Prologo: 09 de Octubre

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La noche estaba muy fría, la lluvia estaba por caer, la niebla era mucha, la ventana ya estaba completamente empañada y el libro se puso frio. Mis manos estaban heladas, ya era hora de cerrar las puertas y ventanas, la calefacción no andaba así que solo quedaba abrazarse a una manta para no sentir el frio del invierno. Mi madre ya se había quedado dormida y la enfermera Amanda Stuart ya se iba a su casa, solo quedaba yo en la casa, sin nada por hacer, sola con un libro en mano y una taza de chocolate que se estaba por enfriar. Mi cabello negro estaba rebelde así que fui a buscar una elástica para atármela, cuando salgo del baño encuentro a mi madre fuera de su cama y tirada en el suelo, todavía no entiendo como ha hecho para bajar de la cama.

-!madre, que has hecho!- le dije a mi madre tratando de tener las fuerzas para poder levantarla.

-no fui yo, fue el viento- dice mi madre, los doctores dijeron que probamente mi mamá pierda una parte de sus neuronas y empieza a ser paranoica o decir tonterías.

- está bien, trata de que el viento no te vuelva a tirar- la doctora dijo que solo teníamos que seguirle la corriente y tener mucha paciencia con ella.

Cuando a mi mamá le detectaron cáncer en el colon su vida cambio para siempre. Cuando se enteró prefirió estar muerta, se calló de un tercer piso. Por suerte no murió, pero quedo con un tumor cerebral que la dejo mal desde entonces.

Todavía me cuesta creer lo que estoy pasando, antes mi madre erala mujer más feliz del mundo, pero la maldita enfermedad mato todo lo que era ella. Y yo con dieciséis años tuve que quedar con mi abuela mientras que ella cuidaba de mí madre. Ahora, con veinte años y sin mi abuela durante un año, costo mucho cuidar yo sola de mi madre.

El teléfono empieza a sonar y retumbar sobre la casa, cuando la puse bien cómoda a mi madre fui hacia la cocina y levante el teléfono.

-¿hola?- no escuche nada más que solo una respiración -maldito idiota, si descubro quien eres te mato- corte la transmisión y deje el teléfono en su lugar, cuando de repente escucho como un vidrio es destruido. Corro lo más rápido posible para buscar a mi madre, y descubro que no está en su cama y que el vidrio de su ventana y las persianas estaban abiertas mientras el viento y el frio llenaban el aire cálido de la habitación. Me fui rápido hacia la ventana, saque las persianas de mi visión de afuera y vi lo peor que pude hacer visto en el mundo. Mi madre tirada en el piso y con un charco de sangre. Después de ver esa horrible imagen grite con todas mis fuerzas mientras que las lágrimas salían disparadas. No puedo creer esto, no puedo creerlo ni en lo más mínimo. No quería perder a mi mama, a la única con la que estaba y no me daba miedo nada si estaba ella.

Ahora voy corriendo hacia el teléfono y marco al 911 por ayuda. Cuando vinieron, apareció la policía y me pidió que valla con ellos. En el camino les conté lo que paso pero sabía que me iban a tomar de mentirosa y que piensen que yo la mate cuando nunca la lastime. No se cómo llegamos tan rápido estando en un lugar que está a kilómetros de la ciudad de Regina en Canadá. Cuando pasaron cinco horas desde que me llevaron a una celda, y cinco horas que llore y grite diciendo que nunca le haría daño a mi madre, me sacaron de mi Elda ya que se me encontró inocente de haber matado a mi madre ya que no se encontraron huellas digitales ni lastimaduras en el cuerpo de mi madre. Cuando regrese a mi casa organice todo para el velorio de mi madre.

La Casa en el BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora