II

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Te besé en aquel partido de Quidditch.

¿Sabes qué ocurrió en ese momento con las cenizas, querida?

Tú y tus llamas hicisteis que las cenizas tuvieran algo de vida.
Cuando las cenizas prendieron un sentimiento resurgió, uno que yo había tratado de detener.

Surgió de las cenizas como un fénix.
Y, chica fuego, creo que tú también lo sentiste.

[...]

Las amenazas de Brett me parecieron falsas, e incluso estúpidas.
Pero, cariño, eso fue al principio.

Las amenazas no me afectaban, ¡cruzaría un infierno por tí!

Pero entonces él sacó el tema del código de amistad y tuve que alejarme.

Aún así me hice una promesa:
Yo no te rompería el corazón ni me acercaría a tí si no querías.

Quizás por eso fui tan insistente. Quizás por eso me obligue a gustarte.

Querida, chica fuego, es cierto que volví a besarte a pesar de mi promesa, pero el fénix iba a morir sin apenas haber resurgido totalmente.

[...]

Contemos a los invitados como fue que te besé una segunda vez:

La primavera se fue dejando un rastro de flores y lluvias que desaparecieron con el verano.
El césped se volvió amarillento y el calor aumentó.

Un día nos volvimos a ver en la Mansión Malfoy, para una fiesta por la primera luna llena de verano.

Tus grandes ojos grises sonreían con aquel brillo que me impedía dejar de mirarte.
Llevabas un vestido negro porque según decías ese color resaltaba los ojos grises, y la verdad, yo también lo creía.
Tu pelo castaño estaba sujeto con horquillas en un complicado recogido que hacía resaltar tus facciones.

Y yo llevaba un traje gris y blanco que mi madre se había empeñado en planchar unas cinco veces para que quedara perfecto.

No se si fue la hermosa luna reflejada en tus ojos o las estrellas que brillaban en ellos sin necesidad de que fuera de noche, pero cuando me acerqué por un vaso de agua a la cocina y te vi allí parada mirando a los jardines por la ventana y una gran sonrisa pintada en el rostro, no pude evitar acercarme a ti.
Te volteaste sorprendida y yo me acerqué peligrosamente a ti.
Y sin embargo no escapaste.
No parecía que te molestara y te besé.

Fue un beso lento y apasionado, no como el roce de labios del partido de Quidditch.

Quería que esa no fuera la última vez que besara tus labios pero recordé las palabra de Brett y volví a la realidad.
Salí huyendo como cobarde, sintiendo como la poca cordura que tenía se esfumaba.

¡Por Morgana! ¡Me estabas volviendo loco!

Y sigues haciéndolo.

Si las personas fueran fuego tú serías un incendio, ¡incluso el infierno!, y yo sería una simple colilla apunto de apagarse.

Fénix | #FicDelFicLMM | CilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora