Parabatai

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Los demonios se abalanzaron sobre ellos. Eran miles. Más de los que Simón pudiera contar. Algunos los reconocía de la Academia, Rapiñadores, Mantid, Shaxs, y otros de menor nivel. Después había otros que, evidentemente eran demonios mayores. Simón miró su cinturón de armas: un par de cuchillos serafines, un cuchillo arrojadizo y una espada. Casi nada que pudiera recuperar.

Tendría que aprovechar lo que tenía.
Un Mantid fue hacia él, rápidamente sacó un cuchillo serafín.

-Nakir- susurró. Se había acostumbrado a los cuchillos serafines. Apuñaló al Mantis en el lugar donde habría estado su estómago de ser humano. Del demonio salió icor y desapareció dejando baba tras él.

Simón buscó otro. Un Demonio Mayor luchaba con Jace. Lanzé el cuchillo arrojadizo. Le dio al demonio la distracción que necesitaba para que Jace clavara la daga en el punto justo.

-No era necesario-le gritó a Simón.
Levantó los ojos. Por mucho tiempos que Jace y Simon estuvieran juntos, Simon seguía sin soportar del todo a Jace. Nunca perdía la arrogancia. Excepto cuando estaba con Clary. En esos momentos era diferente, como otra persona.

Sacudió la cabeza, pensar en su parabatai le costaba. Se la imaginaba atada, incapacitada, sin estela.

-¡Cuidado Simon!- gritó Alec detrás suyo.

Para cuando Simon volvió a la realidad, un demonio le había hecho un corte muy profundo en el brazo. Le ardía. Se hizo un iratze y se concentró en la pelea. Llegó un momento en que los demonios se retiraron, hacia el amanecer.
Todos volvieron al auto. Allí, Simon se hizo otro iratze que se desvaneció en su piel, como el primero, aunque este no lo había notado por el subidón de la pelea que caracteriza a los cazadores de sombras.

-Alec, ¿me haces un iratze?

Alec dibujó la runa en el antebrazo de Simon, pero no cerró. Alec frunció el ceño.

-Debe ser veneno demoníaco. Podríamos decirle a Magnus que te ayude.

Simón asintió con la cabeza. Estaba mareado.

De golpe, sintió un dolor terrible. Un dolor que no era suyo, pero así lo sentía, como si hubieran intentado romper una cuerda muy firme.

Cayó desmayado.

...

Julian volvió a la cocina.

Estaba agotado. Había curado una herida de Tavvy con vendas, ya que todavía no tenía la primera runa. Había cocinado para  flash. , y había puesto en la cama a su hermano menor. Estaba exhausto. Pero valía la pena por Emma.

Por otro lado, Simon se había desmayado, y ya volvía a estar bien. Estaba perfecto. Debía haber sido algo entre Parabatai.

Acostado, entró a su habitación, pero Cristina lo llamó.

-Jules, Simón tuvo una especie, de visión, de las chicas. Están en la convergencia.

Automáticamente, Julian bajó corriendo las escaleras. Al bajar, vió a Jace sobre Simón haciéndole preguntas.

-¡¿Están bien?!- Gritaba como desquiciado-¿Clary está bien? ¡Responde Mundano!

-Tranquilo, es solo un- Simón busca la palabra-, un flash. Está bien, en la Convergencia de las Líneas Ley, por lo que sé.

-Nos vamos a la convergencia.- Jace usó un tono autoritario que no admitía réplicas.

-Ok. Le diré a Arthur que vigile a los niños.


Julian abre la puerta del ático y encuentra a Arthur mascullando para sí algo sobre Grecia y Hércules.

-Arthur, nos vamos. Cuida a Tavvy, Ty, Livvy y Dru.

-Si, como digas Andrew.

A Julian le agarró una punzada. Su tío no mejoraba. Seguía igual que antes.

-Soy Julian.

Arthur hizo oídos sordos y siguió con lo suyo.

Julian se fue.

El camino a la convergencia fue aburrido.

Solo estaban Alec, Jace, Simon y Julian. Magnus tenía un asunto de suma importancia.

Cuando llegaron, encontraron raramente el camino vacío de demonios.

-Deben de haber muerto con Malcolm- explicó Jace. -Ese tipo de demonios vive con un solo amo-hizo una mueca. No le gustaban los Mantid.

Cuando entraron se escuchó una risa seca, de mujer. Una silueta hizo aparición.

Jace podría haber reconocido esa figura y esa voz en cualquier momento. La voz que tanto lo había atormentado, a él y a todos a los que quería. La persona cuya sangre lo había unido alguna vez a Sebastian.

-Lilith.

Annabel BlackthornDonde viven las historias. Descúbrelo ahora