Hi, Bad Boy

Veinticuatro.

Comencé a desesperarme.

No sabia donde mierda estaba y me sentía mal.

¿Por qué soy tan idiota?

Si no hubiera seguido a ese tonto gato.

Las lágrimas querían salir nuevamente, no lo permitiré, no llorare no puedo hacerlo.

Restregue mis ojos mientras caminaba por los callejones tratando de recordar alguno pero todos lucían iguales.

Mis pasos eran rápidos pero indecisos.

¿Qué camino era?

Choque contra alguien y caí al suelo.

-Mira por donde vas.

Mi voz sono dura sin querer.

-¿Ahh?.

Oh no.

Me puse de pie y sacudi mi ropa antes de alzar la vista y encontrarme con esos felinos ojos que tanto me gustan.

¿Por qué la madre naturaleza insiste en que choque con el?

-Ehh... y-yo.- me incline.- lo siento.

Fue todo lo que salió de mi boca.

Me observó por unos segundos.

Se inclino levemente sobre mi y sentí mi abdomen contraerse, el calor de mis mejillas comenzó aumentar.

-¿Estás perdido pequeño?.

Su voz. Todo mi lado fanboy queria salir.

si mire hacia ambos lados.- ¿Me podrias ayudar?.

Observe como sacaba algo de su bolso, para luego girarse.

¡Zeus que alguien me sostenga!

Se puso los malditos lentes.

Sentí como mis mejillas se ponían rojas.

-Claro.

Lo oí susurrar.

Comenzó a caminar y yo lo seguí como un perrito.

Ninguno de los 2 habló y eso estaba realmente bien para mi.

-Eres un chico tímido.

Mi corazón casi se sale y mis pies querían quedarse clavados en ese asfalto.

Negué rápidamente mientras aceleraba el paso para estar al costado de el.

-Solo soy una persona de pocas palabras.- admiti.

-Lo note.- sonrió.

Puedo morir en paz ahora.

-¿Tú eres el chico con el que me choque la otra vez?.- hice una mueca al escuchar eso.- ¿No me reconoces?.

-¿Alguien del instituto que no te reconozca?.

No pude evitar ser sarcástico.

El asintió sonriendo.

-No quiero que le digas a nadie que uso lentes fuera del salon, ¿De acuerdo?.

Me sentí levemente intimidado, ¿Quizás me golpee?.

-¿Por qué? Creo que te vez lindo a...- me callé de golpe y cubrí mi boca con mis manos.

Sus ojos se clavaron en mi y reconocí la calle. Si doblo en la esquina llego a la mía.

Y así es como es que me fui corriendo sin despedirme ni decir gracias.