Capítulo 5: Cumpleaños.

12 2 1
                                    

Cuando llegué a mi casa me despedí rápidamente de Jake y corrí hacia dentro sin decir nada. Tenia la roba sucia de barro i la piernas llenas de rasguños así que me duché con rapidez. Cuando terminé me vestí con un mono tejano y unas zapatillas blancas. Me dolía todo el cuerpo y el cansancio se apoderaba de mi, pero era demasiado temprano para ir a dormir. Cogí el libro de Moby-Dick i me encamine hacia la casa del árbol. Aquellos últimos días habíamos hecho algunas reparaciones y el tejado estaba casi perfecto. Subí por la escalera de madera y me senté en el viejo sofá de piel.

Allí era uno de los pocos sitios donde podía ser yo misma. Abrí el libro por la marca que dejé y leí. Pasó mucho rato, no me acuerdo porque me dormí, pero cuando desperté tenia los ojos de Jake a pocos centímetros de los míos. Hice un salto asustada y me tiré hacia atrás.

—Que haces aqui?— le pregunté con el corazón latiendo rápidamente.

—Te estava buscando, es muy tarde Lara. — me dijo con voz preocupada.

—Que hora es?

—Son casi la una de la noche.

—Me he dormido, estava muy cansada.— me levanté para salir pero él me paró, cogiéndome por el brazo.

— Estás bien?— me dijo acariciando mi mano. — Hoy has estado muy distante.

— Sí. — dije bajando la mirada.— Solo un poco cansada.

— No me enganyes, hace demasiado que nos conocemos. Sé perfectamente cuando me mientes. — solté un suspiro y lo miré directamente a los ojos. No sabia como comenzar la historia pero lo hice, le dije que Christina quería tener algo con él y que tenia miedo de perderle.

— De verdad le gusto?— dijo él riendo. Él nunca había sido muy arrogante, al contrario.

—Sí.— dije yo.

— Lara no seas boba. Si por alguna razón salgo con una chica tu continuarás siendo la mujer mas importante de mi vida. Y quien lo lo acepte ya se puede ir. — dijo riendo.

Sentí como me quitava un peso de encima. Él me abrazo con fuerza, con esos brazos que conocía tan bien. I por un segundo me permití ser vulnerable i dejar que las emociones fluyeran por mi cuerpo.

El verano pasó tan rápido com cualquier otro. Las bellas flores se volvieron marrones y el querido sol cálido dio paso a las lluvias torrenciales. Mi cumpleaños se acercaba. La verdad es que no ayuda mucho ser adelantada un curso y ademas ser de finales de año. Todo el mundo ya tenia quince años y yo aún disfrutaba de los últimos días de los trece.

Había pedido a mi padre que me comprar un teléfono móvil, ya que toda la clase tenia uno menos yo. La cuenta atrás fue larga, pero por fin llegó el día. Ese año era un sábado. Los primeros rayos de sol de la mañana asomaron la cabeza por la ventana. Me quedé un rato estirada. Esos momentos que no estás durmiendo pero tampoco estás totalmente despierta. Es una especie de limbo agradable y placentero. Oí como abrían la puerta lentamente. Empezó a sonar esa canción de cumpleaños tan conocida.

—¡Felicidades Lara!— grito mi padre mientras me sacaba una foto.

— Papà.— gruñí yo. A su lado estaba Jake. Llevaba un gran pastel de chocolate entre sus manos. Había un catorce dibujado con azúcar en el medio.

— ¡Felicidades pequeña!— dijo él dejando el pastel en el escritorio y corriendo para abrazarme.

— Ya no soy tan pequeña. — dije abrazando su espalda.

Después de vestirme corrí hacia la cocina pera desayunar ese pastel tan exquisito. He de reconocer que me lo comí casi todo. Después mi padre me anunció la hora de abrir los regalos. Siempre era lo mismo. Un detalle de mi padre, un libro de Jake y una tontería de los abuelos. Pero ese día parecía diferente.

El primero estava cubierto con un papel naranja. Una letra alargada y pequeña cubría una tarjeta pegada en el borde.

Para la princesa de la casa. — de los abuelos.

Era una caja de color azul claro, le quité la tapa poco a poco. Lo primero que vi fue un cubo de Rubik, eso me hico sonreír. La abuela siempre me regalas cosas de niñas normales. Pero siempre terminaban abandonadas en algún cajón. Supongo que cambió de idea y pensó que eso me gustaría mas. El otro objeto era un despertador. El que tenia antes se me estropeó en verano porque Jake le había lanzado un cojín. Nuestros ojos chocan compartiendo una mirada de complicidad.

El siguiente regalo era de Jake, se trataba de una libreta en blanco donde la primera página ponía con letra irregular.

La maravillosa vida de Larissa Stuart.

Me contó que era un diario, para escribir cosas que me pasaban por la cabeza o problemas que quería solucionar. Me encantó.

Y después el de mi padre. Una de esas cámaras analógicas que imprimen fotos al instante. Era de color amarillo pastel. Siempre las veía en los escaparates de las tiendas pero nunca tuve una.

Pero sobre la mesa aún había un paquete, lo examine detalladamente. Delante ponía.

Para nuestra nieta. — Daniel y Ruth.

Mi cerebro localizó esos nombres. Eran los padres de mi madre. Aquellos que hacía casi trece años que no los había visto. Solo me llamaban por navidad. Abrí el paquete con curiosidad. Era un iPhone. Me quedé con la boca abierta. No entendía porque me habían regalado eso si casi no hablaba con ellos.

— Hace unos dias Ruth me llamo y me dijo que quería recuperar los vínculos contigo. Pesó que con esto sería mas fácil.— dijo mi padre señalando el móvil

Lo abrí con cuidado, haciendo aparecer una manzana de color blanco. Cuando lo configuré me descargue el WhatsApp con rapidez. La redonda iva avanzando hasta que quedo al 100%. Se me hacía raro tener por fin ese aparato entre mis manos. El los conversaciones de la aplicación solo aparecía un contacto, era un número desconocido. Abrí el mensaje confundida.

Té atraparé — 10:45.

Es mensaje fue suficiente como para que se mi pusieron todos los palos de punta. Rápidamente bloquee el teléfono i corrí hacia mi habitación. Con el corazón latiendo a mil por hora.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 29, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

POLARISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora