Capítulo 4: ¿Amor?

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I comenzamos el curso otra vez. Los años pasaron igual de perfectos. Pero aquí fue cuando mi padre y mi abuelo les vino la manía de los extraescolares, sí, se pusieron testarudos que tenía que encontrar un hobbie. Me apuntaron a muchas cosas, des de ballet hasta clases de arte. Pero digamos que las cosas prácticas no eran lo mío. Hasta que finalmente probé las clases de piano, allí encontré mi pasatiempo favorito. Cuando mi padre se enteró de la buena noticia fue corriendo a comprarme ese instrumento i lo aposentó en el comedor de casa. Me pasaba horas tocándolo. Jake se sentaba a mi lado y observaba mis dedos moverse poseídos por la música. Una vez intente enseñarle algunas cosas pero mi paciencia era muy baja y el pobre se cansó muy rápido. 

Cumplí treze años y empecé a convertirme en una mujer. Mi cuerpo recto y delgado comenzó a coger forma y pasé de ser de las bajas de la clase a estar entre las altas. Suerte que mi abuela intervino en algunos aspectos, ya me entendéis. Y mi padre se pudo guardar algunas charlas incomodas conmigo. Ya comenzaba a realizar mis primeros conciertos importantes de piano y algunas universidades me comenzaban a seguir. No me podía creer que esas instituciones tan prestigiosas invirtieran mi tiempo en mi. 

-  Hey Lara. - Me dijo Jake. Estavamos sentados en la casa del arbol con las piernas cruzadas y un bol de galletas de chocolate en el medio.- Ayer Joseph y David me invitaron a hacer una acampada con ellos, querer venir? 

-  No lo sé, creo que acampar no es lo mío. - dije como excusa. Obviamente él no se lo tragó.

-  No hay excusas que valgan, ya les he dicho que venías- dijo negando con la cabeza.

Hasta noté un poco de decepción en su voz. Me lo quedé mirando un rato. Durante ese año había cambiado mucho. Los músculos se le habían desarrollado y su pelo estaba mas corto. Era guapo. Siempre lo pensé. Suspiré y luego me encogí de espaldas. 

La mañana siguiente él ya estaba en la puerta de casa esperándome con una mochila de acampada colgando de su espalda. Era la primera vez que pasaba la noche fuera de casa. Mi padre había sacado una mochila llena de polvo del sótano y me la había dado junto a un saco de dormir que compró rápidamente la noche antes. Me había recogido mi largo pelo ondulado con una cola de caballo. Llevaba una camiseta de manga corta amarilla y unos pantalones cortos negros. 

Mi amigo y yo nos encaminamos emocionados hacía la estación de autobuses. Allí nos encontramos con todo el grupo. Eramos seis. El primero era Joseph, un chico muy alto y delgado, con la piel muy blanca y el pelo naranja. A su derecha estaba Laura, su novia, con un cabello rubio muy largo y los ojos verdes. Esa era la única que me caía bien. Siempre hablábamos en el instituto. Al menos cuando no estaba Jake. Finalmente quedaban David y Christina, los dos era muy pálidos. Ella era castaña, al contrario de él que lucía un pelo rubio por debajo de las orejas. 

El autobús estava pràcticamente vacio. Sola havia una mujer de edad mediana que leía una revista del corazón. Emocionados nos estamos diestras y comenzamos a hablar. Me sorprendí de mi misma en ver que yo también tenia muchas gana de hacer esa excursión. 

Cuando llegamos el sol continuaba igual de cálido y acogedor que por la mañana. Los campos era verdes y luminosos. Caminábamos tranquilamente entre ellos como si estuviésemos en un mundo paralelo. Recorrimos toda la valle hasta que llagamos a un pequeño lago. Todos los chicos empezaron a gritar de la emoción. Joseph fue el primero en tirarse. Se quito la camiseta i los zapatos sin pensarlo. Los otros lo siguieron pisándole los talones. Las chicas nos sentamos en el borde, dejando que los pies sobre el agua y observando como los chicos se lanzaban aguan entre ellos. Jake estaba más feliz que nunca. Se escondía detrás de una roca i cuando alguien pasaba le tiraba agua. Yo no podía parar de reír. 


 —¿Te gusta? —me preguntó Laura tímidamente. 

— ¡No! Él es como mi hermano.  — dije yo sorprendida. Era la primera vez que me lo pedían. Que un chico y una chica sean amigos no significa nada. Pensé enfadada. 

— Ah, es que parece que para él no es lo mismo — comentó Christina. Que había estado escuchando a escondidas. Se paso una mecha de pelo marrón detrás de la oreja. 

— No lo creo, hace muchos años que somos amigos. — dije yo confundida. 

— Ah, me alegro. — dijo ella sonriente – Es que le quiero pedir salir. 

— No sabía que te gustaba — dije yo sorprendida.  

Ella sonrío y con un leve suspiro corrió hacia el lago para jugar con los chicos. Podía ver como ella corría en brazos de mi amigo. Pero él no parecía darse cuenta ya que no paraba de mirarme y sonreír. 

Esa noche no pude dormir. La tienda olía a pies i era insoportable. Mi padre me había explicado sus aventuras de acampada pero nunca mencionó que era tan incomodo y maloliente. Salí lentamente intentando no despertar a la chicas y me senté en una roca que reposaba al lado de del pequeño refugio de tela. Jake no podía estar enamorado de mi. Siempre lo había visto como un mas de mi familia y pensaba que para él era no mismo. Lo habría jurado.

La mañana siguiente cogimos todas las cosas y volvimos a casa. Esté especialmente callada durante todo el trayecto. Tenia miedo. Christina se había convertido en una amenaza. No de la manera que os pensáis. Simplemente no quería perder a mi amigo. 

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Hypee extremo pera vosotros. ;)


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