Capítulo 1

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«¿Por qué? ¿Por qué él?» era todo lo que Louis se preguntaba mientras tomaba fuertemente la mano de su esposo.

Sus lágrimas no habían parado desde hace horas. El silencio en ese cuarto blanco del hospital era solo quebrado por el llanto del castaño y los pitidos que salían de la máquina conectada a su esposo, esos pitidos que indicaban que él seguía vivo.

—No puedes dejarme Harry, te necesito. Necesito que despiertes y me sonrías con tus hermosos hoyuelos —sorbio de su nariz— Kady y Mason te necesitan, necesitan tu calor tanto como yo.

Entre lagrimas, sollozos y muecas de dolor, eso era lo que Louis le repetía al cuerpo inmóvil frente al suyo. Aunque la piel de Harry era pálida, y llena de moretones, para Louis era como ver a un ángel durmiendo.

¿Qué haría sin su Harry? ¿Sin el amor de su vida? La vida del rizado pendía en estos momentos de un hilo y Louis sabía que sin él todo en él no serviría de nada. Sería morir en vida.

No podía imaginarse una vida después de Harry.

72 horas antes.

La cocina de la enorme casa de la familia Tomlinson estaba llena de gritos y chillidos. Todo esto proveniente de dos pequeñines que se habían despertado apenas unos cuantos minutos.

Eran las 10 de la mañana y Harry se encontraba riendo mientras Louis estaba detrás de él haciéndole cosquillas en su estómago. Sin embargo, esto era tan común para los dos y sus hijos. Que Harry sirviera el desayuno -que constaba de deliciosos panqueques- mientras Louis hacia cosquillas en ciertas partes del cuerpo de su esposo.

El rizado debía mantener el equilibrio sin tirar nada. Y los niños alentaban a sus papás. Era algo así como un juego.

La pequeña Kady de tan solo 4 años gritaba con su chillona voz.—Api Hadipoedes.

Y el no tan pequeño Mason de 10 años alentaba a su papá Louis. —¡Tirale los panqueques papá! ¡Hazle cosquillas en el cuello! ¡Los guerreros venceremos! —sus gritos e incoherencias eran acompañados con golpes sobre la mesa.

Y así estaba la familia. Harry no paraba de reírse mientras intentaba no tirar el desayuno. Pero gracias a que había adquirido destreza con el tiempo, logró colocar dos panqueques en el plato de su hija.

—Louis —rió fuertemente— es suficiente, los niños tienen que comer. Y es claro que no los haré comer del suelo. —no podía parar de reír, sin embargo su esposo se apiadó de él y alejó las manos.

—No aguantas nada, amor. —con un suave beso en su mejilla tomó el plato y lo colocó enfrente de su hijo.— Aquí está campeón, buen provecho.

Mason asintió contento y sin más empezó a comer su panqueque con las manos.

—Eh, que he puesto un tenedor a tu lado, ¿qué te dije de los modales, Mase? —regañó el rizado mientras se sentaba a lado de Louis. Los cuatro se encontraban en la mesa de la cocina.

—No es justo, Kads no utiliza tenedor.

—Porque ella es pequeña y podría hacerse daño —el que contestó fue el castaño— anda, no seas conteston.

Mason hizo un puchero pero obedeció. Kady volteó a verlo burlona mientras comía con las manos. El niño le enseñó la lengua y la niña rió divertida.

—Mira que bien educamos a nuestros hijos —susurró el castaño en el oído de Harry, fue en una forma un tanto seductora, haciendo estremecer al rizado.

—Mm... Lo sé. —pegó un salto cuando Louis besó su cuello de forma húmeda. Regresó a ver a sus hijos y los encontró peleando, retándose para ver quién acababa primero su desayuno.— Louis, están los niños —susurró.

Life After You / Larry Stylinson + Zouis MaliksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora