Rosa

Luna.

Por la mañana me despertó un fuerte golpe en la puerta. Era mamá. Ella solo se acercó a mí, me miró, me sonrió y subió a su cuarto; su labial estaba corrido, su cabello era un desastre, podía oler lo que había bebido anoche.

Yo solo fui a tomar una ducha, mi cuello me estaba matando por dormir en el sofá. Cuando estaba en la ducha vi que caía tinta por mi cuerpo... ¡mierda! La dirección... Rápidamente salí de la regadera, tomé un bolígrafo y anote en mi pared lo que no se alcanzó a borrar. Después seguí con mi ducha.

De camino al colegio me sentía bastante confundida, podía recordar mi sueño de principio a fin. Fue bastante escalofriante. ¿Acaso tiene algún sentido todo esto?, ¿qué debo hacer?... Quizá olvidarlo sea lo mejor.

Noté que la chica nueva esperaba a alguien en la entrada del colegio, jamás paso por mi cabeza que fuera a mi. Caminé unos metros a la entrada y se me acercó, me preguntó:
- ¿cambiaste de opinión acerca de mi propuesta?
Le respondí:
- no estoy de ánimos para estudiar, lo siento en serio.
Me dijo:
- Oh, bueno... En ese caso te puedo invitar un café. Vamos, no puedes negarme un rico café caliente con espuma batida y un poco de chocolate.
No tenía muchos ánimos de salir con alguien en ese momento, tenía mi mente vuelta un caos pero, no podía resistirme a un café con crema batida y chocolate.
Le dije:
- maldición, no puedo resistirme a ese café. Vamos.

No asistimos a clases. Me llevo a un lugar algo lejos del colegio, fuimos a una cafetería por el centro del pueblo. Ella pidió un café con vainilla, cuando yo iba a pedir me robo la palabra y me pidió un café especial, y me guiñó el ojo.

Nos sentamos en lo que preparaban nuestra orden, y por fin le preguntaría su nombre, ya que nunca ponía atención en el pase de lista del colegio. Le dije:

- quizá te parezca extraño, pero aún no sé tu nombre.
Me contestó:
- lo sé, tú distracción es obvia en clase... Me llamo Luna.
Me dio algo de pena el que ella notara mi obvia distracción, no sé porque me importaba tanto lo que pensara de mi.
Le dije:
- tienes un hermoso nombre.
Ella se sonrojó un poco, y una pequeña sonrisa se pintó en ese lindo rostro.
Llegó nuestra orden y pasamos el día charlando.

El mejor café que haya probado.