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- ¿Últimas palabras?

Pero no obtuvo respuesta, la boca encintada solo dejaba escapar gritos ahogados.

¿Cómo había terminado ahí?

Solo quería una cita... y le costó caro. Muy caro.

Había aflojado lo suficiente las sogas de las manos, intentó escapar, pero sus intentos fueron bastante frustrados.

Estaba a punto de salir por la puerta cuando se encontró con su raptor, obligando a soltar el pomo metálico, que le hubiera dado la libertad.

No era para nada bonito que te claven un somnífero en pleno cuello.

Aún chorreaba un poco de sangre por aquel pequeño agujero, él ni siquiera se molestó en vendarla o al menos darle una curita.

Se estaba infectando, y ardía, mucho.

La pelirroja hizo un pequeño gesto. Quería hablar.

Y se le concedió la petición, le retiraron la cinta bruscamente de los labios.

- Eso dolió.

- Lo sé, esa era la idea.

El chico llevaba un gran y filoso cuchillo para cortar carne en las manos, jugaba con él como si de algo inofensivo se tratase.

No parecía alterado, ni mucho menos preocupado por si la joven gritara, se mantenía sereno y con una gran sonrisa en los labios.

- Si grito, te atraparán.

- No lo creo.

- Créeme.

- Puse música a volumen alto, seré una basura pero no soy estúpido, señorita cerebro.

Sintió como el cuchillo se acercaba peligrosamente a su yugular, cortando unas pocas fibras de su piel. Estaba asustada, pero intentaba ser fuerte.

- Tu madre me encontrará.

- Mamá y papá murieron hace mucho - contestó.

- ¿Hermanos, primos... perro?

- Nada. Vivo solo.

Tomó su rostro con violencia, apretando sus mejillas de forma poco amistosa, a pesar de esa gran sonrisa, estaba verdaderamente molesto.

- ¿Qué harás conmigo?

- ¿No es obvio?

- ¿Quieres dinero? ¿Violarme? ¿Matarme? ¿Qué te hice para que lleguemos a esto?

Rió. Pero no era una sonrisa bonita. Era una demencial. Se arrodilló, mirando a los ojos a su víctima.

- ¿Cuánto me darían por ti, una pobre diabla? ¿Por qué violaría a un ser tan repugnante?

- Entonces...

- Mi ideal era mantenerte encerrada aquí hasta que aprendas la lección, pero intentaste huir del juego.

Tomó su cabellera rojiza y tiró de ella, tumbándola al piso. Ella quedó ahí, quieta y sin mayor expresión en el rostro. Sabía que no había manera de escapar, así que no servía de nada negarse o poner resistencia.

Sintió como su zapato derecho se acomodaba en su rostro. Cada vez apretando más, hasta que la piel le parecía como un tapete de entrada, y se limpió en ella.

- No puedo creer que ensuciara tanto mis zapatos - dijo colocando el pie izquierdo.

- ¿Qué me vas a hacer? - respondió con lágrimas abultándose en los ojos.

- ¿No es obvio? - repitió.

- Eres demasiado cobarde, como para tener que atacar una mujer.

- Y tú eres demasiado puta, como para pedirle una cita a Hinata-kun. ¿Crees que no te vi? ¡Zorra! - escupió con fuerza.

La mujer se cansó. Intentó coger el cuchillo. Pero sus movimientos eran demasiado torpes como para poder tomar el poder. Más bien, lo único que consiguió a cambio fue una cachetada que le dejó la mejilla marcada.

- Déjame ir, por favor...

- ¿Últimas palabras? - repitió.

- Por favor...

- ¿Eso es todo?

- ...

- Bueno, adiós... Mahiru Koizumi.

- ¡Espera! ¡No! ¡Komaeda...!

Cayó como ave herida al suelo. Con la yugular sangrando.

Estaba desangrándose. Aún respiraba, pero con mucha dificultad.

- Ugh... Ah...

Una, dos, tres. Cuatro puñaladas más. Que pronto se volvieron más.

El cuerpo de Koizumi ya no respiraba, pero eso ya no importaba.

Solo quería descargar toda su ira.

Escupía palabras mal sonantes, todas para la persona que había matado. Lloraba y gritaba.

Las paredes se empañaban de rojo, y el cuerpo de Koizumi parecía salida de una lluvia de sangre.

Cincuenta puñaladas en total.

Y ni una pizca de arrepentimiento en lo que había hecho.

Jadeaba, pero sonriendo a la vez. Estaba maravillado con lo que había esto.

- Vaya... manché mis ropas...


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No se narrar gore :'^

Como ustedes pidieron, aquí esta la historia que más querían (?) *3*

Pd: Odio mucho a Koizumi, tenía que ser la primera (?)




Todo por ti | KomaHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora