-¿Qué ha ocurrido? -pregunto, cambiando de tema.

-Unos animales mutantes han invadido todo el país. Tú y yo somos, seguramente, pocos de los supervivientes. Algunos rumorean que estas bestias buscan algo o a alguien pero, quién sabe. -me explica como si la situación no tuviera nada de interés para él.

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⏰ Última actualización: Aug 28, 2016 ⏰

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