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Epílogo.

Tres horas atrasado. ¿Cómo era que Alexander Jiménez podía ser tan impuntual?

—¿A qué hora viene por ti? —preguntó por quinta vez su madre. Clara puso los ojos en blanco y volvió a concentrarse en su WhatsApp.

10 meses de conocerse, 6 de ser novios y un par de horas los separaban de la graduación. Clara se encontraba ya con la túnica y los tacones puestos, solo le faltaba colgarse del brazo de su novio con lindos pómulos.

—Hija, ¿no se supone que la ceremonia comienza en 20 minutos?

—Mamá —alegó. Se encontraba sumamente concentrada en escribir un mensaje de amenaza a su novio. Comenzaba a preocuparse y los nervios los tenía crispados.

El día anterior habían acordado llegar juntos, tomados de la mano, y declarados novios oficialmente. Y es que en estos seis meses habían mantenido su noviazgo en secreto porque en el colegio hubiese sido todo un escándalo, y querían pasar los bellos primeros meses de noviazgo tranquilos. Iba a tener alto impacto si lo soltaban de la nada, así que postergaron el momento todo lo posible: La chica popular, ex novia del macho alfa del colegio, y uno de los nerds que nadie conoce, ¿saliendo? Era mucho más factible que se apareciera el profesor Rodríguez con unos pañales y un babero a que lo mencionado al comienzo realmente pasara, por eso este día era tremendamente importante: hoy terminaban una gran etapa, y Clara deseaba terminarla a lo grande. ¿Qué mejor que presumir a su muy apuesto e inteligente novio frente a todo el mundo? ¡Se morirían de la envidia!

Clara: Juro, Alexander Joaquín Jiménez Rivera, que si no llegas en exactos cinco minutos no tendrás sexo por el resto de tu vida. Y te cortaré tu hombría.
Con mucho amor,
Tu amable novia.

—Va a llegar en cinco minutos. —le aseguró a su madre. La mujer asintió y dijo que se iría porque el Papá Troncoso estaba esperándola todavía en el auto. Y no le gustaba esperar.

—¡Nos vemos, cariño!

—Chao —se despidió la pelinegra agitando su elegante mano con gracia. Ahora le tocaba esperar que su novio llegara, así que puso el cronómetro, pero se empezó a sentir menos segura al pasar dos minutos y no recibir respuesta.

¿Será que a Alex no le importaba que lo dejara sin sexo? Porque a ella sí le importaba, y bastante. Si él llegaba tarde, terminaría siendo un castigo para ambos. Clara tenía que admitir que nunca había sido tan activa sexualmente hasta que comenzó su noviazgo con el nerd, no es que Leo haya sido un asco en la cama, no, solo que jamás se sintió tan cómoda y liberada con él. Pero sí con su hermoso novio.

Miró su fondo de pantalla con anhelo. Alex salía sonriendo en todo su esplendor, sus labios eran rosados y sus dientes estaban parejos gracias a un par de años con frenillos. Tenía una sonrisa tan hermosa y sincera que merecía estar puesta en todos los rincones del mundo. Sus ojitos achinados color almendra causaban ternura a cualquiera, sobre todo ahora que había dejado de usar esos marcos de lentes que no necesitaba. Era espectacularmente guapo, y era muchísimo más guapo para ella.

Ding-dong

El sonido del timbre hizo saltar del susto a la pelinegra. Se fue corriendo a abrir para besar al joven en los labios. Faltaban apenas unos segundos para los cuatro minutos.

—¡Señorita!

Clara dejó de intentar besar al chico cuando se dio cuenta de que no era la voz de su chico. Frente a ella había un joven afroamericano con bonitos ojos verdes, el pobre la miraba asustado y mantenía la cara lo más lejos posible de la chica. La pelinegra se separó rápidamente, muerta de la vergüenza.

El WhatsApp De Un NerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora