Aline

1 de enero de 2013

El cuerpo de Gregory está tumbado en frente mío. Mis manos están llenas de tierra- al igual que el resto de mi cuerpo. Me paso uno de mis brazos por el rostro haciendo que mis ojos se llenen de barro. Pestañeo durante unos cuantos segundos; las lágrimas de mi rostro han desaparecido. 

Eso, o se están confundiendo con la lluvia. 

No hay tiempo para llorar porque ya no hay vuelta atrás; lo que sea que me arrepienta de haber hecho ya no importa, porque no tengo una máquina para retroceder el tiempo. 

Comienzo a enterrar a Gregory lo más rápido que puedo. Pronto va a amanecer y necesito estar en casa antes de que alguien se de cuenta de que ya no está.

De que lo he matado. 

Cierro los ojos con fuerza mientras entierro al que hace unas cuantas horas era mi mejor amigo. Trago saliva; tenía que hacerlo.

No hay tiempo para lamentos.

Comienzo a tirar tierra con los pies; mis rodillas están cansadas. Mi cuerpo entero quiere una ducha; llorar, y nunca más acordarse de esto.

Gregory está ahora en el pasado. 

Nadie nunca lo va a poder encontrar aquí; nadie nunca se va a dar vuelta a buscar en este lugar. 

Necesito tomar un tren lo más rápido posible; volver a casa. Quemar mi ropa. Tomar una ducha. Hacer como si esta noche nunca hubiera ocurrido. 

Si me hablan de Gregory, hacerme la desentendida.

Si me hablan de su muerte, hacerme la sorprendida.

Si me hablan de sospechas, hacerme la triste.

Ya no soy Aline. Soy una asesina. Maté a alguien.

Pero nadie nunca lo va a saber.

Es de noche. Es verano. Estoy tan sola como nunca. Lo único que me acompaña es el cadáver muerto de Gregory. 

Agarro el cuchillo repleto de sangre y lo entierro junto con él. Ambos se irán de mi vida como recuerdos borrosos del pasado. Ya no los necesito en mi vida. 

Me quedo mirando a Gregory antes de poner encima de él la última capa de tierra. 

Adiós Gregory- pienso para mis adentros- Afortunadamente nunca más te tendré que volver a ver.