2.

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He decidido terminar por agregar algo a mi rutina sumamente emocionante y monótona. Ahora no pasaba día en que no pasara luego del trabajo, bastante tarde en la noche cabe decir, a ese callejón que me había visto en mis peores momentos, siendo un verdadero desastre y llorando por alguien que puede que esté en este minuto en alguna fiesta en Paris. Mentira. Pensar que Kuro pudiese estar en una fiesta en Paris demostraba lo mal que me encontraba psicológicamente.

Sabía que el hecho de que saliera tan tarde y me parase a las afueras de ese lugar era sumamente peligroso. Sabía que tarde o temprano me pasaría algo malo. Así que cuando vi cómo se me acercaba un grupo de sujetos con, claramente, intensiones de robar mis pertenencias, no me sorprendí especialmente. Más bien, creo que me lo esperaba. El lugar no contaba con una luz demasiado clara, solamente un pequeño foco de luz que, incluso, parpadeaba la mayor parte del tiempo más que alumbrar el lugar.

Me rodearon y sabía lo que vendría ahora, probablemente me golpearían y me pedirían que entregase mis cosas de valor. Eran tres personas así que estaba muy lejos de poder ganar en caso de que pusiera resistencia. Ellos eran robustos y se notaba que con solo un golpe volaría por los aires y acabaría en el piso dos calles de distancia. Yo seguía con mi contextura delgada de siempre, aunque, Misono insiste en que estoy mucho más delgado.

Uno de los tipos hizo de su mano un puño y tenía la intensión de golpearme fuertemente. Yo solo me quede ahí de pie y cerré los ojos, sabía que dolería como un demonio, pero el golpe nunca llego y lo único que pude ver fue una mancha celeste sumamente rápida que los dejo a los tres inconscientes en el piso, apenas me fije en los tipos que estaban en el piso, me preocupaba más el confirmar quien era esa mancha celeste. Tenía la certeza, no, la seguridad de que sería Kuro. Su chaqueta celeste y esa rapidez sobrehumana me lo dejaban bastante en claro. Pero, tal y como la última vez que lo había visto, desapareció. Solo se esfumo de nuevo ante mí.

No. no de nuevo. Me repetía numerosas veces. Sabía que era él, y de nuevo, había dejado que se esfumase ante mí. Me dieron ganas de gritar, y lo hice. Lo llame un millón de veces y grite como un demente. Parecía, en realidad, un demente, ahí parado entre tres tipos que estaban inconscientes, gritando el nombre de Kuro. Luego maldije e hice acopio del vocabulario más grosero que tenía en mi repertorio.

Mire a mi alrededor y decidí ir a mi hogar antes de que alguien llamase a la policía.

Y desde entonces mis visitas a ese lugar lo único que hicieron fue empeorar. Estuviese lloviendo, nevando o cualquier cosa, yo estaba ahí esperando. Más de una vez había terminado por sentarme en el piso comenzar a leer un libro o comenzar a estudiar.

Hasta que el apareció. Era un día sábado por la noche, sabía que ya era bastante tarde pero siempre que tenía la intención de levantarme e irme pensaba "solo cinco minutos más" hasta que lo vi y me alegre tanto de haber esperado esos cinco minutos que termino siendo casi una hora.

Al principio ni siquiera me moví, más que nada por temor a que el volviese a desaparecer, luego comencé a cuestionarme si de verdad era él o estaba comenzando a alucinar. "Tal vez me quede dormido y esto es un sueño. Un sueño cruel", termine por levantarme, el continuo ahí de pie mirándome, no había cambiado nada en todo este tiempo. Era igual a como lo recordaba.

Me acerque lentamente, con sumo cuidado, sabía que en cualquier minuto él podría solo desaparecer como lo ha hecho antes. Él se limitaba a observar mis movimientos, quieto como una estatua. Y cuando ya estaba solo a centímetros de él, me atreví a levantar la mano y rozar su mejilla. El tacto me pareció demasiado real, pero sabía que no lo era.

"solo es un sueño, debería aprovechar la oportunidad, ya que, no tengo nada que perder" pensé. Y sin siquiera cuestionármelo me lance a abrazarlo. El chasqueo la lengua y murmuro "que molesto", yo no pude evitar el reírme, porque, aunque suene increíble, extrañaba que el dijese lo molesto que yo podía llegar a ser.

Cuando ya estaba a punto de decirlo lo mucho que lo lamentaba y que me disculpase. Desperté. Llegaba a ser gracioso que hasta mi subconsciente no quisiera dejarme arreglar las cosas con kuro. Estaba sentado en el piso del callejón, acalambrado y con un libro entre mis piernas.

Mis ojos estaban llorosos de nuevo. Mire hacia el cielo, el cual, estaba hermoso y estrellado, me acurruque más en el piso, la temperatura había bajado drásticamente y me regañe por no haberme abrigado más antes de salir.

Tenía la mirada clavada en el piso, hasta que unos pasos me hicieron levantar la vista. Puede que de nuevo me haya quedado dormido porque ante mi estaba de nuevo Kuro. Me quede ahí sentado mirándolo y luego cerré los ojos, me repetí una y otra vez "despierta", ya no quería más sueños con Kuro, no por hoy al menos.

Sentí como él se sentaba a mi lado en el piso y mantuvimos el silencio. Abrí los ojos de nuevo y me atreví a mirarlo, entonces él tomó la palabra.

- ¿Qué haces aun aquí? – es él de verdad. Ahora si lo noto. No es solo un sueño, y continua igual a como lo he recordado, el mismo Kuro de siempre.

- Esperaba volver a verte – no cometeré ninguna estupidez esta vez, nada que haga que él desaparezca de nuevo.

- Debiste haberte dado por vencido con eso hace mucho – el miraba el piso.

- Me niego. – en cuanto esto salió de mis labios el llevo su mirada sorprendida a mí.

- Deberías dejar de buscarme Mahiru – se levantó de mi lado y yo sentí pánico, pánico de que se fuera nuevamente, asique, me levante también. Estábamos uno frente al otro.

- Me niego – repetí.

- Deberías cumplir con tu plan de vida. Esposa, hijos y todo eso – sabía que su tono aburrido ocultaba un deje de rencor.

- Me niego – diría estas palabras cuantas veces sean necesarias.

- ¿Por qué? – él tenía el ceño fruncido. Yo suspire, seria claro.

- Porque aún te quiero – y su cara de sorpresa me hizo sonreír, pero él se encargó de eliminar esa expresión de inmediato y desvió la vista de mí.

- También deberías darte por vencido con eso – creo que el hecho de que venga a este lugar a diario deja bastante en claro que no puedo solo rendirme a estas alturas.

- Me niego.

- Pensé que odiabas las cosas complicadas.

- Eres lo único complicado que me gusta, Kuro – que vergonzoso es decir todo esto en voz alta – perdóname por todo lo que te dije.

- Me gustas más como la ama de casa preocupada y responsable. Es preferible eso a un Mahiru siendo un desastre y estando siempre deprimido.

Kuro se transformó en gato y se acercó a mí.

Y en ese callejón oscuro, el mismo lugar donde nos vimos por primera vez, el mismo lugar donde recogí un gato negro hace algunos años. Ahí mismo, volví a recoger el mismo gato negro, pero, esta vez haría las cosas bien, esta vez, le haría saber lo mucho que me alegraba de haberlo conocido.


GRACIAS POR LEER. 

Me niego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora