Capítulo 2: Libros y sonrisas

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Pasé casi toda mi infancia en Toronto. Al principio viví con mi padre y mis abuelos en una casa a las afueras de la ciudad. Era una de esas viviendas que cuando eres pequeño te recuerdan a un castillo. Con una gran pared de color blanco rodeada de flores de colores claros. Tres grandes ventanas que sobresalían del techo y una puerta negra que te daba un sentimiento de seguridad satisfactorio. Antes de comenzar la escuela recuerdo que me pasaba horas i horas leyendo cuentos con mi abuela. Charlotte fue una de las personas mas importantes de mi vida, su aspecto era com el de cualquier abuela. Con la cara llena de arrugas, unos ojos verdes llenos de orgullo i una media sonrisa que no se le quitara nunca de la boca. Lo que me gustaba mas era pasarme los veranos en el jardín leyendo Mary Poppins o el Principito. Ella era una gran amante de la literatura clásica y los libros siempre eran con la portada de piel i las paginas de color blanco oscuro por culpa de la humedad que se fue agregando en las páginas con el paso de los años.

Yo en la escuela no era como las otras niñas. Siempre me sentaba en la última línea y me pasaba las clases con un libro debajo de la nariz. Pero los profesores no entendían como sacaba buenas notas si no prestaba atención en clase. Después de hacer varias reuniones con mis padres especularon que yo también tenia les mismas habilidades de mi madre. I así también me pasaron de curso. I todo seguía igual, sin amigos, sin escuchar en clase, sacando buenas notas. Pero sucedió un pequeño  cambio en mi rutina. Supongo que las chicas mas mayores me cogieron envidia por sacar buenas notas y empezaron a reírse de mi. Primero de mis pecas. Eso me molestaba pero no les hacia caso, tenía cosas mejores que hacer que enfadarme con ellas. Pero la gota que colmó el baso fue cuando se metieron con mis ojos. Mi padre siempre me dijo que tener heterocromia era un don, un rasgo de belleza que poca gente tenia y que tenia que sentirme orgullosa. Pero recuerdo que me miraba al espejo i veía ese contraste. El ojo izquierdo azul como el cielo y el derecho de color crema. No lo podía soportar. Me veía diferente y lo era, ni fisicamente ni mentalmente. 

Passaron los años hasta que finalmente mi padre y yo nos mudamos a una casa los dos solos. El había superado la depresión y volvía a trabajar de abogado. Nos trasladamos a Kingsway, un barrio a las afueras, a dos kilómetros de donde vivían los abuelos. Recuerdo perfectamente ese día. Era septiembre y yo debía tener unos nueve años. Llevaba un vestido con rallas verticales rosas y blancas. Mi cabello estaba recogido con dos largas trenzas que movía arriba y abajo con orgullo. La nueva calle estaba llena de casas muy grandes y rústicas. La nuestra tenia una medida mediana. Las paredes estaba cubiertas de grandes piedras y dos ventanas reposaban en la parte superior de la vivienda. Recuerdo que cogí una caja donde habían mis libros favoritos. Un niño con el cabello de color ceniza se acercó a mi. No recordaba haberlo visto antes, pero se ofreció a llevarme la caja. Yo estaba mas confusa que nunca pero accedí. De cara no parecía mucho mas mayor que yo, debía tener un año mas, ósea, de mi curso. Lo acompañé hasta mi habitación y dejó caer la caja sobre el suelo de  madera. El impacto hizo que la tapa de cartón cayera y dejara al descubierto un par de libros que estaban encima. En niño fijó la mirada en el mas antiguo de todos. Tenia la tapa reseguida con dibujos dorados donde se leía "Oliver Twist"

—¡Yo he leído este! —me dijo con un grito de entusiasmo. 

Me quede petrificada. ¿ De verdad se lo ha leído?, pensé. I así empezamos a hablar sobre el libro. Discutiendo sobre los personajes, riendo de las mejores partes. Pasaron las horas volando.  Le enseñe algunos libros que me habían gustado mucho y el m'he habló de algunos que también era muy divertidos. Podía observar como sus ojos color miel se hacían mas i mas grandes del entusiasmo. Cuando anocheció mi padre li recomendó que volviera a casa. No porque li molestara, al contrario, estaba muy feliz que hubiera hecho un amigo. Porqué penso sus padres se enfadarían. Pero antes de irse me prometió que la mañana siguiente me traería un ejemplar de ese libro del que me había hablado tanto. Yo no pensaba realmente que lo fuera a hacer. Pero recuerdo que no me pude sacara la sonrisa en toda la noche. 

El dia siguiente por la mañana mi padre me despertó con entusiasmo. Hizo lo mismo que hacia mi abuela cada mañana. Me preparó la ropa, me ató el cabello con un lazo rosa  y coció el desayuno como siempre sin ninguna anomalía. Yo no podía parar de recordar al chico del cabello ceniza, que ni sabia su nombre, pero estaba grabado dentro de mi mente. I tal como dijo se presento en casa con una sonrisa en la boca y un libro entre las manos. Después de varias risas conocí tres cosas mas de el:

La primera que se llamaba Jake, la segunda que íbamos a la misma clase y la tercera que él seria mi mejor amigo desde ese preciso instante. 

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Ya tenis el segundo capítulo :) Que os parece Jake? 

Por cierto, estoy haciendo el booktrailer. Intentare tenerlo lo antes posible. 

Gracias por el apoyo

Un beso


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